Capítulo 41

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El siguiente mes pasó demasiado rápido desde la perspectiva de Hope y aún no podía comprender por qué no se embarazaba, su vida sexual con Cedric era bastante activa, no era normal que hasta la fecha no hubiera presentado un retraso.

—Sucederá cuando sea el momento —musitó él, enredando sus lenguas con lujuria.

—¿No te parece extraño?

La penetró, robándole un gemido lastimero.

—Es de lo más normal, por favor ya olvídalo —suplicó jadeante, adorando la suavidad con la que su cuerpo lo recibía. No había día en que ellos no hicieran el amor y justamente por eso era raro que no se hubiera embarazado hasta la fecha.

Aproximadamente a las cuatro de la mañana, el sueño de Hope fue interrumpido por una nueva pesadilla de Cedric.

Cada vez estaba más segura de que no era sólo Felicity quien necesitaba terapia.

Sin embargo, en esta ocasión no guardó silencio y decidió ayudarlo. Si no lo hacía, nadie más lo haría, y Hope quería lo mejor para Cedric porque odiaba escucharlo delirar cada noche.

—Cedric, tranquilízate, es un sueño —susurró con calma, palmeando su rostro.

—No, no te mueras, por favor.

—Estoy viva, mi amor.

—Es mi culpa, yo te maté.

Juntó los ojos con fuerza y empezó a zarandearlo con mayor energía.

—Despierta, es una pesadilla.

—Hope...

—¡Cedric! —Necesitaba sacarlo de ese trance.

—¡Hope! —Pudo hacerlo, él se sentó de golpe y con la respiración alterada envió su cabellera hacia atrás y descubrió el sudor en su propio cuerpo y el miedo en su semblante—. Mi amor, ¿qué sucede? —Trató de sonar tranquilo, pero él mismo se sorprendió por su estado.

—Estabas teniendo una pesadilla.

—¿Qué? —tragó con fuerza—. Lo siento, no sé qué me pas...

—Siempre es lo mismo —musitó con un hilo de voz, rozando su mejilla—. ¿Por qué? Estoy viva y estoy a tu lado, ¿por qué no puedes borrar esos recuerdos?

—No entie...

—Siempre me llamas entre sueños, me pides que no muera o te disculpas por haberme matado.

—No, claro que no. —La abrazó—. Son sólo pesadillas, mi amor, en un tiempo se me quitarán.

—Siempre las tienes.

—¿Qué?

—He escuchado esas frases todo este tiempo, Cedric —confesó con amargura y él implementó distancia al sentirla temblar—. Debes parar —suplicó angustiada—, tú no tuviste la culpa de nada e incluso sabiéndome viva no puedes dormir tranquilo.

—Hop...

—No sé cómo liberarte de la cruz que te puse en la espalda, ¿qué debo hacer para que me perdones? ¿o crees que soy yo quien debe perdonarte? —sollozó con amargura—. Si es así te perdono, te libero de cualquier pesar y te exijo que seas feliz y duermas en paz. ¡Estoy harta de ser parte de tus ruegos y pesadillas!

Los firmes brazos la rodearon con fuerza y pegada a su pecho, lloró como si fuera una niña pequeña.

—Necesitas ayuda, debemos ir con un psicólogo.

—Te amo.

Eso ya lo sabía.

—Te amo, te amo, te amo y haré todo lo que tú quieras, mi amor.

—Acepta ir a terapia, te lo suplico.

—Lo haré con tres condiciones.

—Creí que harías todo lo que quisiera.

—Por favor...

—De acuerdo.

—La primera deja de llorar, me parte el alma verte así. —Trató de obedecerlo—. La segunda, quiero que vengas conmigo a París, tengamos la luna de miel que no pude darte.

—Suena tan bien, pero William no regresó de su viaje y Joy no puede quedarse sola.

—Sólo será una semana, Penélope la cuidará, hablarás con ella todos los días y...

—Iré. —Levantó el rostro y dejó que la besara—. Pero prométeme que buscarás ayuda, soñar todas las noches con lo mismo no puede ser sano.

—Lo prometo. —Besó sus manos con ahínco—. Ni bien regresemos iré con un psicólogo o lo que sea que necesite.

Lo abrazó por el cuello.

—Estoy viva y soy tuya, mi amor, ya no pienses en el pasado, por favor.

—Haré todo lo que esté en mis manos para evitar recordarlo, esto es inconsciente.

—Tus demonios te están atormentando y es injusto, tú no hiciste nada.

El silencio se cernió entre ellos y muy lentamente él la recostó en la cama.

—¿Cuál es la tercera condición?

—Quiero que para nuestro regreso accedas a hacerte el chequeo general con el médico de la familia.

Asintió, haría lo que fuera necesario con tal de que Cedric fuera con un psicólogo.

—Duerme, debes sentirte muy cansada. —Se recostó junto a ella y Hope se acurrucó contra su pecho.

—Abrázame si eso te hace sentir mejor.

Cedric no rechazó su oferta y después de varios minutos, una vez que ella cayó rendida, lloró en silencio sin saber cómo proceder con su vida y matrimonio.

Ella lo creía inocente e incluso le había perdonado sin saber cuál era su pecado, ¿con qué cara podría decirle que la razón de sus pesadillas era la culpabilidad que sentía en el pecho por ser el autor de su ceguera?

Hope jamás podría perdonarle algo así, él traicionó su confianza, la acercó al peligro y terminó hiriéndola como nunca.

Incluso él sabía que lo que hizo no tenía perdón.

«Y por eso ella no puede enterarse de nada».  

  

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Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora