55. Mimi

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Nombre: Mimi.

Edad: 15.

Bueno, supongo que mi historia no es de las típicas que contarán en el libro. Yo he sido víctima, victimaria y testigo de bullying. Creo no tengo que sentirme orgullosa de haber sido esas tres cosas, pero tampoco considero que tenga que victimizarme con la situación.

Todo comenzó en el jardín infantil, creo que tenía unos tres años cuando todo comenzó.

Siempre he sido muy madura para mi edad y en ese tiempo, estaba pasando una etapa muy difícil: la separación de mis padres. Yo lo absorbía todo, estaba pendiente de cada problema, a pesar de que mi familia siempre los ocultó muy bien. No me acuerdo de muchas cosas, sé que era malvada con las niñas de mi edad, las golpeaba si me hacían enojar, pero no tengo recuerdos de ello, esto es lo que siempre me han dicho. Aunque por mi carácter, sé que es verdad.

Lo que sí recuerdo muy bien es que quería encajar en el grupo de "los chicos geniales" en mi jardín, es raro, porque eso es lo que usualmente le sucede a los adolescentes, pero yo tenía menos de cinco años y ya quería ser popular y pertenecer a un grupo. Eso me llevó a mi propia miseria.

Yo sabía que esas niñas no eran buenas, amables o mucho menos amistosas, pero quería ser una de ellas. Eran mayores, un año o dos, eran horribles conmigo, pero no podía alejarme.

Tengo recuerdos en los que ellas siempre me decían cosas crueles, como que mi papá no me quería —y como dije antes, estaba en un momento difícil, en donde mi papá había comenzado a borrarse de la historia de mi vida, así que no era muy complicado creer en esas palabras, que probablemente sí son ciertas, pero en ese entonces lo sentí como el fin del mundo—, hacían cosas pesadas con una sonrisa de amabilidad en el rostro, me golpeaban. Recuerdo que un día, me ilusionaron tanto, yo creí: "oh sí, soy una de ellas ahora". Se estaban maquillando, a mí me encantaba eso a esa edad, entonces les pedí si podían pintarme las uñas y ellas me pintaron las manos completamente. Después de eso, me regañaron demasiado y la señora del aseo me llevó al baño e intentó quitarme el estúpido esmalte con agua, fue muy brusca conmigo. Recuerdo que me dolió, pero no lo que la señora me hizo, sino lo que hicieron ellas; me tendieron una trampa, bajaron mi moral, me humillaron frente a todos, incluso frente a mi familia cuando fueron a buscarme y me encontraron con las manos hinchadas y rojas.

"¿Por qué dejaste que te hicieran eso?". SÍ, ¿POR QUÉ LO PERMITÍ?

Los siguientes años fueron terribles para mí, la situación de mi papá fue de mal en peor, estaba muy triste. Cuando pienso en mis años en el kinder no tengo recuerdos tristes, porque mis problemas no estaban presentes, sólo en ocasiones, pero siempre fui una niña normal.

Lo que me hicieron esas niñas en el jardín no fue nada, sólo bajaron mi autoestima y mi confianza.

Pero mi vida era normal.

Hasta que crecí con los años y otros problemas vinieron.

Siempre tuve "inconvenientes" con otras niñas de la escuela, ni siquiera iban en mi mismo curso, pero nos llevábamos mal, y no es que yo buscara los problemas, simplemente pasaba. Me llamaban de muchas maneras y me hacían sentir muy cómoda conmigo misma—nótese el sarcasmo—. Tuve la suerte de contar con mi mamá y mi abuela, mi familia, que siempre me protegieron, estuvieron presentes en el colegio y en el hogar también, tan así, que nadie se atrevía a tocarme, porque sabían que estaba protegida, por mis maestros y por mis padres.

