Cap. 12- Prejuicios.

12K 500 16
                                    


El sol ya caía en el horizonte y a paso lento caminó hasta un gazebo de madera hexagonal que se encontraba en el patio, a unos metros de la casa. El gazebo estaba adornado con algunas trepadoras florales y le venía bien ya que al ser apartado y el aroma que desprendían las flores, le brindaba a Sophie privacidad y por ende tranquilidad.

Las manos le temblaban al igual que sus piernas. Todo de ella temblaba y tomó asiento en uno de los bancos que conformaban el lugar por miedo a caer.

Respiró largo y profundo. Podía sentir el calor en sus mejillas y no pudo evitar llevar una de sus manos a sus labios recordando lo bien que se sintió aquel beso.

Se vio sonriendo como tonta y se mordió el labio por ello. Aún la suavidad de aquellos labios seguían impregnados en los suyos.

Si antes no había podido concentrarse en dar la clase a los mellizos después de aquel beso, menos. Fue un completo desastre tratando de impartir la clase, tanto que Annette y Alex lo notaron, claro, sin saber el verdadero motivo de su comportamiento.

Dio por terminada la clase disculpándose con cada uno de ellos diciendo que no se sentía del todo bien. Claro que los mellizos agradecieron terminar antes para tener ellos más tiempo libre.

Una suave brisa revoloteo sus cabellos desordenándolos un poco. El calor de aquellas manos sujetando su rostro la estremeció una vez más y recordar sus labios y su lengua la hacía volver a desearlos de nuevo contra su boca.

– Te encontré –dijo una muy animada Polette caminando en su dirección–. ¿Qué hacías?

– Nada. Sólo... despejaba la mente –dijo y aclaró su garganta–. Tu ¿qué haces?

– Quería conversar contigo –dijo y tomó asiento a su lado–. Conocernos. Así nos llevamos mejor –sonrió y Sophie la imitó. Tal vez su compañía le venía bien para olvidar lo sucedido horas atrás.

– Me parece bien. –concordó.

– Fantástico –Polette la miró atenta y llevó una mano a su mentón mientras pensaba alguna pregunta que hacerle–. ¿Qué edad tienes?

– 23 años, ¿tu?

– 22 años. Mis hermanos me tratan cómo sí aún tuviera 18 años –dijo en una mueca de disgusto–. Me gusta que me cuiden, pero a veces se torna algo agobiante –confesó con una ligera sonrisa.

– Me imagino que eso hacen los hermanos mayores, ¿no?.

– Supones bien. –dijo Polette entre risas–. Y ¿has tenido algún novio? –quiso saber.

– No –dijo reprimiendo una sonrisa nerviosa–. El orfanato era de sólo chicas. Y en el Instituto habían algunos chicos, pero ninguno que llamara mi atención.

– ¿Pero en el pueblo no había alguien?

Indagó divertida haciendo sonreír a Sophie quien a su pensamiento llegó la imagen de Thomas.

– Nadie especial. ¿Y tú?.

– Tuve un novio en la universidad de Londres –dijo con una sonrisa coqueta. Sophie la escuchó atenta–. En el tiempo que estuve allí estudiando conocí a Philip. Era un encanto, buen besador –suspiró–; aunque no éramos novios oficiales.

– ¿Por qué no?

– Mi tía, la gran Imelda Waltz –mencionó aquél nombre con fastidio–. Ella creía que él era un donnadie porque era un artista ¿Puedes creerlo? –preguntó con indignación–. Le gustaba pintar cuadros, era muy bueno, pero mi tía decía que eso no lo llevaría a ningún lado y me vi obligada a terminar lo que teníamos. Al final quedamos como buenos amigos, terminé mis estudios y regresé por las vacaciones de verano.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Where stories live. Discover now