Cap. 32- Cambio.

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No fue sorpresa de nadie que al día siguiente, la señora Imelda, llevará de nuevo a su invitado especial. Alegando de qué no podía irse aún, sin antes conocer los viñedos, por los que supuestamente venía a hacer negocios con Thomas.

Fue recibido y con Thomas hablaron de negocios y recorrieron los viñedos sin prisa, pues el día se aprestaba para disfrutarlo al aire libre.

A cada nada el francés aprovechaba para mirar de reojo a la pelinegra, siendo descubierto por ella, quien fruncía su ceño desconcertada por tal atrevimiento.

Pues aquel le llevaba 15 años de diferencia y aunque por momentos comparó la diferencia con la de Pietro, se dijo a sí misma que no era lo mismo. Pues con el italiano se llevaba casi 12 años. Un par menos pero para ella hacían la diferencia.

Aunque la diferencia más grande era que Polette, se sentía atraída por aquel castaño de mirada seductora, cayendo en sus encantos, sin saber cómo.

Y tampoco tenía la menor intención de corresponder las miradas de Jérôme, ni nada de lo que viniera de él, pues cuando algo le interesaba podía llegar a ser muy fiel, a lo que ella pedía lo mismo de la otra persona. Lo cual el italiano no tuvo ningún problema en aceptar.

Siempre dejándole en claro lo que habría entre ellos. Sin pasar los límites de los sentimientos, porque ese era un campo al que Pietro, no quería volver a entrar.

Pero aún así compartieron un par de besos la noche después su cumpleaños. Unos muy ardientes besos, sin más, pues a Pietro no le parecía correcto hacer algo más con ella que sólo, besarla y tenerla contra si, sentir su cuerpo entre sus brazos; lo que el límite de su cordura le permitía.

Pero las ganas de tomarla y encerrarse en una habitación con ella a solas, eran inmensas. No supo de dónde sacó su autocontrol para no llevar a cabo sus bajos instintos con la pelinegra, esa noche.

Pero que, Jérôme, no se pasara de listo con su chica, porque en cualquier momento, Pietro, iba a imponerse frente a él y dejarle bien en claro a quien, Polette, había elegido. Aunque pudiera jugarle en contra a su reciente amistad con Thomas, podía llegar a arriesgarse por eso.

Así mismo compartieron mesa todos juntos ese día. Para sorpresa de los hermanos Müller, la actitud animada de su tía les llamaba poderosamente la atención, pues sacaban sus conclusiones que eso se debía a la presencia de Jérôme, en la casa.

Y llegaron a pensar que su tía sentía algo hacia el francés, pero fue un pensamiento que se esfumó muy rápido. Pues parecía que su tía lo trataba más cómo a un hijo, pero en este caso sería cómo a un sobrino, pues ella nunca quiso tener hijos.

Los negocios que, Jérôme, logró hacer con Thomas, alegando que sería bueno tener su marca de vinos en los restaurantes de su padre; le garantizaban hacer una que otra visita por los viñedos y poder tener a la pelinegra cerca y enamorarla para concretar los negocios con la señora Imelda. A quien le garantizó acciones en su negocio si lograba desposar a, Polette, cuánto antes. Pues era lo que necesitaba para heredar la cadena de restaurantes de su padre. Aparte la chica le gustaba. Sería un buen negocio después de todo.

Pero ninguno de ellos tomó en cuenta de que Polette, pronto continuaría con sus clases en la universidad y se hospedería en los dormitorios propios de dicha universidad.

Y lo más importante, ninguno de ellos se imaginaba que ella, estaba interesada en un muy atractivo y celoso italiano. Y que lo que el francés pudiera llegar a ofrecerle, no le interesaba en lo más mínimo.


Por otra parte la situación de Emily con Patrick quedó complicada, cuando la noche del cumpleaños de Polette; Patrick acompañó a Emily a los dormitorios y antes de despedirse, culpando tal vez a las copas que tenía encima, devoró la boca de la rubia.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Where stories live. Discover now