Capítulo 19

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Samuel no se consideraba una persona entrometida, sino más bien altruista y bastante empática, por lo que esa era la única razón por la que se tomó la molestia de visitar a Guillermo, el abogado de la familia Collins, y pedirle que lo llevara con Hope.

Porque sí, la chica estaba ciega y él no podía dormir en paz pensando, como de costumbre, lo peor.

Observó la oscura calle en la que Guillermo se estacionó y no muy conforme se bajó del coche, estudiando el lugar con recelo.

—No me dirás que Hope vive por aquí, ¿verdad? —interrogó con ironía, esperando una negativa, pero eso no sucedió.

—Ni siquiera estoy seguro si hago bien en traerte hasta aquí, muchacho —admitió Guillermo, indicándole con un gesto de mano que lo siguiera—. Pero quiero creer que al ser un buen amigo de Cedric, abogarás por la lógica y lo convencerás de llevar a Hope de regreso a su casa.

La garganta se le cerró e inmediatamente se sintió observado.

—¿Vive aquí? —Esta vez fue más certero.

—Debemos ingresar por este callejón.

Había una gran afluencia de hombres y suponía que eran los dueños de los autos que estaban estacionados en la anterior calle. Dios santo, incluso él se sentía inseguro en un lugar tan poco iluminado y de procedencia dudosa.

—Nadie te hará nada —le aseguró el hombre y enarcó una ceja—. Las personas que vigilan la zona son los hombres de los hermanos Hanks, dueños del bar al que entraremos.

Los hermanos Hanks eran los gemelos que vio a lo lejos el día de la boda de Cedric cuando terminaron en el hospital. En ese momento le habían parecido personas decentes, pero ahora... empezaba a dudar de sus principios y fuente de ingresos.

—Pedí que me llevaras con Hope, no a un bar —bromeó con voz tensa y Guillermo carcajeó roncamente.

—Desde que él la echó, Hope decidió trabajar todos los días de la semana. Está empeñada en ahorrar el suficiente dinero para poder mudarse con Joy a una zona más... aceptable.

Diablos, ella en verdad vivía por ese lugar.

—¿Trabajar?

Ingresaron al bar y para su sorpresa no le pareció un ambiente de mala muerte, sino todo lo contrario. La decoración era exquisita y ni qué decir de las féminas que atendían a los clientes; su atuendo no era ni vulgar ni muy recatado, estaba en el punto perfecto de la elegancia.

—Hope está ciega, no puede trabajar. —Arrugó el entrecejo—. Es decir, ¿qué podría hacer en ese estado?

Guillermo pidió dos cervezas y esperó unos minutos para retomar la charla, podía percatarse que la situación de los Collins y las Smith lo preocupaba más de lo debido.

—Si quería subsistir, tenía que trabajar. El dinero es necesario para todo.

—Pero ¿qué me dices de ese amigo que Cedric siempre nombra? Tengo entendido que es rico y se quedó con él.

—Hope no acepta el dinero de nadie, Samuel. —Lo sospechaba, otra mujer ya habría extorsionado a su amigo para recibir una mensualidad—. Aceptó su ayuda en un principio, pero eso no fue permanente.

—¿Dónde vive? —Se sentía extrañamente ansioso por saber la verdad que rodeaba a Hope Smith—. Esto es un bar, no puede vivir aquí.

—No, no vive aquí. —El alivio lo golpeó con fuerza hasta que agregó—: vive en el edificio de al lado.

—¿Qué? —La mandíbula se le desencajó—. Te refieres a la construcción de tres pisos que está a punto de caerse en pedazos.

Tenía que ser una broma, Cedric debía venir por Hope cuanto antes.

Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Where stories live. Discover now