Capítulo 35

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Hope suspiró, disfrutando del masaje que Cedric le estaba dando en la cabeza mientras jabonaba su cabello y apoyó la mejilla en sus rodillas abrazando sus piernas dentro del jacuzzi. Tomar un baño con él era mucho más placentero de lo que se había imaginado.

—Este hotel es perfecto —reconoció fascinada, el olor a lavanda le estaba alborotando los sentidos.

—Me arrepiento de no haber organizado una luna de miel —admitió él y Hope se recostó en su pecho. Cedric regó un par de besos por su hombro—. No quiero volver, no quiero que esto acabe.

—Yo tampoco. —La idea de enfrentar a los hermanos Collins la horrorizaba—. Y en cuanto a nuestra luna de miel, aún estás a tiempo —bromeó, aunque no negaría que en el fondo le encantaría viajar con Cedric.

—¿Quieres una luna de miel?

—¿Tú quisieras una? —respondió con otra pregunta—. Tendrías que lidiar conmigo las veinticuatro horas del día, ¿crees que sea algo razonable viajar solos?

—Dios santo, si me dices eso harás que quiera viajar ahora mismo.

Carcajeó por lo bajo, cerrando los ojos con fuerza al sentir un leve mareo.

—¿Qué ocurre? —Cedric se percató de su malestar—. ¿Sigues con esos dolores de cabeza?

—Sí, pero tranquilo, es la falta de sueño.

Eran punzadas que la visitaban de vez en cuando a la altura de las sienes, la mayor parte del tiempo cuando dormía tarde o no descansaba lo suficiente como para que su cuerpo se lo agradeciera. Durante toda esa semana que estuvieron juntos, Cedric había presenciado dos de ellos —por suerte los demás no vinieron en su presencia— y a pesar de su incesante insistencia de que fueran al médico, Hope logró tranquilizarlo y hacerlo entender que no era nada importante.

—Digas lo que digas, haré una cita con el médico de la familia para que te hagan un chequeo general.

—No me gusta ir al doctor —confesó con un tierno mohín—. A decir verdad, pocas veces he recurrido a uno.

—Eso no importa ahora, yo quiero asegurarme de que estés bien. —La abrazó por la cintura por detrás, juntando aún más sus cuerpos—. Y sobre nuestro viaje, ¿a dónde te gustaría ir?

París... siempre quiso conocer París, pero no estaba segura si sería feliz yendo a un lugar lleno de arte donde no podría apreciar su deliciosa infraestructura y zonas turísticas.

—Donde sea estará bien si tú estás conmigo.

—Mmm... ¿por qué presiento que estás siendo modesta?

Porque tampoco estaba segura de querer pedirle algo tan grande en menos de veinticuatro horas de haberle confesado su amor, bajo ningún concepto quería que lo asociara con interés.

—Si lo pensamos bien, no podemos planear nuestro viaje por el momento —recordó un punto muy importante—. Mañana las chicas ingresarán a la escuela y quieras o no tendrán un par de fiestas, alguien debe cuidarlas.

—William podría vigilarlas.

—William sólo vigilará a tu hermana y yo quiero que Joy sepa que me importa mucho.

—De acuerdo... —Podría jurar que rodó los ojos—. Yo también me quedaré a supervisar la vida de la mía.

—Felicity sería muy feliz si mañana la llevaras tú a su primer día de clase.

—¿Tú crees? A mis diecisiete años yo reclamé mi primer auto.

—Entonces regálale uno.

Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora