Siempre contigo

By Lily-Bela

263K 27.1K 5.2K

¿Qué habría pasado si aquella horrible noche en el Valle de Godric, Lord Voldemort realmente hubiese muerto... More

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Parte 2: Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Parte 3: Capitulo 1
3. Capitulo 2
3. Capitulo 3
3. Capitulo 4
3. Capitulo 5
3. Capitulo 6
3. Capitulo 7
3. Capitulo 8
3. Capitulo 9
3. Capitulo 10
3. Capitulo 11
3. Capitulo 12
3. Capitulo 13
3. Capitulo 14
3. Capitulo 15
3. Capitulo 16
3. Capitulo 17
3. Capitulo 18
3. Capitulo 19
3. Capitulo 20
3. Capitulo 21
3. Capitulo 22
3. Capitulo 23
3. Capitulo 24
Parte 4: Capitulo 1
4. Capitulo 2
4. Capitulo 4
4. Capitulo 5
4. Capitulo 6
4. Capitulo 7
4. Capitulo 8
4. Capitulo 9
4. Capitulo 10
4. Capitulo 11
4. Capitulo 12
4. Capitulo 13
4. Capitulo 14
4. Capitulo 15
4. Capitulo 16
4. Capitulo 17
4. Capitulo 18
4. Capitulo 19
4. Capitulo 20
4. Capitulo 21
4. Capitulo 22
4. Capitulo 23
4. Capitulo 24
4. Capitulo 25
4. Capitulo 26
4. Capitulo 27
4. Capitulo 28
4. Capitulo 29
4. Capitulo 30
4. Capitulo 31
4. Capitulo 32
4. Capitulo 33
4. Capitulo 34
4. Capitulo 35
Preguntas y respuestas

4. Capitulo 3

1.6K 224 75
By Lily-Bela

Mientras se acercaba a la casa de Sirius Black para buscar a Harry y pasar el día con él, Severus se dio cuenta de que con cada paso que daba la ansiedad se intensificaba en su ser. Sabía que Black debía respetar la orden que dio el primer Ministro o tendría las de perder si no lo hacía. Bueno, eso le había dicho Lucius en su momento. Black podía llegar a ser totalmente imprudente la mayor parte del tiempo, así que nada quitaba que se rehusara a permitir que el joven saliese un rato con su profesor. Si Remus estaba ahí, Severus estaba convencido de que él sería la voz de la razón en la cabeza de su amigo, sería estúpido creer lo contrario. Aún tenía rencor hacia él, pero quitando eso, casi le estaba comenzando a ser completamente indiferente.

No admitiría jamás que estaba preocupado por lo que podía llegar a pasar cuando se encontrase nuevamente con Sirius Black. También pensaba mucho en las cosas que le podría haber dicho a Harry durante ese tiempo. El joven tenía mucha personalidad, así que dudaba que su padrino hubiese cambiado de un momento a otro la forma en que lo veía antes de que él apareciera en su vida. Aunque no podría contener su enojo si oía a Black decir algo sobre él en presencia del joven sólo por no soportar la forma en que se llevaban. Le quedaba esperar que no se preocupara de lo que podían pensar sus amigos cuando supiesen que el próximo mes estaría en la casa del Murciélago de las Mazmorras. O quizás Harry ya les había hablado de eso. No estaba muy convencido en ese aspecto.

Sabiendo la ubicación y teniendo permiso para entrar, Severus maldijo cuando recordó las advertencias de Lucius de no usar el Flu para aparecer en Grimmauld Place, porque entonces quedaría como que estaba intentando llevarse al joven sin avisarle a su padrino. Sonaba tonto, pero podía entenderlo. Claro, sería diferente si a Sirius Black no le hubiese sido dado un permiso de utilizar el Flu para entrar en la casa de Snape cuando fuese su día para ver a Harry; lo único que debía hacer era escribirle con diez minutos de antelación para hacerle saber que iría. Eso sí era injusto, Minerva no dejó de decirlo.

