Cap. 11- Quiero probar.

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Su mano libre se posó en su cintura y esa curva lo volvió loco. Cerró sus ojos con fuerza, no podía permitirse perder el control. No con ella. Sophie debía ser tratada cómo la más delicada flor.

Apoyó su frente en la parte posterior de su cabeza y olió el rico aroma de su cabello. El cuerpo de Sophie se estremeció ante tal cercanía y Thomas lo percibió de inmediato.

Ella era diferente a cualquiera que haya conocido antes. No podía asaltarla así no más. Intentó apartarse pero la suave mano de Sophie se posó sobre la suya, aquella que sujetaba su brazo. Impidiéndole apartarse de ella.

– No –dijo Sophie apenas audible–. Yo...

– ¿Tú qué? –instó al verla callar. Quería saber hasta qué punto ella se atrevía a pedir lo que deseaba– Dime.

– Quiero probar. No te detengas –pidió en un susurro y ese fue el detonante para el autocontrol de Thomas quién cerró sus ojos con fuerza.

– Sophie, no sabes lo que estás pidiendo. –dijo con la voz más grave de lo normal y Sophie fue consciente de ese cambio en su voz, enviándole descargas eléctricas por todo su cuerpo. Ella no se dio cuenta pero Thomas estaba excitado.

– Exacto. No lo sé –dijo cerrando sus ojos y respiró lentamente–. Y quiero por una vez en la vida probarlo –pidió con sus nervios de punta. Aún seguía temblando por ello.

Al decir Sophie aquello, pidiendo probar aunque sea un mínimo de lo que él pudiera ofrecerle, le aseguraba a Thomas que su suposición de que la muchacha era virgen era acertada.

Pequeña, vas a volverme loco –pensó Thomas.

Se apartó de ella y caminó hacia la puerta de la biblioteca. Sophie sólo lo miró, acaso ¿se marchará? ¿justo ahora, que ella había decidido ser valiente? Pues tomó ese valor gracias a que él parecía pasarle lo mismo que a ella. Y ahora ¿sólo la dejaría ahí sola?

El ruido de la llave en el cerrojo de la puerta la distrajo de sus pensamientos. Thomas aún seguía dentro de la habitación y al parecer le puso llave a la puerta.

¡Joder! Sí va a hacerlo. ¿Pero qué hará? –pensó Sophie y pasó saliva nerviosa al verlo caminar hacia ella.

Retrocedió unos pasos, lo suficiente para que su cuerpo chocara con el estante de los libros y se viera acorralada con el cuerpo de Thomas.

Ya no había vuelta atrás. Lo pidió y lo tendría.

– Dime qué es lo que quieres probar.

Preguntó Thomas a sólo un paso de ella. Su mirada azul era profunda y estaba más oscura de lo normal. Escudriñó el rostro de Sophie y pudo notar aquel pequeño temblor en su cuerpo. La muchacha estaba nerviosa, eso era evidente, pero se había atrevido a aceptar probar lo que él tuviera en mente.

Iría despacio. No haría nada de lo que ella no quisiera. No iba a espantarla. Claro que no. La disfrutaría lenta y completamente, a su tiempo, claro.

– Un... –articuló con nerviosismo, pero lo pediría de todas formas. Ya tenía 23 años y quería probar cómo se sentía algo tan simple como un beso– un beso quiero.

Aquel simple pedido lo enterneció de sobremanera.

¿Un beso?. Oh, Sophie, si supieras que puedo darte más que un simple beso– pensó Thomas y sonrió levemente.

Acortó la distancia que los separaba haciendo rozar apenas su nariz con la de ella y llevó su mano al rostro de Sophie y acarició suavemente su mejilla.

– ¿Te han besado antes? –susurró sobre sus labios. Ella negó con su cabeza, había perdido ya el habla cerca de él– Me encantará ser el primero, entonces.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Where stories live. Discover now