─Este servidor se retira, Su Alteza Real ─indicó el sirviente.

Al encontrarse solos, el Tigre Blanco tomó su copa para oler la suave fragancia del vino.

─Ven, bebamos ─indicó.

Yun Jī se acercó tomando asiento frente a él e imitó sus acciones sin réplica alguna, lo que sorprendió al contrario. Al degustar el sabor, el Primer Príncipe asintió complacido; tres jarras se vaciaron antes que alguno se atreviera a hablar.

─ ¿A qué debo el honor de su presencia? ─interrogó la Serpiente Negra sin poder evitarlo, su rostro mostró una fría expresión─ ¿Acaso vino a mancillarme?

El Guardián Oeste jugó con el borde de su copa ignorando la pregunta.

─Nos conocimos hace muchos años, ¿verdad? Esa vez me protegiste de las espinas hechas con Aliento Tóxico y yo até la herida que tenías en el hombro... siempre quise saber si ese primer encuentro fue sólo una coincidencia.

Lo vio dudar quizás recordando el pasado.

─Iba camino a la Décima Ciudad, estaba siendo perseguido y necesitaba ponerme a salvo ─confesó.

─ ¿Por qué te detuviste? Habría un guardián menos para tus futuros planes ─inquirió tomando un dulce del platillo cercano.

─Por curiosidad ─siguió sin levantar la mirada.

─ ¿Eso es cierto? Tu comportamiento siempre me confunde. La siguiente vez que nos vimos fue en los territorios cercanos al Río de los Sueños...

Al mencionar ese instante, el ambiente se tornó incómodo. Ninguno quiso mencionar el beso.

─Eh... sí.

─ ¿Te arrepientes? ─preguntó mirando su silueta solitaria.

─ ¿De qué?

─De alguna de tus acciones ─habló con seriedad.

─No ─negó fríamente.

Era tarde para arrepentirse, nada cambiaría.

─Lo supuse. ─El Primer Príncipe no pareció decepcionado, se levantó acomodando las mangas de su hanfu─. Espero que esta sea la última vez que nos vemos, puedes vivir cómodamente aquí por ahora, todos los agravios fueron saldados para mí.

─G-Gracias ─susurró tan bajo que quizá sólo él se escuchó. Al ver que estaba por irse y no lo volvería a ver, siguió sus pasos─ ¿Se casará, Su Alteza Real?

─Sí, lo haré antes de entrar a mi ciclo de meditación.

─Felicitaciones... no puedo darle ningún presente, sólo puedo desearle una vida feliz y asegurarle que y-...

─No es necesario, sólo intenta no causar problemas.

Su figura le recordó esa vez en la mata de flores en capullo, con los cabellos acariciados por el viento, el hanfu liviano dejando a la vista su encanto masculino elegante y suave como las brisas que juegan en la naturaleza y su aroma a libertad que embriagaba como el vino que acababan de compartir...

Quiso levantar su mano para detenerlo, pero no lo hizo, sólo regresó para acariciar el vaso dejado por sus manos suaves.

El Tigre Blanco no miró atrás, fue a visitar al Consorte Real, al verlo sentado leyendo un libro, se acercó como un niño pidiendo ser aplacado luego de una caída. Xi Zhen rio abrazándolo.

─ ¿Qué sucede, Primer Príncipe? ─dudó al verlo acomodarse a su lado aferrándose de su brazo. La Dama Peng también sonrió recordando cuando el Tigre Blanco era pequeño e iba a pedir consuelo cada vez que se sentía agraviado.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEWhere stories live. Discover now