Enfrente de la puerta de la casa, Severus respiró hondo. Comenzó a sentir cierta inseguridad, pero no era el momento adecuado para mostrarse débil delante de quien consideraba su enemigo. Debía mostrarse igual de imponente como en Hogwarts.

Cálmate, no puede negarte la visita, se dijo, no será tan idiota.

Golpeó la puerta con bastante fuerza y en menos de cinco segundos, Black abrió la puerta.

-Ah, eres tú-soltó con gran disgusto-. Creí que vendrías con tu amigo, Malfoy. Me sigue pareciendo extraño, siempre se te vio tan bien solo...

Sólo busca provocarte, pensó, no le des ese gusto.

-Ahórrate tus palabras vanas y poco intelectuales, Black. Es mi día con Harry.

No perdió de vista el momento en que la mirada del Animago se deformaba y su brazo comenzó a temblar, producto del deseo de cerrarle la puerta en la cara.

- ¿Y con qué derecho lo pides?

-Con la orden que dio el Ministro de que, en visto de todo lo ocurrido y las propias palabras de Harry sobre querer verme, tengo el derecho de verlo una vez a la semana.

Los ojos de Sirius brillaron peligrosamente, pero Severus estaba lejos de sentirse intimidado. De hecho, se sentía bastante hastiado.

-Ni siquiera te molestaste en venir la semana pasada. ¿Ahora te importa?-espetó el de ojos azules.

-No sabes nada-contestó Severus con los dientes apretados.

Un ambiente claramente tenso se formó cuando sus miradas se encontraron nuevamente. Pero Snape no permitió que durase demasiado, ya que enseguida notó la alborotada cabellera de Harry asomándose por un pasillo.

- ¿Harry?-preguntó suavemente, sonriéndole con arrogancia al Animago.

El joven salió de donde estaba y pasó a toda velocidad por al lado de su padrino, casi chocándolo, y abrazó a su profesor por la cintura.

- ¿Cómo estás, niño?

-Muy bien. Ya quería verlo, señor.

-Harry, campeón. ¿No preferirías quedarte aquí hoy y ver a... Snape otro día?-preguntó Sirius, casi temblando de rabia.

-En realidad, me gustaría salir hoy. Tengo mucho que contarle.

-Bueno, Black, si él ya tomó su decisión, deberías dejarlo, ¿no crees?-preguntó sedosamente Snape-. Harry, trae tu abrigo, saldremos ahora.

-Está bien.

Cuando Harry subió las escaleras, Remus apareció por el pasillo y se quedó estático al darse cuenta de que ambos hombres se miraban como dos bestias salvajes. Se dijo que debería haber sido él quien recibiese a Severus. Habría sido tenso, pero al menos nadie correría el riesgo de ser asesinado. Cuando su mirada se encontró con la de Severus, el hombre de negro apretó la quijada. No sabía qué era peor en sí: si tener que verle la cara a Black o a Lupin. Sólo quería irse.

-No me interesa en lo más mínimo lo que Fudge o cualquiera diga-siguió Sirius-. Lily y James me nombraron a mí su padrino y tú ni siquiera eras parte de la familia, sólo eres un profesor. ¿Por qué debería dejarlo irse contigo ahora?

-Porque si no lo haces, vas a perderlo de nuevo, Canuto-habló finalmente Remus, llamando la atención de los dos.

Sirius se volvió hacia su amigo, mirándolo casi con espanto, y luego se volvió hacia Severus. Más enojado que antes, sólo pudo soltar un duro murmulló.

-Te odio tanto, Quejicus.

Severus le lanzó una mirada cargada de odio al hombre de ojos azules antes de que el joven regresara. Esbozó una sonrisa y lo estrechó contra él cuando se le acercó. Entonces se volvió hacia Black.

-Es horrible e injusto, ¿verdad, Sirius?-preguntó con burla acida, aunque habrían sido pocos los que entenderían plenamente esas palabras si supiesen a fondo la situación.

Cuando le dieron la espalda, Severus casi pudo sentir la mirada extremadamente furiosa de Black y eso le produjo una gran sensación de placer. Sin embargo, no se permitió voltearse para mirarlo porque Harry estaba con él. En su lugar, los llevó hasta fuera y sonrió cuando oyó el portazo detrás de ellos. El joven se estremeció, pero no dijo nada de eso ni del comentario que hizo Snape antes de irse.

