Cap. 43- Otra oportunidad.

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– ¿Londres? –preguntó una muy triste Annette.

Sin duda, el que Sophie se vaya de su lado no le gustaba ni un poquito. Durante todo ese tiempo había logrado tomarle cariño muy rápido y eso no era muy usual en ella. Y resulta ser que se marchaba demasiado pronto.

– No quiero que te vayas. –aseveró Annette en un comportamiento rebelde.

– Anni... –susurró Sophie, mirándola afligida.

– ¡No! ¡No quiero que lo hagas!. Harás lo mismo que mamá, te irás solo porque tienes miedo. Y si lo haces, voy a... voy a odiarte. –sentenció. Diría cualquier cosa con tal de convencerla, incluso hacerla sentir mal por su decisión.

– Si, tienes razón. Tengo miedo –confesó Sophie al borde de las lágrimas. Annette había dado en el punto exacto. Sophie sujetó sus manos entre las suyas en un gesto cariñoso–. Cielo, sé lo que es crecer sin una mamá; tu y tu hermano, tienen otra oportunidad de estar con su madre y de disfrutarla el tiempo que le queda. Yo les daré ese tiempo a ustedes, por qué así lo creo mejor para todos. No espero que estén de acuerdo conmigo, solo espero que respeten mi decisión.

– Pero no es justo que te vayas. –manifestó Alex con tristeza.

– ¿No crees que estás tomando una decisión un poco precipitada? –cuestionó Polette.

– Lo he pensado mucho en los últimos días. Precipitado o no, es lo que decidí –suspiró profundamente sintiendo el dolor en su pecho–. Y no quiero irme con ustedes así. Por favor. Alex, Anni; saben que el cariño que les tengo es real. No duden de eso, por favor –Sophie, se acercó a ellos y los abrazó–. Quiero que sonrían, su mami está aquí con ustedes dos y eso ya es motivo para sonreír, ¿Sí?

Sophie, bien sabía lo que era crecer sin una madre presente y el vacío que esta siempre deja en los corazones de sus hijos. Ellos tenían una nueva oportunidad de poder estar con ella, antes de que sea tarde. Hacer las pases, perdonarse, amarse. La vida les estaba dando ésta oportunidad y no debía de ser desaprovechada. Debían disfrutar cada minuto que se les otorgaba, como uno de los mayores regalos de la vida.

Sophie, de alguna manera sabía que esto no era un adiós definitivo, solo un hasta pronto. Esperaba que ellos pudieran comprender eso.


De pie junto al ventanal, Thomas observaba la gran ciudad de Londres. El doctor no tardaría en llegar con el alta y todo sería un hecho. En su mente cruzaron todos los episodios de los últimos años hasta los vividos hace unos minutos, y todo se detuvo en él, cuando Sophie, habló de irse de su lado.

¿Qué sucedía con ella, para tomar esa decisión? ¿Miedo, inseguridad? ¿Qué era? No se conformaba con la idea de que no quería hacer sentir mal a Michelle. Sentía que había algo más, pero lo volvía loco no saber qué.

Miró de reojo a Michelle, que había quedado dormida hace un par de minutos. La delgadez de su cuerpo era muy notorio. Prácticamente parecía ser otra persona la que sus ojos contemplaban en ese instante. Pero a pesar de eso, sus ojos avellanas, su mirada, seguía siendo la misma mujer de siempre.

Volvió su mirada hacia los edificios de enfrente y respiró conteniendo el oxígeno el mayor tiempo posible en sus pulmones y lentamente lo fue liberando. Necesitaba relajarse, serenarse, pero le era casi imposible. Sentía una rara sensación instalarse en el centro de su pecho. Una incomodidad que no supo descifrar.

La puerta se abrió dándole paso a Patrick, quién lo miraba con un semblante preocupante. Por alguna razón la sensación en su pecho se incrementó.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Where stories live. Discover now