Capítulo 24

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Su cuerpo la estaba traicionando y sólo eso podía explicar que se hubiera despertado tan agitada y acalorada después de tener el sueño más extraño en la faz de la tierra, lleno de sensaciones y hormigueos extraños.

Se frotó el cuello, adolorida, y estiró la mano para sujetar el vaso de agua que estaba sobre su mesa de noche.

¿Qué hora sería?

Nadie la había despertado al traer su almuerzo por lo que suponía que todavía no era medio día. Se recostó de nuevo, tratando de olvidar la gloriosa sensación que había sentido la noche anterior y cubrió sus ojos con su brazo al ser incapaz de conseguirlo.

Te amo, te adoro y quiero sentir tu sabor.

Eran palabras muy fuertes, por lo que supondría que se las dijo con el único fin de acostarse con ella, dado que difícilmente él podría amarla y echarla de su casa al mismo tiempo.

Rodó sobre la cama.

El objetivo era no pensar más en Cedric, pero ahora que el muy idiota había invadido su trabajo, no podía quitárselo de la cabeza.

Dos suaves toques en la puerta la obligaron a salir de su ensoñación.

—¿Sí?

—Somos nosotros.

Diablos, Damon estaba ahí y seguramente Grover ya le había chismoseado lo ocurrido. Saltó de la cama con prisa y rápidamente recompuso su estado antes de abrir la puerta, trató de actuar de la manera más natural posible, pero su amigo no ayudó en absoluto al saludarla con un:

—Grover ya me dijo que te vio encuerada con Cedric, así que ni trates de hacerte la tonta. —Farfulló una maldición por lo bajo y Damon se adentró a su departamento seguido de Grover, quien alborotó su cabellera claramente divertido por la situación.

¿Qué era tan gracioso?

A ella no le hacía gracia saber que su jefe la había visto semi-desnuda mientras Cedric estaba con el rostro entre sus piernas. La sola idea hizo que el calor trepara por sus mejillas y se sintiera lo suficientemente colorada como para no querer enfrentarlos todavía.

—Ven a comer, traje pollo frito, tu favorito.

Su estómago rugió y totalmente resignada se volvió hacia sus amigos.

—Te juro que todo tiene una explicación.

Al parecer su amigo no estaba muy contento porque dejó algo ruidosamente sobre la mesa y espetó:

—Entonces dámela, porque la verdad no entiendo nada.

Diablos, ¿cuál era su explicación?

—Grover aceptó la paga y no me dijo que me reuniría con él.

Bajó el rostro, azorada. Lo sentía por su jefe, pero ciertamente él era el principal culpable de todo.

—¿Tú hiciste eso?

—Sí —confesó el rubio sin problema alguno y llevó una papita a su boca—. Ellos necesitan solucionar sus problemas, en dos semanas se casarán por la iglesia y estoy en contra de la idea de que vivan por separado.

—Él no quiere vivir con ella.

—Eso no es del todo cierto —espetó Grover y pudo sentir su mirada sobre ella. Estaba muy equivocado si creía que abogaría por él, Cedric ya no tendría su favor—. A mí me rogó por horas para entrar al club y me pagó mucho dinero para conseguir hablar con ella. Está arrepentido, quiere arreglar las cosas.

—Dos semanas tarde —comentó ella, frustrada.

—Debiste informarme que Cedric vino al club, Grover, él no es un hombre fácil y pudo tratar de llevarse a Hope.

—¿Cómo iba a zafar con toda mi gente que rodea el lugar? No seas tonto, eso no iba a suceder, la idea era que ellos conversaran de una vez por todas.

Un tenso silencio se formó en el ambiente.

—¿Qué te dijo? —gruñó Damon, ignorando a su amigo, y tragó con fuerza—. ¿Intentó llevarte a la fuerza?

—No, le dije que iba a quedarme.

—¿Le dijiste eso? —Se oía sorprendido.

—No confío en él, todo este tiempo hice lo que él quería, pero me falló y no tengo razón alguna para seguirlo de nuevo.

—Hiciste bien —decretó Damon al tiempo que Grover decía—: Mujeres, siempre complicándolo todo.

Claramente sus amigos tenían diferentes puntos de vista; sin embargo, ella no se inclinaría por ninguno de ellos, sino por sus propias decisiones.

—¿Qué tienes pensado hacer?

—Si él quiere venir es libre de hacerlo. —Se encogió de hombros—. Eso no quiere decir que lo seguiré tontamente, ya no soy la misma chica con la que se casó, no dejaré que los Collins vuelvan a humillarme.

—Me parece perfecto —comentó Damon, poniendo un plato delante suyo—. Pero igual me gustaría que lo evitaras, hay cosas para las que no estás preparada, él podría... engañarte.

Estaba claro que Damon no quería usar la palabra "seducirte".

—Debes dejar que las cosas fluyan, Damon —espetó Grover con severidad—. Hope no es una niña y ese hombre es su esposo, tarde o temprano debe suceder algo entre ellos y si tú evitas ese encuentro, solo los estancarás.

Y ahí era donde uno podía darse cuenta de la diferencia de edad que existía entre ellos, puesto que los treinta y tres años de Grover no estaban de adorno y les estaba hablando con la voz de la experiencia.

—No quiero que se burle de ella.

—Pasará lo que tenga que pasar y tú no puedes evitarlo, es Hope la que decidirá si quiere o no seguir con Cedric.

—Me arrepiento de haberte llamado para almorzar —confesó su amigo enfurecido y Hope rio por lo bajo, dándole un mordisco a su papa—. ¿Qué es lo que te parece tan gracioso?

—Nada. —Sonrió—. Simplemente me encanta tener un hermano mayor.

Dejando la tensión de lado, Damon alborotó su cabellera.

—Me preocupas mucho, Hope, pero quiero creer que puedo confiar en ti.

—Hazlo —pidió con ternura—. Esta vez haré las cosas bien y no dejaré que manipulen mis decisiones.

—Es un trato. —Fueron sus últimas palabras antes de abordar otro tema que no involucrara a Cedric y ni a ningún Collins.

Todo indicaba que Damon estaba asimilando la idea de que era una mujer adulta que debía tomar las riendas de su propia vida y decidir qué era lo que quería para su futuro.


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Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora