Cap. 21- La furia de Polette.

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Cuando Sophie abandonó los pasillos para subir las escaleras, todos en la sala fueron testigos de las lágrimas en su rostro y su tristeza. Evitó la mirada de todos y subió hasta su habitación para encerrarse en el.

Tras ella Thomas la seguía con aflicción y Rose se asomaba triunfal ante lo que había logrado. Tan mal no fue su puntería, después de todo.

Polette, interceptó a Thomas antes de que pudiera subir las escaleras.

– ¿Qué sucedió, con Sophie? –pidió pero Thomas no tenía cabeza para responder– Dime, ¿Qué le hiciste? Estaba llorando.

– Debo hablar con ella –dijo angustiado–. Sólo fue un malentendido.

– Claro que no fue un malentendido, Thomas. Acéptalo. –dijo Rose sembrando aún su veneno.

– ¡Cierra la maldita boca! –rugió Thomas sobresaltando a Rose por su actitud y llamando la atención de sus hermanos– Todo esto es por tu culpa. Y no sé qué haces aquí todavía, te he dicho que ya no trabajas más para mí. ¡Lárgate de mi casa! –vocifero enojado y subió presuroso las escaleras.

Polette se volteó a mirarla con una ceja arqueada.

– ¿Qué fue lo que hiciste? –preguntó sin ocultar su desprecio hacia esa mujer.

– Defender lo que es mío. –dijo con sorna y Polette, río incrédula.

– ¿Lo que es tuyo? –preguntó escéptica– Pues a mi me parece que acaba de echarte de la casa.

– Sólo está molesto, se le pasará. –dijo con una sonrisa y tomó asiento en uno de los sofás.

La sangre de Polette, hervía de rabia al ver el cinismo con el que se manejaba aquella mujer. Inspiró profundamente y sus ojos azules centelleaban de ira.

Pietro que se había mantenido al margen de todo, quiso acercarse a Polette, pero Patrick le advirtió que mejor no se interpusiera por lo que estaba a punto de suceder. Conocía tan bien a su hermana que estaba ansioso por verlo.

Polette, llegó hasta Rose en sólo dos pasos firmes y se colocó en frente de ella.

– Me parece que no sólo eres estúpida si no también sorda. –soltó con rabia hacia Rose que la miraba con su ceño fruncido.

Pietro miraba algo asombrado la escena mientras Patrick mantenía una sonrisa divertida por todo el asunto.

– ¿Cómo te atreves, mocosa? –preguntó con fastidio haciendo enojar más a Polette.

– Me atrevo porque ésta es mí casa y no permito que me falten al respeto a mí o a mis hermanos, ni a nadie que me agrade.

– Exageras, niña –dijo tratando de tranquilizar el ambiente, pues podía notar el fuego en los ojos de Polette–. Sólo es un malentendido, es todo.

– Quiero que te levantes de ese sofá y te largues de mi casa, ahora. –Rose la miró estupefacta. No iba a darle el gusto a esta mocosa.

– Creo que no. Esperaré a Thomas, aquí.

– Creo que no –rebatió Polette acabándose su paciencia–. ¡O te largas, o te saco!

– No lo harías. –dijo convencida de ello.

– No me conoces.

Rose la miró por un segundo para luego acomodar el borde de su vestido quitando pelusas inexistentes. Ese gesto fue lo que rebalso la copa.

Polette, apretó sus labios en una mueca de fastidio y al ver que Rose no hacia el intento de irse, sorprendiéndose de su accionar, la sujetó de los cabellos haciéndola ponerse de pie.

La Institutriz | Mi Luz (libro 1)Where stories live. Discover now