Capítulo 15

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A la mañana siguiente, Hope se alarmó al no sentir el cuerpo de Cedric junto a ella y se sentó en la cama con prisa. No conocía el lugar, ni siquiera sabía cómo estaba distribuida la alcoba, ¿él la de...?

—Estoy aquí —contestó Cedric, como si hubiera leído sus pensamientos, y mucho más tranquila volvió a tumbarse sobre el colchón.

Quería dormir un poco más.

—No debes preocuparte si algún día despiertas sola, Penélope siempre estará para ti.

La cama se hundió y el olor a jabón y perfume masculino la hizo suspirar con deleite.

—¿Saldrás? —Se aferró a su almohada.

—Son las siete de la mañana, es demasiado temprano para...

—Dejar la cama, lo sé.

Cedric carcajeó roncamente.

—Normalmente me despierto a las cinco, pero hoy me apeteció quedarme en cama.

—Hmmm... —No entendió su indirecta y no fue hasta que dejó un casto beso en su coronilla que se dignó a separar los ojos.

—¿A qué hora sueles levantarte?

—Nueve —confesó, aunque los días viernes, sábados y domingos solía dormir hasta medio día por sus horarios de trabajo.

Cantar en un bar solía ser agotador.

—Damon vendrá a desayunar a las ocho.

Era demasiado temprano, pero como quería reunirse con su amigo, se sentó en el mullido colchón con aburrimiento mientras se restregaba los ojos.

—Ayer te trajo algo de ropa. —Arrugó el entrecejo—. Penélope acomodó todo en el vestidor, no sé si te gustaría conocer nuestra alcoba.

¿Nuestra?, ¿cuánto tiempo podría considerarse como suya?

—Sí, quiero. —Salió de la cama y estiró su cuerpo con cansancio, deseando regresar a la cama.

Cedric le ayudó a contar los pasos para llegar al baño, vestidor, cómoda y balcón y luego anduvo sola por el lugar para orientarse mientras él la seguía en silencio.

—Pude fijarme que no tienes mucha ropa —comentó él en lo que tocaba el blusón que se pondría ese día y sonrió con melancolía.

—Odio comprarme ropa —confesó—. No puedo verme, no puedo elegir, durante años he usado lo que Damon y los gemelos Hanks han elegido para mí.

—¿Y te gusta?

—Es ropa cómoda. —Se encogió de hombros y seleccionó un blusón lila y su jean azul marino—. Supongo que es lo único que importa cuando no puedes elegir tus prendas.

—A veces me cuesta creer que tu madre fue capaz de abandonarte.

—Voy a cambiarme, ¿será que puedas esperarme afuera? —No quería seguir ese hilo de la conversación ni mucho menos desvestirse frente a él.

Una vez que se supo sola, deslizó las cálidas prendas de su cuerpo.

—Si me hubieras llamado, las cosas serían muy diferentes.

¿Sería verdad?; no lo creía.

—Era una responsabilidad muy grande para ti, te habrías cansado de mí.

—Damon es menor que yo por un año y no pensaste lo mismo de él, te quedaste a su lado y confiaste en él.

—Era la única persona que estuvo a mi lado cuando desperté, claro que iba a confiar en él, era lo único que tenía.

No recibió una respuesta, pero lo escuchó vagar por la habitación.

—Yo te habría elegido por sobre todo.

Suspiró larga y pesadamente una vez vestida y salió del vestidor con pasos inseguros.

—¿Incluso después del divorcio de tus padres?

Cedric dejó de moverse y clavó la vista en un punto vago de la pared.

—¿Lo ves? Tu rabia y tu enojo habrían acabado con tu enamoramiento y posiblemente me habrías hecho mucho daño.

—¡Yo jamás te habría tocado!

—Hay daños mucho más letales que el físico.

—Lo sé, tú me generaste más traumas de los que hubiera querido, Hope.

Cada músculo de su cuerpo entró en tensión y recordó la noche anterior, cuando entre quejas y desesperación él se debatía entre sueños para salir de la pesadilla que claramente la involucraba.

—No sé en qué estuvo pensando tu padre al creer que podríamos formar una familia y vivir en armonía —confesó con amargura, incapaz de seguir ocultando su desesperación—. Te he hecho mucho daño y no me siento orgullosa de eso, pero yo también sufrí, no fue fácil para mí renunciar a ti, a mi hermana y a mi vida.

Enterró el rostro en ambas manos y pronto él la rodeó en sus firmes brazos para consolarla. Negó con la cabeza, angustiada.

—¿Es que jamás podrás perdonarme, ni siquiera sabiendo que mi libertad dependía de esa mentira que te atormentó por años?

—Perdóname —soltó de pronto y se desesperó.

—¡Tú no tienes que pedirme perdón! —Intentó apartarlo, pero no funcionó—. Fui yo la que lo arruinó todo, fui yo la que sobrevivió en aqu...

—Basta, no digas más.

—No.— Movió su cabeza rápidamente y bajó las manos, frustrada—. Si yo hubiera muerto, todos estarían mejor sin... —Las palabras murieron en su garganta, incapaces de forzar su huida ahora que los labios de Cedric estaban sobre los suyos.

Su corazón se rompió en mil pedazos por el cálido roce que sólo le confirmaba el mayor de sus temores; la pena y compasión lo llevarían a hacer cosas que no deseaba.

Como, por ejemplo: besarla. 

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Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Where stories live. Discover now