Capítulo 30

5.1K 1K 186
                                    


—Debes pensar que viniste a parar al peor lugar, ¿verdad? —Hope no pudo evitarlo y le sonrió con ternura—. Soy un pésimo esposo y ahora resulta que también soy el peor hermano de la tierra.

Acarició su brazo para transmitirle un poco de energía, se oía agotado.

—Te entiendo, a veces no sé cómo lidiaré con Joy, me la quitaron por tanto tiempo que siento que no la conozco —confesó con melancolía y tomándola por sorpresa Cedric la sentó en su regazo.

—Están en su peor etapa —reconoció él, besando su hombro—. No la entiendo y no importa cuánto la regañe, ella nunca obedece. Sólo espero que después de esta charla ella te deje tranquila.

Ella también lo esperaba.

Su cuerpo se estremeció al sentir como su chaqueta se aligeraba y dejó que la mano de Cedric se deslizara bajo su blusa, acariciando la piel de su vientre y posteriormente su...

—Ah... —gimió por lo bajo, aferrándose a su cuello—. Alguien podría entrar.

—Eres tan valiente, nunca creí que manejarías tan bien la situación. —Siguió amasando su pecho, regando besos por su cuello—. Pero me mentiste. —Presionó su agarre y posteriormente tiró de su sujetador para rodear su seno sin la intervención de una capa de tela.

—Ah... —Esta vez el sonido fue más agudo.

—Dijiste que hablaríamos todos y me echaste. —Pellizcó su pezón, robándole gemidos lastimeros.

—¿Por qué lo haces? Dijiste que no te... tomarías estas liber... mmm...

—Cada día me encantas más, cada día te deseo más y si no me dices que estoy despertando algo en ti parecido a la atracción o al amor enloqueceré. —Retiró su mano y fue por su rostro para besarla con pasión urgida.

En esta ocasión no perdió el tiempo y se reacomodó para subirse a horcajadas sobre él.

—¿Qué pasó con el «alguien podría entrar»? —preguntó entre beso, juntando sus pelvis.

—No lo sé, podría responderte o podrías dejar de perder el tiempo. —Su miembro palpitó contra su centro y entrelazó sus lenguas con ahínco, instándolo a hacer lo que sea para calmar la lujuria en su cuerpo.

—¿Quieres continuar? —Rompió el beso.

—Sí... —lloriqueó, iniciando un vaivén sobre su excitado miembro—. Por favor, dame paz.

Las yemas de sus dedos rozaron sus labios y algo sorprendida dejó que metiera dos en su boca.

—Chúpalos —pidió con voz ronca y tiritó al percatarse como su mano libre abría su pantalón.

Así lo hizo, los lamió, los chupó e incluso gimió cuando se los arrebató.

—Ahora bésame.

Se lanzó a él, cumpliendo su orden, y lejos de incomodarse cuando introdujo la mano en sus pantalones, separó aún más las piernas, ahogando sus gemidos por sus atrevidas caricias que indagaban la humedad de su centro.

—¡Mmm! —Se aferró al respaldar del sillón al sentir la primera penetración de un dedo, agradeciendo que él presionara su nuca para impedir que liberara sus labios—. ¡Mmm! —Un segundo dedo, las piernas empezaban a temblarle, el clímax estaba cerca.

Alguien llamó a la puerta.

—Mierda. —Liberó su boca, permitiéndole tomar una gran bocanada de aire, y para su sorpresa él no se detuvo, sino que aceleró sus movimientos.

No tuvo más remedio que clavar los labios en la piel de su cuello y chupar con ahínco, conteniendo sus gritos de placer.

—¡¿Quién?! —Se oía afectado.

—Ah —musitó y agarró una porción de piel más grande al sentir un tercer dedo.

—Eh... ¿Tardarán mucho? Tenemos hambre.

Era Jeremías, Hope buscó los labios de Cedric y volvió a besarlo.

—¡En diez minutos estaremos ahí!

¡No!

—Te necesito —confesó con un suspiro, meciéndose sobre sus dedos—. Un poco más, un po... ¡Mmm! —Le cubrió la boca con una mano, impidiendo que todos en la casa oyeran el sonido de su orgasmo emitido por su garganta.

El aire empezó a regresar a sus pulmones, igual que la paz seguida de la tempestad y no reprochó cuando Cedric la sentó correctamente sobre el sofá para hincarse en un pie.

—¿Cómo te sientes? —inquirió, bajándole los pantalones y su braga.

—¿Qué haces? —Dudaba que pudieran hacer algo en ese momento.

—Necesitas otros, mi amor —carcajeó por lo bajo y Hope se sacudió cuando le abrió las piernas y su lengua disfrutó de su esencia—. No quisiera vestirte —admitió, besando sus labios internos, y Hope jadeó cuando su cuerpo empezó a reaccionar de nuevo—, pero es necesario, debemos cenar.

—No... hazlo, por favor.

Regó un camino de besos por sus muslos internos.

—¿Quieres que te haga el amor?

—Sí... —lloriqueó.

—Porque eres mi esposa.

—Ajá. —No podía pensar con claridad mientras besaba sus muslos, cada vez más cerca del punto que lo anhelaba.

—Y estaremos juntos hasta que la muerte nos separe a partir del sábado —siguió hablando, chupando su piel con brío—. ¿Verdad?

—¡Sí!

—Y lo que Dios unirá, no separará el hombre, ¿verdad?

—Sí, sí, por favor, sólo hazlo.

—Bien. —Por un momento pensó que la complacería, pero en vez de eso se incorporó—. Supongo que, si sigo así, no tardarás mucho en decirme: me gustas, te quiero o un te amo, ¿verdad?

—¿Qué? —Se enderezó, las piernas aún le temblaban.

—Te lo dije, Hope, si no sientes algo por mí que no sea deseo o pasión, no me acostaré contigo.

Tenía que ser una broma, ella no diría esas palabras mayores en voz alta.

—Cedric...

—Enviaré un mensaje a Penélope para que te traiga una muda de ropa.

El calor trepó por sus mejillas, de más estaba decir que la gente del primer piso era muy consciente de lo que había ocurrido entre ellos.

No por nada su amigo más indiscreto decidió tocar la puerta. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Where stories live. Discover now