Cap. 51- Decir adiós.

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Preparen los pañuelos mujeres, porque esto recién empieza. Estamos en la recta final. Tal vez 3 o 4 capítulos más, con epílogo.

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Los meses cálidos de verano en los cuales se había celebrado la vendimia quedaron atrás. Ahora una estación otoñal se había hecho presente hace un par de semanas. Las hojas cayeron de sus árboles ya marchitas, las flores se deshojaron perdiendo su belleza, y el viento soplaba cada día más frío. Pero nada de eso restaba la belleza que representaba el otoño.

Pero a pesar de toda esa belleza había una flor que cada día se marchitaba aún más. Por más que se le pusiese a resguardo del clima iba perdiendo sus hermosos pétalos que tanto color y perfume supieron brindar en su mejor época. Ya poco le quedaba, su tiempo cada vez se acercaba más, posiblemente antes de que acabase el invierno.

Lo sabía, lo sentía y rogaba que así fuera, eso indicaba que podría disfrutar una navidad más con ellos. No faltaba mucho para que diciembre llegara, solo un par de días y se aseguraría de llegar a esa fecha y disfrutar lo mejor que podía. Contemplaría una vez más el magnífico panorama que le brindaría la nieve, ese sería un gran espectáculo que disfrutaría sin duda.

Evitó mirarse al espejo, la mujer que allí se reflejaba no era ella y no quería deprimirse por ello. Anudó bien su turbante sobre su cabeza y se abrigó lo suficiente, puede que afuera no se sintiera tanto el frío pero su cuerpo sentía y resentía cada grado de temperatura.

Salió de su habitación que se encontraba en la planta baja, dada su condición era mejor evitar las escaleras y cualquier cosa que la agitara en demasía. Se guió por el sonido de la música junto a las voces llegando así a la sala, en donde encontró a todos. Annette junto a Sophie tocaban el piano en una suave melodía, pudo observar el pequeño vientre de Sophie desde la distancia.

Su enfermera no tardó en llegar junto a ella ayudándole el resto del camino hacia el sofá. Una vez se sentó, Alex, lo hizo junto a su lado sin esperar más tiempo. Michelle sonrió y acarició sus cabellos, intercambió miradas con Thomas quién le sonrió. Estaba siendo un día agradable sin dudas.

Así pasaron los días, diciembre llegó con un invierno adelantado y pudo apreciar el manto blanco que dejaba a su paso la nieve al caer. Ese día no había salido de su cama, solo se dedicó a observar el paisaje desde la ventana.

Aprovechando la tranquilidad de su habitación escribió dos cartas para cada uno de sus hijos. En esas líneas dejaría impreso cuánto los amaba, la fuerza que le dieron cada día para luchar y alargar más su vida; explicaba también el motivo por el que se había marchado dos años atrás y lo difícil que había sido esa decisión; también les hablaba de lo que sucedería cuando ella ya no esté, pero que no se pusieran tristes porque ella siempre estaría a su lado. Es más, les decía que cuando mirarán hacia el cielo podrían encontrarla en la estrella más brillante.

Unos golpes en la puerta la sacaron de su concentración. Sabía quién era y dio el adelante.

– Me dijo Diana que me llamabas. –asomó Sophie tras la puerta.

– Así es, pasa y toma asiento. –indicó al tiempo que guardaba cada carta en su respectivo sobre para luego escribir el nombre de cada uno de sus hijos.

– Tú dirás.

– ¿Cómo vas con tu embarazo? –preguntó a cambio con verdadero interés.

– Bien. Tranquila, aunque con antojos y no paro de comer. A este paso voy a rodar para el sexto mes. –dijo divertida.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Where stories live. Discover now