Capítulo 23

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—¿Qué haces trabajando en un club?

—Me gano la vida. —Se encogió de hombros y como si pudiera verlo, caminó del lado opuesto para implementar distancia.

Se rio sin humor alguno, ¿acaso estaban jugando al gato y al ratón?

—Me temo que en este estado no puedo ser una digna secretaria.

Apretó la mandíbula, ¿por qué había tanto cinismo en su voz?

Hope jamás le habría hablado así.

—No es un trabajo digno.

—Mientras no robe dinero sigue siendo digno.

Hope apenas y podía creer que él le hubiera dicho algo así, ¡claro que su trabajo era digno! Se ganaba cada centavo con su esfuerzo y talento.

—Me robaron dos mil dólares para que pudiera hablar contigo.

Lo correcto habría sido decirle que, si tanto le importaba su cochino dinero, se lo podían devolver, que ella misma iría por Grover para que así fuera; pero un diablillo que reía en su hombro izquierdo le susurró que lo enviara al mismísimo demonio.

—Es una lástima... —Hizo un mohín con los labios—, ¿perdiste tu don para tus inversiones?

—¡No estoy para juegos, Hope!

—Yo tampoco, Cedric. —Se mantuvo serena—. Mi trabajo es lidiar contigo por una hora, beber un par de copas para luego poder retirarme a mi departamento. Así que, si yo fuera tú, no dejaría que mi tiempo se malgastara.

—Sabes muy bien lo que debes hacer; debe gustarte mucho atender a otros hombres. —Lo sintió acercarse, pero no retrocedió ni se apartó.

—Más cuando son tan idiotas como tú para pagar una fortuna por ver... ¡Ah! —jadeó cuando rodeó su cintura con firmeza y la pegó a su fornido pecho.

—¿Te crees muy graciosa?

—Suéltame, si grito te echarán del club y de la zona a patadas. —Su amenaza fue tan contundente, que él le obedeció.

—¿Qué diablos hiciste con mi mujer? Ella jamás me habría dicho algo así.

Su mujer... No pudo evitarlo y carcajeó sin humor alguno.

—Para que yo sea tu mujer primero tendrías que ser un hombre, Cedric, y lastimosamente a penas y llegas a cobarde.

—Estoy harto de esto. —Sujetó su muñeca con firmeza—. Vendrás conmigo, volveremos a...

—¡No! —Se zafó de su agarre—. Yo no iré a ningún lado contigo, estoy de lo más cómoda aquí y no dejaré que me saques de mi hogar.

—Tú no puedes quedarte aquí —afirmó encolerizado y Hope se apartó de su lado, levantando la falda de su vestido—. Ni siquiera necesitas rebajarte a esto para ganar dinero, yo te daré una mensualidad.

Sonrió con amargura y lo encaró con sus ojos invidentes.

—Ese es el problema contigo, Cedric: que un momento quieres cuidarme y minutos después me lastimas físicamente; que una noche prometes protegerme y a la mañana siguiente me echas de tu casa; que una mañana dejas claro que no me darás ni un centavo y ahora quieres dármelo todo.

Cedric sintió un nudo en la garganta y no fue capaz de darle una respuesta inmediata, en aquel entonces se sintió muy abrumado y confundido, pero ahora las cosas eran diferentes y estaba dispuesto a hacerlo mejor.

Déjame quererte *Almas perdidas* (EDITADA)Where stories live. Discover now