Capítulo 14

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Desplazándose de un lugar a otro, Cedric se desesperó al no ser capaz de manejar la situación. Hope llevaba más de una hora en el baño y nuevamente la invitación de Penélope a salir de la bañera fue rechazada.

Maldición, ya ni siquiera la temperatura del agua de la bañera debía ser agradable.

—No aguanto más, nana, voy a sacarla. —Hizo el ademán de acercarse a la puerta, pero la pelinegra lo sujetó del brazo con precisión.

—No, Cedric, ella no te quiere cer... —Cada músculo de su cuerpo entró en tensión y su nana reorganizó sus ideas—. Hablemos un minuto. —Le pidió que se sentara en el diván y como si fuera un niño pequeño la obedeció—. Me temo que Hope pasó por una primera vez desastrosa y...

—Si lo hubiera sabido habría sido más...

—Lo sé —lo cortó con ternura—, lo sé, cariño, tú jamás le habrías hecho daño adrede.

Enterró el rostro en ambas manos.

Fue un imbécil, un idiota por tratarla como a una cualquiera, de haber sido más cuidadoso y caballeroso, ahora mismo estarían durmiendo en la misma cama, posiblemente abrazados.

La imagen se le hizo bastante tentadora.

—Pero cuando una mujer pasa por eso, siempre necesita de su espacio. Está confundida y abrumada, hasta me atrevería a decir que desconfía de su propio atractivo físico, lo menos que ella querrá ahora es que tú la veas des...

—Es mi esposa —arrastró sus palabras y se incorporó de su sitio—. Y si ella desconfía de su atractivo físico, mi deber es demostrarle que está equivocada.

—Hijo...

—Sé lo que vas a sugerirme y no lo aceptaré, nana. —El tomaría al toro por los cuernos y buscaría arreglar sus errores, estaba harto de requerir la ayuda de terceras personas para poder llegar a Hope—. Dormirá conmigo, este es su dormitorio.

Su nana juntó los ojos con frustración y Cedric la pasó de largo para ingresar al baño. Se odió a sí mismo al verla hecha un ovillo en la bañera.

—Hope, el agua debe estar fría —comentó cautamente y las manos le temblaron al detectar su temor—. Ven, vamos a cambiarte, podrías enfermarte.

—¿Dónde está Penélope?, ella puede ayudarme.

Sus hermosos ojos azules se llenaron de lágrimas y su nana se apresuró hacia la bañera.

—Aquí estoy, cariño. —Sujetó su mano—. Dios santo, Hope, estás helada —soltó alarmada y eso fue más que suficiente para que Cedric dejara de mantenerse al margen.

Rápidamente la tomó en brazos, importándole muy poco si terminaba empapado, y su nana la cubrió con la toalla. Hope castañeaba los dientes y tiritaba como una pluma, por lo que fue necesario que aceleraran sus movimientos y la secaran con prisa.

Al menos Penélope ya había tendido su cama con nuevas sábanas.

Le pusieron uno de sus deportivos y una vez vestida, volvió a levantarla y la sentó en la cama.

—Ve por la secadora de Felicity o de Joy —le ordenó a su nada, acariciando la pálida mejilla de su esposa, y sacó un par de medias de su cómoda—. Pronto entrarás en calor, ¿de acuerdo? —Terminó de ponerle las prendas y prendió el calefactor.

—Dijiste que no implementarías el romanticismo en nuestra relación —dijo de pronto, llevándolo a quedarse sin aliento—. ¿No es mejor que tenga mi propia alcoba?

Hace unas horas, era justamente lo que pensaba darle, pero ahora no tenía la más mínima intención de apartarla de su lado por las noches.

—Y eres testigo de lo mal que terminaron las cosas por mi decisión —fingió indiferencia—. Creo que, por el momento, hasta que te embaraces, te mantendré en mi alcoba.

Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Where stories live. Discover now