Cap. 15- Visita, deseo y celos.

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Acomodó la última prenda dentro de su maleta, sin olvidar ningún documento personal y su pasaporte. Sería un gran viaje hasta Inglaterra, pero había escuchado tantas buenas reseñas de la calidad de vinos en aquella parte del mundo, que después que se lo recomendarán no dudó un segundo en armar sus maletas.

Sí después de comprobar que la calidad de aquellos vinos cumplían con su estándar, seguramente intentaría asociarse con el señor Müller.

¡Figlio! –la voz de su madre resonó en toda la casa mientras escuchaba el repique de sus tacones subir las escaleras– ¿Pietro?

– Aquí, mamma –respondió tranquilo mientras cerraba el cierre de su maleta y la colocaba a un costado de su cama–. En mi habitación.

– Ay, mio figlio –sonrió con ternura al verlo aún en casa–. Por un momento creí que te irías sin despedirte de tu amata madre. –dramatizo divertida.

– Claro que no, mamma –se acercó a ella y la abrazó con fuerza– ¿Cómo sigue mio nonno? Tal vez debería quedarme hasta que mejore.

– Sigue igual que hace una semana atrás. Escúchame bien, Pietro –pidió mientras le arreglaba el cuello de la camisa como si ésta tuviera alguna falla–. Sabes que la salud de tuo nonno es delicada en estos momentos pero no por eso debes posponer tus negocios, tus decisiones o tu vida –reprendió–. Tuo nonno me ha pedido que te diga que te desea mucha suerte en tu viaje y también dijo que espera verte acompañado por alguna bella signorina –dijo con picardía–. No le importa si es italiana o inglesa, siempre que sea una buena muchacha.

Mamma –protestó–. Voy a Inglaterra por negocios. No a casarme ni nada por el estilo.

– Bueno, eso piensas tu. Pero mí intuición de mujer no se equivoca respecto a este viaje –Pietro no pudo evitar poner sus ojos en blanco–. Es hora de que me des nietos. Ya tienes 34 años, ragazzo.

– El taxi me espera, mamma. –dijo intentando huir de la conversación y se acercó a darle dos besos, uno en cada mejilla y ella respondió de la misma manera–. Te llamo al llegar, ¿va bene?.

Va bene. –respondió resignada cada vez que él intentaba evadir el tema.

– ¿Me despides de mio nonno?

– Lo haré. Ten buen viaje, mio figlio. –volvió a abrazarlo.

Pietro, tomó su equipaje y abordó el taxi rumbo al aeropuerto. El vuelo no sería tan largo hasta Londres, pero al llegar debía alquilar un vehículo para transportarse hasta los viñedos Müller, eso sí le equivaldría más horas de viaje.


El sol del mediodía estaba demasiado intenso. La mayoría de los trabajadores llevaba camisas largas y sombrero para evitar la insolación. Cada uno contaba con una botella de agua que resguardaban a la sombra y cómo buen jefe y dueño del lugar, Thomas, trabaja codo a codo con ellos en la misma condición.

Según el pronóstico pronto llegarían las lluvias y por suerte sería después de la vendimia, lo que les vendría bien ya que podría afectar a la producción.

Siguió con su laborioso trabajo en los viñedos. Y por dos años hacer el trabajo manual le ayudó a sobrellevar el vacío y el rencor que dejó, Michelle, en él. Usó el trabajo como método de escape y al fin de cuentas, le sacó el mejor provecho a eso.

También fue uno de los motivos por el cual exigía a sus empleados que trabajasen con más empeño como él también lo hacía, ganándose con esto que lo tildaran de gruñón y odioso.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora