Cuando sus labios se separaron, Sophie se aferró a él en un fuerte abrazo rodeándolo por el cuello y los brazos de Thomas la sujetaron con fuerza.
Se sentía en calma, relajada. Thomas le brindaba esa tranquilidad y seguridad que siempre añoró.
Se alejó sólo un poco de él para mirarlo a la cara y sus ojos azules brillaron junto a una hermosa sonrisa.
Sophie depositó un beso en sus labios y se subió a horcajadas sobre él, acomodando sus piernas a cada lado de su cuerpo. Besó su mejilla con ternura y descendió a su cuello dejando un camino de besos que envolvieron a Thomas en un placer diferente al de antes.
Él acarició su espalda y dejó que ella le besara todo el cuello a su gusto y antojo. Se dejó hacer bajo el efecto de sus caricias.
Sophie apartó su rostro al notar la respiración un poco agitada de Thomas y sus ojos notaron aquella diferencia en su piel. Una pequeña mancha en la parte baja de su cuello, que antes no pudo ver a causa del cuello de la camisa que llevaba durante la cena. Supo que aquello era un chupetón.
– Tienes un... –dijo Sophie y Thomas no supo bien a que se refería– un chupón.
– ¿Qué? –preguntó un poco confundido por lo que cuestionaba.
– Aquí –señaló la zona en cuestión–. Una marca morada. Sé que es un chupón, porque tu me dejaste un par en mis pechos.
– Debió de ser anoche. –respondió no muy seguro de sus palabras.
– No recuerdo haberte besado así para dejarte una marca. –dijo haciendo memoria.
– Tal vez no te has dado cuenta. –dijo restándole importancia.
– Puede ser. –dijo no muy convencida porque no lo recordaba, pero decidió dejar el tema de lado.
Thomas comenzó a acariciar sus muslos con lentitud y buscó sus labios para volver a perderse en su sabor.
Le sorprendió un poco cuando Sophie movió sus caderas a su encuentro.
– Pequeña –dijo al separarse de su boca–, no creo que...
– Pero quiero.
Lo interrumpió y lo miró con esa cara de niña que le encantaba. Y haciendo caso a sus impulsos, la sujetó de sus caderas y la recostó sobre la cama.
– De verdad quisiera hacerlo lento cómo anoche, pero necesito cogerte duro. –dijo con la voz ronca a causa del deseo.
Sophie ahogó un gemido ante la idea de aquello y la verdad es que le gustaba bastante.
Volvió a su boca en un beso demasiado húmedo jugando con su lengua y, terminó el beso haciendo el ruido de un chupeteo en sus labios y descendió a su cuello.
Sujetó su remera para quitársela y le encantó ver que no llevaba sujetador. Se lanzó sobre sus turgentes pechos y lamió sus pezones para luego chuparlos y hacer que Sophie gimiera por ello. Todo su cuerpo respondía tan bien a sus caricias.
Besó su vientre y fue bajando su pantalón junto a las bragas. Pudo notar su humedad entre sus piernas y, la boca se le hizo agua y su miembro erecto apuntaba al techo marcándose sobre la tela.
Se hizo espacio entre sus piernas besando la cara interna de sus muslos y devoró sin medida su sexo húmedo; pasó su lengua a lo largo de su abertura hasta encontrar aquel botón de placer que enloqueció a Sophie.
Sin previo aviso la dio vuelta y besó sus glúteos para luego morderlos. Sophie apretó las sábanas y gimió contra la cama.
Thomas la sujetó por las caderas, elevándola y no pudo resistir la tentación de asestar su mano contra la piel blanca de sus nalgas. Y le fascinó al ver que su piel se tornaba de un rojo exquisito. Se inclinó y volvió a devorar su sexo ganándose sus hermosos gemidos.
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La Institutriz | Mi Luz (libro 1)
RomanceSophie Moore es una joven risueña, amable y encantadora que recién comienza a descubrir sus propios deseos, el placer y el amor; y todo lo descubrirá de la mano del señor Thomas Müller, a quien creyó sería un ogro gruñón como le dijeron que sería. P...