Capítulo 10

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Como cada mañana, Hope abrió los ojos y se encontró con una profunda oscuridad; sin embargo, la jaqueca que sintió fue algo bastante nuevo para ella y sólo gruñó con molestia al tiempo que presionaba sus sienes con la esperanza de mermar el dolor.

Por supuesto, el intento fue en vano y lo único que provocó fue que la sequía en su boca se intensificara.

Ahora comprendía por qué Damon nunca la dejaba consumir bebidas alcohólicas, quizás en su momento era agradable, pero la molestia del día siguiente era simplemente insoportable.

—Levántate —musitó Cedric con suavidad, anunciándole su presencia, y la ayudó a sentarse—. Toma esto, te hará sentir mejor. —Le metió una pastilla en la boca y la instó a hacerla pasar sin pensarlo mucho—. Es extraño, juraría que no bebiste mucho anoche. —Acunó su mejilla, rozando su piel con la yema de su dedo, y besó su frente.

Localizó su sortija de compromiso y tragó con fuerza, evitando exteriorizar lo asustada que se sentía con el nuevo cambio que había efectuado en su vida al decidir convertirse en la señora Collins.

—Nos casamos —comentó vagamente y una larga caricia se extendió por su brazo desnudo.

—Lo hicimos.

Se tocó el vientre, percatándose que estaba totalmente vestida, y se dio cuenta que no sentía ninguna molestia en su cuerpo.

—¿Nosotros tuvimos...?

—No, estabas demasiado mareada como para atreverme a seducirte. Eras presa fácil y a mí me encantan los retos —se jactó y suspiró aliviada, al menos él no se aprovechó de su estado de ebriedad—. Y también ayudó el hecho de que te durmieras en el auto después de abandonar el distrito civil.

El rubor trepó por sus mejillas y enderezó la espalda cuando él se sentó junto a ella.

—¿De verdad pensaste que iba a tocarte sin tu consentimiento?

Bajó el rostro, apenada.

—¿Qué pasó ayer?

Sus dedos apresaron su mentón y la obligó a levantar el rostro en su dirección.

—Me debes un beso. —Un escalofrío recorrió su espina dorsal y juntó los ojos con fuerza cuando Cedric tomó posesión de su boca, robándole un tierno beso que pronto se volvió una propuesta tentadora cuando su lengua acarició sus labios.

—Mmm... —gimió, brindándole el espacio que él quería, y se sujetó a sus brazos con firmeza, sintiendo como el beso se profundizaba y la pasión gobernaba su cuerpo. Sus lenguas se enredaron, entrando en un combate satisfactorio, y ahogó un jadeo cuando su mano se deslizó bajo las sábanas, abarcando la unión de sus piernas—. No... —Lo empujó suavemente por el pecho, consiguiendo que su mano se retirara, y Cedric suspiró, juntando sus frentes, y la abrazó.

—Lo siento, creí que lo querías.

¿Cómo podía decirle que ni siquiera tenía la menor idea de qué era lo que quería en aquel momento?

Su entrepierna le ardía y la humedad en ella era algo vergonzosa.

—¿Ya puedo llamar a Damon?

Intentó desviar el tema de conversación y dar por terminado el momento, y funcionó.

—Y tenías que nombrarlo —escupió, alejándose de la cama, y respingó sorprendida por su reacción—. ¿Es que no hay día que no pienses en Damon?

—Él debe estar muy preoc...

—Pero estás conmigo, estás bien y...

—Me prometiste que me dejarías comunicarme con él —le cortó, tratando de sonar lo más tranquila posible, y después de varios segundos de silencio, Cedric espetó:

Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Where stories live. Discover now