Capítulo 28

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La situación en la casa de los Collins estaba muy tensa desde que Cedric empezó a buscar a su hermana como Guillermo le informó hace una semana. Su cuñado prácticamente ya no vivía ahí por estar detrás de Hope, hasta ella decidió mantenerse al margen para evitar un conflicto y que Cedric decidiera quitarle la mensualidad que nuevamente empezó a darle.

Fue un gran alivio, como mujer adolescente había gastos que sí o sí debía efectuar.

Sus clases empezarían el lunes y a diferencia suya, no vio a Felicity con los preparativos de sus materiales. La rubia estaba más distante y callada de lo normal. A Joy eso no le afectaría si no fuera porque últimamente William —el único que solía tolerarla cuando Eugene seguía vivo— la estaba tratando como basura.

—¿A esto le llamas limpiar? —Tiró los documentos sobre su escritorio, sulfúrico—. ¿Eres inútil o qué? El que mi hermano te esté dando dinero no quiere decir que no vayas a ganarte tu comida.

La única vez que él fue tan patán con ella fue cuando Cedric regresó y empezaron ese estúpido juego donde ella era la criada.

—Si no te gusta tienes a diez criados a los cuales puedes llamar —farfulló y los ojos celestes de William brillaron con rabia—. No sé qué sucedió, pero no aceptaré que me trates de esta manera.

El rubio rodeó su escritorio y lejos de retroceder, levantó el mentón con valentía.

—Estoy harto de ti y de tu hermana, no importa si se las trata bien o mal, ustedes siguen estorbándonos.

Algo en su interior se estrujó al oír aquellas palabras.

—¿Qué está pasando? —Quiso saber—. Tú jamás me dirías algo así, durante diez años...

—Fui amable porque te tenía pena, Joy —bramó con impotencia, apretando la mandíbula—. Deja de romantizar esa estupidez y abre los ojos, ¿Cuántos años tienes; diez?

Si tan solo ella pudiera obedecerlo... Le habría gustado que esas palabras llegaran a sus quince años cuando su forma de verlo cambió radicalmente.

—Aún no me dices tus razones para tratarme así.

No se adentró en el otro tema, le resultaba algo humillante hacerlo.

—Me enferma que Cedric las haya puesto por encima de Felicity. —¿Sería verdad que eso había ocurrido?—. Mi hermana está a punto de irse a un internado en Londres mientras tú estás de lo más feliz entrando y saliendo de esta casa con dinero que ni siquiera es tuyo.

—Yo no le dije que la enviara a Londres.

—¡Pero eres una de las principales razones! —Se encogió, William nunca le había gritado de esa manera—. ¡Tenías que irte tú, no mi hermana! ¡¿Cuántas veces las Smith tienen que destruir a mi familia para sentirse satisfechas?!

Los ojos se le llenaron de lágrimas, no estaba acostumbrada a recibir ese tipo de trato.

—¡Sal de mi despacho! —ordenó, apuntando la puerta.

—Pero...

—¡Sal! —La sujetó del brazo y la empujó sin delicadeza alguna—. ¡No quiero verte!, ¡no te aparezcas en mi camino! No soy tu amigo, nunca lo seré y por tu bien empieza a rezar para que mi hermana se quede en Manhattan, ¿estamos?

—¿Y si decide irse? —preguntó antes de salir de su despacho y la piel se le erizó por su penetrante mirada.

—No querrás saber lo que sucederá.

Tenía razón, no quería saber qué tan malo podía llegar a ser con ella si se lo proponía.

Luchó contra sus emociones para controlar las lágrimas que amenazaban con deslizarse por sus mejillas.

Dolía... su rechazo le dolía más de lo que le gustaría admitirlo.

Al llegar al segundo piso se encontró con Felicity, quien seguramente se estaría mensajeando con Izan, su novio, y decidió interponerse en su camino.

—¿Es verdad que quieres irte a un internado en Londres?

La rubia dejó su celular en el olvido y la observó con rencor.

—Claro que no quiero irme, me están echando de mi propia casa por no querer vivir con dos Smith —escupió y se cruzó de brazos—. Todo indica que ni Will y ni yo podremos vivir tranquilos aquí.

—¿Qué?

No pudo esconder su pánico y Felicity se dio cuenta de ello. Tal vez no eran amigas, pero ella conocía muy bien el secreto que escondía respecto a sus sentimientos por William.

—Will me dijo que se mudará conmigo a Londres si decido irme. —Observó sus uñas con indiferencia.

—Pero su carrera pierde valía en Lon...

—Y sí, le arruinarán el futuro, pero ya estamos acostumbrados a los huracanes que ustedes provocan en nuestras vidas.

No... Joy no deseaba que William generara un odio incoherente hacia ella.

«Sólo será un año». Susurró una vocecilla en su cabeza y, armándose de valor, enunció la siguiente pregunta:

—¿Y te molestaría menos vivir sólo con una Smith?

Los ojos de Felicity brillaron con satisfacción.

—Explícate mejor, creo que esto podría interesarme. 

 

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Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora