Cap. 28- Ausencia.

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Sólo faltaba un par de días para el cumpleaños de Polette y cómo había asegurado aquella oportunidad, Imelda Waltz se estaba encargando de todo con una emoción no muy común en ella.

Había mandado a encargar el catering, trayendo arreglos y decoraciones, entregó las invitaciones sin olvidarse de nadie.

Estaba tan al pendiente de la celebración que no quería pasar ni un detalle por alto. Esa sería una gran noche. Ya tenía todo planeado, sólo debía generar el ambiente perfecto.

Su presencia en la finca no cesó. Iba y venía cómo dueña del lugar. Su comportamiento con Sophie, se limitaba en saludarla amigablemente sin tener que demostrar su rechazo libremente, menos cuando Thomas, estaba cerca.

Mientras ya había pagado al mejor investigador del país para poder encontrarla. Había pasado una semana desde el encargo y sólo recibía respuestas vagas sobre su paradero. Después de dos años podía estar en cualquier lugar del mundo. Pero tenía en mente que daría con ella tarde o temprano.


Por otro lado, en otro país; se debatía internamente en llamarla o no. Habían pasado un par de días que no hablaban y hace una semana que se había regresado.

Caminó de un lado a otro, nervioso. Pensar en ella lo hacía convertirse en un adolescente y no en el hombre de 34 años que era. ¿Qué era lo que le estaba pasando?

Tomó su celular y sin más, llamó.

No hemos terminado de hablar –escuchó a lo lejos otra voz que protestaba cuando contestaron la llamada– ¿Hola? –su inconfundible vocecilla sonó del otro lado de la línea. Se oía divertida.

– Polette, ¿Cómo estás? –dijo algo nervioso y aclaró su garganta.

– ¿Pietro? –preguntó asombrada seguramente mirando la pantalla de su celular para asegurarse que era él.

– Sí, soy yo.

– ¡Hola! –dijo con más emoción de la esperada– ¿Cómo estás?

– Ahora que te escucho, mejor –se reprendió mentalmente por lo dicho. ¿De dónde había salido eso?– quiero decir que bien, con algo de trabajo. –se corrigió rápidamente.

– ¿Por qué llamabas? –cambió su emoción al escuchar lo último. Acababa de admitir que la extrañaba y por algún a razón, eso le gustó. Pero se retractó con rapidez– Tal parece que tienes bastante trabajo.

– Quería saludarte... Hace días no hablamos. –respondió y se dijo a sí mismo de que era un idiota por no usar bien las palabras.

– Bueno, somos amigos; no es que tengamos una relación más íntima cómo para hablar todos los días. Tú lo dejaste claro aquella vez.

Se dio una cachetada mental por aquello. Claro que no quería ser sólo amigos, pero fue lo que pidió aquella vez.

– Lo sé. Pero como amigos quería saber cómo estabas.

Polette, debemos seguir hablando. –volvió a escuchar aquella voz detrás de la línea y lo molestó de que fuera una voz masculina. ¿Quién era aquél? No era la voz de ninguno de sus hermanos.

– No sabía que estabas ocupada con alguien –dijo intentando ocultar su molestia. Polette sonrió por ese cambio en su voz–. Tal vez deba llamarte otro día.

– Es algo sin importancia –respondió ella con tranquilidad–. Dentro de unos días será mi cumpleaños, no sé si habrás recibido la invitación de mí tía, pero si no, lo hago yo –aclaró su garganta–. Bueno, eres socio de mí hermano y mi amigo, así qué estás invitado. –dijo nerviosa jugando con un mechón de su cabello.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Where stories live. Discover now