Cap. 49- Dando las buenas nuevas.

7.8K 378 11
                                    


Al mediodía de la mañana siguiente cuando Polette, cargaba sus maletas en el portaequipaje del auto de Thomas, con seriedad y decisión; Imelda salía de la mansión ofuscada y furiosa.

No podía creerlo. No había podido convencer a su sobrina de lo que conseguiría si al final se casaba con Jérôme. Obviamente omitió la parte en donde ella ganaría un porcentaje en las acciones de su empresa. No tenía por qué saberlo.

Pero la pelinegra volvió a pegar el grito en el cielo y le advirtió que dejase ese tema de una vez, porque se lo haría saber a Thomas, y las cosas no serían nada lindas. Aparte también le dejó en claro, que no aceptaría pues ahora se encontraba en una relación con Pietro, y que seguramente a él, no le caería nada bien la noticia.

La mirada que Polette le dedicó a su tía no era nada dulce. Tenía su ceño fruncido y la impotencia clavada en lo amargo de su garganta. Siempre su tía tenía que meterse en su vida y tomar decisiones por ella. Pero no esta vez. Bien le dejó claro cuando hablaron en la noche. No le importaba si eran con buenas intenciones o no, o solo lo hacía para tener buena apariencia con el mundo. Eso era lo que menos le importaba a Polette. Por su culpa había terminado con una relación que quizás pudo ser una muy linda. Quizás.

Cerró el portaequipaje e ingresó nuevamente a la casa. Aún era algo temprano para marcharse, pero sentía que necesitaba salir de esa casa y alejarse de la presencia de su tía de una buena vez. Quería compartir con sus hermanos y despedirse de Michelle. Quién sabe cuándo volvería a verla.

Apenas entró a la casa, dos miniaturas iguales a su hermano se adhirieron a su cintura abrazándola. En un par de años estaba segura que alcanzarían su altura y el otro, seguro la pasaría. Sonrió por eso.

– Vamos a extrañarte mucho, tía Polette. –manifestó Annette, con voz triste.

– ¿Vendrás a visitarnos? –cuestionó Alex.

– ¡Ey! No te pongas tristes, cariño –le susurró amorosa a Annette–. No me iré por mucho. Intentaré venir los fin de semana a visitarlos. ¿De acuerdo? –acarició y besó sus cabellos con cariño.

– Si es así, entonces te dejamos ir tranquila. –agregó Alex.

– ¿Tranquila? –preguntó confusa Polette y algo divertida también.

– Sí. No haremos berrinches cuando tengas que irte. –aclaró el pequeño con sus ojos azules traviesos. Polette sonrió. Los extrañaría muchísimo, eso era seguro.

– Llámanos, no lo olvides. –ordenó Annette.

– No lo olvido. –aseguró.

– Polette. –la llamó Sophie apenas entró y la vio en la sala junto a los niños.

– Dime. –Polette levantó su cabeza y la observó.

– Quiero decirte algo antes de que te vayas. –le dijo Sophie un tanto nerviosa.

– Voy. Niños, denme un momento. –indicó y fue en dirección de Sophie.

Ambas caminaron hacia el jardín de la casa, aquella en donde estaba aquel gazebo.

– Tú dirás. –cedió Polette a Sophie, quién apretaba sus dedos nerviosa.

– Bueno... yo, quería decirte que... Thomas, ya le dijo a Patrick, y yo te lo diría a ti antes de que te vayas.

– ¿Decirme qué cosa? –cuestionó realmente intrigada.

– Que... bueno, ehm... –sonrió nerviosa antes de soltarlo– estoy embarazada.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