Un día comencé a aprovecharme de niñas que eran mucho "menos" que yo, después de todo, era la niña buena, nadie jamás dudaría de mí. Era cruel, a ese tiempo ya tenía ocho o nueve años, les hacía bromas a las niñas pequeñas que iban a mi misma escuela, me hacía "sus amigas", las humillaba y así. Las mismas tácticas de abusona las llevaba a mi casa y era una bruja con mi hermana pequeña.

Hacer eso no me hacía feliz, no me hacía bien, me daba un extraño placer que luego se convertía en culpa, pero me hacía sentir que tenía el control, que era "poderosa".

Las cosas cambiaron, dejé de hacer eso, pero no todo: seguía desesperadamente intentando encajar en los grupos. Estuve con las calladas, con las infantiles, con las que les gustaba el pop y Disney, las populares, las "raras", pero nunca me sentí parte de nada y me frustraba.

Cada vez que veía a alguien atacando a otra persona yo simplemente me paralizaba, miraba la situación y luego la contaba en casa, porque no sabía qué hacer, tenía miedo.

En otras palabras, podía ser un monstruo con quien era "menos" pero cobarde con quienes eran "más".

Pero crecí. Me arrepiento de mucho, como hacerle ciertas cosas a personas que en realidad, no tenían las capacidades para defenderse, disminuir la confianza en mi hermana —que por cierto, la adoro como a nadie—, y más que nada, no haber defendido a tanta gente, no haberme defendido cuando pude, porque esas personas NO ERAN MÁS QUE YO, no debí idolatrarlas, no debí intentar encajar en su grupo JAMÁS. Hoy me miro, las miro a ellas y me siento agradecida de mi vida.

No pertenezco a un grupo. Tengo muchos amigos que me quieren como soy, he conocido a gente maravillosa, descubrí mucho de quien soy con el tiempo: sé que no soy buena para bailar o para la gimnasia rítmica, como muchas de esas niñas eran, pero logro tocar corazones con mis historias, he desarrollado un talento increíble en un deporte que amo; la natación y me he destacado en los idiomas.

No soy la persona más confiada conmigo misma, tengo grandes problemas de autoestima, pero miro hacia adelante y me concentro en mis sueños y lo que me hace feliz. Porque toda esa basura no vale la pena.

Si me preguntan si sufrí de bullying mi respuesta probablemente será no, sé que mi historia no es terrible como la de otras personas, pero no creo que sea menos importante, en especial, la viví de muchas perspectivas.

No he tenido la vida más sencilla, además de esos problemas cuento—y conté— con otros incluso más graves, que tienen que ver con mi confianza, algo que se quebrantó desde una edad muy temprana por personas que no lo valían, por querer encajar en un grupo y luego encontrarme con mi amiga soledad, que me consumió durante mucho tiempo.

No me considero bully, pero no creo que esa gente sea horrible, lo que hacen sí. Nunca volvería a hacer algo tan cruel, tampoco permitiría que me menosprecien y definitivamente, no me quedaré de brazos cruzados cuando vea algo que no está correcto.

No soy una mala persona, tomé malas decisiones.

No me gustaría borrar mi pasado si pudiera, porque he aprendido mucho de eso.

Y a pesar de todo, me acepto como soy. Soy un huracán cuando me enojo, soy un aluvión cuando estoy triste, soy tan estable como una hoja en la rama de un árbol en el otoño, pero está bien.

Estoy feliz con lo que he logrado, lo que he superado y no puedo esperar para cumplir mis metas, pisar el pasado y disfrutar de la vida, como se debe, con los altos y bajos.

Y para quien esté leyendo esto, recuerda que no sólo hay blanco y negro. Si has sufrido bullying, llenarte de odio no te hará sentir mejor, levanta la cabeza y sigue adelante, no estás solo y todo tiene su fin. Si has hecho bullying, entonces tienes que saber que esa no es la única salida de los problemas, hay miles de maneras de desquitarte con el mundo o con la vida, sólo hay que encontrar la correcta.

Espero no haber aburrido a nadie.

-Mimi.

BULLYING STOPS HEREWhere stories live. Discover now