Cap. 25- Señora Waltz.

9.3K 447 9
                                    

Thomas miró a Sophie para indicarle que todo iba a estar bien, que no tenía de qué preocuparse y la sonrisa que le brindó confirmaba sus palabras.

Sujetó su mano con fuerza y enfrentó la situación. Su tía los miró incrédula y le dedicó una mirada de puro desprecio a Sophie que se sintió cohibida.

– Tía, tanto tiempo. –saludó Thomas más por educación que por otra cosa.

– ¿Eso es lo que me dirás? –preguntó indignada– ¿Quién es esta niña? –preguntó sin ocultar su molestia.

– Ella es Sophie, mi novia y no es una niña.

Ante esa mención su tía lo miró como si hubiera perdido el juicio y su acompañante se río incrédula.

– ¿Qué es lo que te trae por aquí, tía? –cuestionó ignorando la falta de respeto de ambas mujeres, porque si no lo hacía toda la situación terminaría mal– Te esperaba para la vendimia.

– Tuve unos negocios que resolver, pero de haber sabido lo que había sucedido hubiese suspendido todo y habría venido esa semana.

– ¿A qué te refieres? Nada malo pasó. –tranquilizó Thomas.

– ¿Nada malo pasó? –preguntó con más indignación– primero me entero que despediste a tu enóloga por causa de una niña y resulta que esa niña es ahora tu ¿novia?. ¿Has perdido el juicio, Thomas?

– No sé lo que le has contado a mi tía –dijo dirigiéndose a la pelirroja–; pero estoy seguro que distorsionaste un poco la historia.

– Sólo dije la verdad, esa niña se te metió por los ojos y no soportó verme contigo que hizo todo para que tu me despidieras. –mintió sembrando su veneno.

Sophie miró de una a otra, y luego centró su mirada en Thomas, quién sonreía incrédulo por lo que escuchaba.

– Acaso ¿te escuchas cuando hablas, Rose?. No puedo creerlo.

– No me interesa cómo sea la versión de la historia –interrumpió su tía–. El caso es que la despediste sin motivo durante la vendimia, y aquí te veo tan tranquilo y de la mano de esta niña.

– Si lo que te preocupa es que haya descuidado la producción del vino por falta de un enólogo, puedes quedarte tranquila por eso, tía. Hice una llamada y en menos de una hora ya tenía quién se encargará de la supervisión y calidad del vino.

– Rose trabaja para ti desde hace años –rebatió–, y eso parece que no valió de nada para ti.

– Aprecio su trabajo de enóloga, pero después de lo que hizo... me pareció que lo correcto es que no trabajará más para mí.

– ¿Por esta niña? ¿no es así? –preguntó su tía con molestia.

– El motivo ya no importa –cortó molesto–. Lo que sí me importa es el por qué Rose, está aquí.

– Volverá a trabajar para ti. –no pidió, ni preguntó, si no que sentenció.

– Claro que no –contradijo Thomas perdiendo la paciencia–. Yo la despedí, ya recibió su indemnización y no tiene por qué reclamar nada, menos acompañada de ti.

– No estoy pidiendo tu permiso, muchacho –declaró su tía con prepotencia–. Ya dije que volverá a trabajar para ti, quieras o no.

– ¿En serio? –preguntó y no pudo evitar reír sin gracia por todo. Esto ya sobrepasaba los límites y estaba cansado de que su tía siempre quisiera mandar, o en su trabajo o en su vida. Ya no más– Pues fíjate, tía que no va a ser. Rose no volverá a poner un pie en esta casa –desvió su mirada furiosa a la pelirroja– ¿no te quedo claro la última vez? –preguntó con desdén.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Where stories live. Discover now