Capítulo 29

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«La tensión es casi palpable», pensó Hope mientras Felicity se acomodaba en el sillón para conversar con ella.

Cedric se había rehusado a llevarla a su casa por al menos media hora, pero al final Sandra tenía razón y terminó cediendo a su petición, informándole a Grover que esa noche no podría cantar en el club.

—¿Me mandaste a llamar, hermano?

Como lo tenía a su lado, pudo sentir el momento exacto en el que Cedric se tensó.

—Hope quiere hablar contigo.

Mantuvo la calma, no podía mostrarse abrumada ante Felicity, ella tenía un carácter bastante fuerte y el nerviosismo podría jugarle en contra.

—Me gustaría hacerlo a solas —confesó de pronto, tomando por sorpresa a Cedric.

—No, claro que no.

—No le haré nada, Cedric —farfulló la rubia, indignada por la desconfianza de su hermano—. Presumo que lo que tiene que decirme es algo muy importante.

Asintió, al menos ella sabía de qué hablarían y estaba dispuesta a escucharla. De ser diferente, las cosas habrían sido bastante complicadas.

—Sólo serán unos minutos. —Presionó su mano con firmeza y Cedric la observó con preocupación, no muy convencido con la idea de dejarla sola con su peculiar hermana—. Por favor, es necesario.

—Estaré afuera, si las cosas se salen de control, estarás en serios problemas.

Cedric amenazó a su hermana con contundencia y Felicity rodó los ojos con aburrimiento, alarmándolo todavía más; no obstante, siguió los deseos de Hope y las dejó a solas por breves minutos.

—Sé que Sandra te envió —aclaró su cuñada ni bien estuvieron solas y Hope asintió—. Porque tú sola no habrías dado la cara, ¿verdad?

—Ciertamente no me genera mucha seguridad acercarme a alguien que me odia tanto sin razón alguna.

—¿Sin razón alguna? —Sonaba molesta—. Ustedes arruin...

—¿Nosotras o mi madre? —La silenció por breves segundos.

Algo es algo.

—Eres igual a ella.

Sí, Felicity sólo era una adolescente que la odiaba por capricho, porque Joy y ella eran los únicos puntos en los que podía descargar su rabia.

—¿Eso crees? —inquirió con calma, presionando la cabeza de su bastón.

—Un retrato andante.

—Vaya... —Suspiró—. Duele saber que ni el parecido impidió que mi madre me abandonara, uno pensaría que algo así podría generar más sentimentalismo, ¿no crees?

Nuevamente, la rubia guardó silencio.

—Puede que sea la hija de Gena y me parezca a ella, pero si de algo estoy segura es que no soy como ella.

—Estás con mi hermano por su dinero, no te hagas la santa.

—Te recuerdo que fui obligada a casarme con él y tu hermano efectuó un secuestro para que la boda se llevara a cabo.

—¿A dónde quieres llegar? —Su voz tembló, lo que antes era tan obvio para ella empezaba a mostrarse de una manera muy incierta—. No te hagas la santa conmigo, le hiciste mucho daño a mi hermano y por tu culpa mi madre se suicidó. ¡Quedé huérfana porque tu madre me robó a mi padre!

—No quiero que te vayas.

—¿Qué? —Apenas y pudo oír la pregunta.

—No quiero que pases por lo mismo que tu hermano y yo pasamos cuando nos obligaron a renunciar a nuestras vidas, es un mal que jamás se lo desearía a nadie. —Sonrió con tristeza—. Tú tienes a tu familia aquí, a tus amigos y quizás a algún novio, tengo entendido que eres una joven muy atractiva. —No recibió una respuesta—. ¿Por qué abandonar todo por un odio injustificable?

Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora