Capítulo 39

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Todo era su culpa y lo sabía.

Felicity era muy consciente que su actitud en las últimas semanas fue deplorable, no podía culpar a Izan por dejarla, se había llenado de odio, rabia y celos hacia las hermanas Smith y todo había concluido de esa manera; dejándola sin novio y con sus hermanos furiosos frente a ella.

Al menos Joy estaba bien, nunca quiso enviarla a la camilla de un hospital.

—Estoy harto de esta situación —decretó Cedric, decepcionado, y bajó el rostro, apenada—. ¿Te das cuenta de la gravedad del asunto? Pudiste matar a Joy.

—No es para tanto. —La voz le tembló.

—Tengo casos de veinte personas que mataron a una persona por un simple golpe en la cabeza —espetó William con voz tenue, pero amenazadora.

Estaba furioso y ciertamente era el que más la asustaba.

—De verdad no quería que las cosas terminaran así.

—Debes ir a terapia, al menos seis meses, para que dejes de estar en observación por el gabinete de Albert Meyer School. Tienes que estar agradecida de que todo fuera muy discreto, de haber sido otra persona, ahora estaríamos lidiando con una demanda.

Cedric apenas y podía creer que su hermana hubiera llegado tan lejos, de que la historia se estuviera repitiendo de una manera desastrosa; por culpa de Felicity ahora era él quien estaba manipulando la justicia de la misma manera que lo hizo su padre para que no sufriera las consecuencias de lo que un accidente causó en una Smith.

Maldición, su hermana necesitaba ayuda o terminaría con la mente más retorcida que la de su madre, quien en un determinado momento intentó acabar con la vida de Hope por celos.

—Quiero irme a Londres —confesó con amargura, ya no tenía nada que la retuviera en Manhattan, después de lo que hizo, ella misma sabía que debía alejarse de las hermanas Smith para recuperar la cordura—. Puedo recibir terapia allá y enviarían mi informe todas las semanas.

No tenía amigos, sus hermanos no podían lidiar con ella e Izan ya no la quería.

Londres sonaba bien, podría ser un buen inicio.

—Entrarás a Wicombe Abbey, la directora es mi amiga y me encargaré de conseguirte una plaza. —Era lo mejor para todos, mantener a su hermana en Manhattan sólo empeoraría la situación.

Felicity asintió.

—Consigue el cupo y yo la llevaré el miércoles a primera hora para encargarme de su inscripción e instalación —informó William con voz dura, sorprendiéndolo.

¿De verdad lo ayudaría con esa responsabilidad?

Frunció el ceño, le resultaba extraño que la decisión no le molestara, sino mal recordaba, William estaba en contra de que su hermana se fuera.

—Hope te necesitará aquí, ella no podrá lidiar sola con la internación de Joy y no soy de su agrado, lo mejor es que tú te quedes con ellas.

Asintió, en ese sentido estaba en lo cierto.

—De verdad lo siento —volvió a decir su hermana, realmente arrepentida, y Cedric imploró en silencio para que la terapia la ayudara a menguar el odio que sentía hacia Hope y Joy.

—Yo lo siento más, Felicity —musitó y no pudo darle un abrazo, ¿cómo consolar a alguien que hizo algo tan malo?—. Puedes retirarte, supongo que querrás descansar un poco y decidir qué te llevarás a Londres.

La rubia lo obedeció y una vez que estuvo a solas con su hermano, ambos conectaron sus miradas.

—Necesita ayuda —dijeron en unísono, conscientes que no podían defender lo indefendible.

Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora