88. Camila

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Camila Edad: 14 Años


Recuerdo que de chiquita casi siempre faltaba al jardín, me enfermaba constantemente y estudiaba en mi casa con mi mamá. Las pocas veces que iba al colegio todos me ignoraban, tenía dos amigos, una niña y un niño. Yo los quería un montón, pero cuando crecimos e ingresamos a la primaria, mi amiga se tuvo que cambiar de escuela y mi amigo se distanció de mí.

Está gravado en mi memoria todo lo que había llorado, porque sentía que había perdido a mis dos mejores y únicos amigos.

Para ese entonces comencé a tener un problemita insignificante en los pulmones, llamado bronquiectasias. Para los que sientan curiosidad sobre esto; es cuando una persona tiene catarro en sus pulmones y debe expectorarlo para que esto disminuya.

En fin, todo el curso estaba enterado sobre esto. Las niñas se encargaban de ignorarme, porque supongo que les asqueaba la idea de que yo tuviera que correr al baño para expectorar, aparte de que no compartía sus mismos gustos.

Mientras tanto, los varones se encargaban de burlarme. Siempre hacían gestos raros cuando yo tenía que salir del aula por este motivo. Recuerdo que especialmente uno de mis compañeros, que finalmente se cambió de colegio cuando me quejé con la profesora, una vez en el recreo, me había agarrado por las muñecas y me había golpeado la cabeza contra la pared, diciendo: estás arrestada por estar enferma.- Estaba triste, pero no lloré y solamente le grité al niño que me soltara y que lo odiaba.

Nunca les dije nada a mis padres, siempre trataba de arreglármelas sola porque no quería preocuparlos. Por dentro estaba completamente triste y deprimida (y hay veces en las que eso me afecta algo en la actualidad), pero siempre sonreía.

Para ese momento, mi mejor amiga era mi mamá. Yo jugaba con ella todo el tiempo, estudiaba con ella e incluso creábamos historias juntas, jugábamos a que éramos princesas, etcétera.

Un día ingresó una alumna nueva, la cual no voy a nombrar porque me parece una gran pérdida de tiempo, ella me detestaba... Y el sentimiento era mutuo. Nos llevábamos como perro y gato. Ella me molestaba todo el tiempo y creo que únicamente de ella me defendía, siempre le respondía.

Supongo que yo ya estaba cansada de que todos me molestaran e ignoraran.

También recuerdo que había un pequeño grupito de chicas que me ignoraba, que yo consideraba como populares. Y quería ser su amiga a toda costa, pero no me había dado cuenta de que hay más personas en el mundo además de ellas. No había tenido en cuenta de que mis compañeros no lo eran todo, que habían otros cursos, que habían otros niños.

Ligado a esto estaba el hecho de que había conseguido un amigo. ¡Estaba tan feliz! Yo iba a su casa y jugábamos con sus autitos de carreras y con su perrito, y cuando él venía a la mía jugábamos a recrear las historias de las princesas. Una vez recreamos Cenicienta, yo adoraba a esa rubia y él lo sabía.

Yo consideraba que todo estaba bien en ese entonces. El resto del curso seguía molestándome, pero tenía un amigo que me quería y me acompañaba siempre. Entonces todo estaba bien, porque no estaba sola. Pero ese niño también tuvo que mudarse, pero no sólo a otra escuela, sino que a otro país.

Y volví nuevamente al llanto, a quedarme callada y sentada en los recreos mientras me comía las galletitas que mi mamá siempre me guardaba en una bolsita.

He ahí otro problema. Sumémosle a los gestos de asco y a dejarme de lado, el llamarme gorda y fea.

Admito que era morrudita, pero ¿Y qué? Yo no iba a adelgazar bajo ningún motivo para agradarle a mis compañeros. Siempre quise ser aceptada por ser quién y cómo soy y no me detuve hasta conseguirlo.

Igualmente estaba triste, incluso me había cortado el pelo haciéndome un flequillo que apenas si me dejaba ver, como para cubrir toda mi cara. No quería que me vieran.

En una ocasión tres de mis compañeros se habían parado de sus asientos cuando debía ir al baño. Ellos habían hecho los mismos gestos de siempre, pero se habían agachado y los habían hecho más exagerados. Cuando volví ignoré por completo a la profesora y me acerqué a mis tres compañeros.

¿No se dan cuenta que eso me lastima? Tengo esta porquería de pulmón, pero no es mi culpa. Estoy podrida de que me imiten. ¡Ya quisiera verlos a ustedes en mi situación!- les había gritado y luego había mirado a mis compañeras de forma fea. Me senté en mi lugar y miré a la profesora esperando a que continúe con la clase. Y así fue.

Ellos dejaron de molestarme y las niñas poco a poco comenzaron a hablarme. Yo sentía un gran remordimiento, pero me dije: si el problema ya está solucionado, ¿para qué voy a embarrarlo con el pasado?

El tema es que no había terminado ahí, ellos me habían vuelto una persona insegura y tímida. Casi no hablaba.

Cuando estaba en séptimo grado, que teníamos el viaje de egresados, nadie quería estar conmigo en la habitación. A excepción de una amiga que al final se fue a otro cuarto y de otras dos chicas a las cuales les debo mucho.

Los días en el viaje fueron hermosos, incluso había jugado con los varones y nadie me había molestado, a excepción de una chica que todo el tiempo trataba de hacerme sentir menos.

Yo estaba algo triste, pero lo había ignorado. No iba a arruinarme ese hermoso viaje.

¿Y saben qué? El último día, cuando terminaba ese momento en el cual íbamos a estar todos juntos por última vez, les juro que no había llorado ni un poco hasta que el grupo de chicas que en primer grado me molestaban me abrazaron y me dijeron perdón por todo.

Les juro que no me lo había visto venir y me largué a llorar con fuerza. Nos encerramos todo el curso en una habitación y lloramos hasta que prácticamente nos quedamos dormidos.

Luego ingresé a la secundaria, todos ya estaban sentados con su compañero y yo no tenía a nadie con quien sentarme. Entonces vi en la primera fila a una chica dibujando y me senté con ella. Nos hicimos amigas rápidamente. Ella estaba al tanto de que molestaban, pero eso no le importó. Así que me junté con su grupo y allí conocí a mis verdaderas amigas.

Ellas me ayudaron a superar esos momentos que me atormentaban constantemente y me ayudaron a salir de esa depresión de la cual estaba presa. Pero no me desahogué hasta que esta chica que estaba dibujando comenzó a insistirme para que utilice esta aplicación. Wattpad.

Leía todas las historias que me encontraba y luego de un tiempo comencé a escribir las propias. En ese momento fue cuando realmente dejé todo atrás y me sentí feliz conmigo misma. Porque sabía quién era, qué cosas me gustaban y tenía a mi alrededor a aquellas personas que sé que me van a apoyar siempre.

En fin, si tienen algún problema deben decírselo a sus padres y o profesores (puede parecer ya muy denso este tema de decírselo a un adulto, pero no saben cuán equivocada estuve yo al guardarme todo para mí) si se alguien los lastima, háganselo saber y no permitan que vuelvan a lastimarlos, si no tienen amigos (como fue mi caso) no se cierren a su círculo de compañeros, que hay más personas en el mundo. Y por favor, siempre encuentra una forma sana para desahogarte (varias veces pensé en cortarme, pero no lo hice porque sabía que eso me iba a lastimar más), dibuja, escucha música, escribí, lee, canta, toca algún instrumento, salí al parque, lo que quieras, pero no te lastimes a ti mism@.

Gracias, porque realmente hace mucho quería participar de esta campaña pero no encontraba cómo hasta hoy.

BULLYING STOPS HEREWhere stories live. Discover now