- ¿Adónde iremos, señor?-preguntó Harry, emocionado. Aunque dicha emoción no era por ir a un lugar u otro, simplemente era pasar tiempo con el hombre de negro.

-Iba a preguntarte eso mismo. Dime e iremos.

Harry lo pensó un momento. No quería aprovecharse de su profesor ni elegir un lugar que podía hacerlo sentir incómodo porque hubiese muchas personas (a él muchas veces le pasaba) ni quería que se sintiese condicionado. Levantó la cabeza y notó la mirada expectante del hombre de negro y casi se sintió tonto por pensar esas cosas. Finalmente, acabó diciendo:

-Creo que me gustaría volver al Callejón Diagon. Quiero ver si hay algo nuevo en la biblioteca.

Severus asintió lentamente y sin decir nada, rodeó los hombros del chico con su brazo mientras decía:

-Sujétate bien.

Harry se aferró a la túnica de su profesor y antes de poder parpadear, ambos habían desaparecido. Como las primeras veces, tuvo esa misma sensación de ser absorbido y luego escupido bruscamente. Cuando aparecieron en la entrada del Callejón Diagon, los ojos de Harry brillaron. No había visitado mucho el lugar desde que comenzó a vivir con Sirius. Con él, se mantenían más en el mundo Muggle, ya que su padrino disfrutaba muchas cosas que allí estaban, entre ellas, las mujeres, las comidas y algunos lugares. En el tema de las mujeres no habían indagado demasiado, ya que incluso Lupin le dijo a su amigo que no hablara de «esas cosas» delante de él aún. Si supiese que Harry sabía algo de lo que era la sexualidad... Hermione tenía razón cuando decía que los libros pueden salvarte de un apuro, en este caso, una charla sobre la pubertad. Luego tendría que agradecerle por prestarle el libro. Dejando eso de lado, estaba feliz de poder visitar el Callejón Diagon otra vez. Si no conseguía un libro le daba igual, estaría satisfecho por visitar el lugar otra vez.

- ¿Has vuelto a ver a tus amigos?-preguntó Severus mientras comenzaban a caminar.

-Sí. Vinieron a verme bastante seguido. Es genial que puedan venir finalmente fuera de la escuela-contestó, refiriéndose a que jamás podía llevar a nadie a la casa de sus tíos-. También nos escribimos mucho. Aún tengo sus cartas.

- ¿Han ido todos a verte o tú a la casa de alguno?

-Hmm... No. Digo... ellos vienen casi todos los días, así que casi nunca me dan tiempo para preguntarles si puedo ir. Bueno, Luna no ha podido venir, pero sí me escribió mucho.

-Pareces decepcionado de que la señorita Lovegood no te haya visitado-comentó Snape, esbozando una sonrisa burlona.

- ¿Qué? No es verdad-negó Harry, levemente sonrojado. Severus bufó suavemente-. En serio.

-Claro, sigue negándolo.

Ay, ¿él también?, pensó con fastidio el adolescente.

-Ella me agrada, igual que todos, pero nada más-aseguró, frunciendo ligeramente el ceño.

Severus puso su mano sobre el ahora más alborotado cabello del joven y sacudió ligeramente su cabeza.

-Vaya terco-fue todo lo que dijo.

Caminaron tranquilamente mientras Harry veía con fascinación las tiendas. Aunque ya varias veces había pasado por los mismos lugares, no dejaba de sorprenderse por las cosas nuevas que vendían. Jamás dejaría de sorprenderse por la magia y sus beneficios o cosas especiales. Le daba igual si eran las cosas de Quidditch, accesorios, ropa o cualquier cosa. El simple hecho de ver todo lo que se podía hacer con magia jamás dejaría de sorprenderlo.

Severus notó la forma en que sus ojos brillaban alegremente cuando veía cada una de las tiendas por las que pasaban y se encontró sonriendo serenamente. Incluso con todo lo que pasó en su corta vida, jamás dejaría de decir que lo único que los malditos Dursley no pudieron quitarle a Harry fue su curiosidad por el mundo. En este caso, el mundo mágico, pero era igual de valido. Aún le resultaba increíble ver lo tranquilo que estaba el joven con todo, pero le producía cierto alivio ver que no sufría algún trastorno por la vida que tuvo con sus abominables tíos y primo. Quizás su magia o las cosas que pasaban accidentalmente cuando era niño lo hacían sentirse protegido pese a que Vernom siempre reaccionaba agresivamente cuando se desataba la magia accidental de Harry. Sin embargo, decidió no pensar en eso y siguió de cerca al joven.

En algunas ocasiones, Harry caminó un poco más rápido que su profesor. Definitivamente, sería tonto negar que estaba emocionado. Les había hablado a sus amigos de esa visita y todos le preguntaron cómo estaba respecto a salir con su profesor durante un día. Sabiendo que no sería muy sensato de su parte admitir que en otras ocasiones su profesor ya lo había sacado de la casa de sus tíos antes de que lo retiraran permanentemente, simplemente dijo que estaba tranquilo y ansioso de buena manera. Hermione, Ginny, Ron y Neville se mostraron algo escépticos y Draco sonrió amistosamente. Los cuatro primeros sólo le pidieron que les escribiese cómo había ido todo una vez que regresara. Y por otro lado, los gemelos, en la visita que hicieron junto a Ron un día que Ginny no se encontraba muy bien, sólo intercalaron cosas como: «Estamos seguros de que no irá mal», «pero nuestra única advertencia...», «será que tengas cuidado con el Callejón Knockturn», «incluso si resulta terriblemente curioso». Y eso fue suficiente para despertar la mayor parte de la curiosidad de Harry. Ron había negado con la cabeza y, sin decirle bien por qué, sólo atinó a decir que sus padres desde siempre les habían prohibido a todos acercarse siquiera a ese callejón. No bastó para acallar la pequeña voz que le decía, al menos, debía acercarse para saber cómo era.

Sin embargo, una cosa que les pidió a sus amigos, fuese cuando estaban juntos o cada uno iba por su lado a verlo, fue que no hablaran con los demás alumnos todavía y que cuando volviesen a la escuela fuesen discretos. No quería que su profesor tuviese problemas si los padres de otros alumnos se enteraban. Por lo que tenía entendido, Fudge simplemente dio la noticia de que Harry estaría con Sirius Black y hasta ahí. Al parecer, el viejo aún no iba arriesgarse a nada que pusiera en peligro su posición como Primer Ministro. El joven se había mostrado claramente molesto cuando lo leyó en El Profeta. Sabía del pasado de su profesor como Mortífago, pero si quitaba eso, no estaba muy seguro qué tenía Fudge en contra de Snape. Sabía que corría un riesgo considerable en el Callejón Diagon de encontrarse con alguien que lo reconociese, pero si no sabían realmente qué pasaba, le sería más fácil inventar una excusa que no pusiera en aprietos a su profesor.

Olvidándose de eso, fueron directamente a la librería. Antes de hacer cualquier cosa, Harry quería saber si había algo nuevo para entretenerse durante las vacaciones. Extrañaba leer libros de aventuras y conocer personajes nuevos. Varias veces repitió los mismos y aunque le gustaban, quería innovar. Mientras él observaba detenidamente la que era su sección favorita, el profesor Snape se alejó un poco. No queriendo molestarlo, no le preguntó nada, sólo dijo «está bien» cuando él le pidió que lo esperase un momento. Hojeó algunos libros, esperando encontrar algo que le interesara. Lamentablemente, ninguno llamó realmente su atención. Suspiró, un poco decepcionado, y se acercó a su profesor para decirle que lo esperaría afuera, ya que más gente estaba entrando y se sentía un poco ahogado. Severus asintió, aunque poco convencido, y le pidió que no se alejara de la entrada.

Mientras esperaba, Harry recordó las advertencias de los Weasley y pensó en el Callejón Knockturn. Le estaba costando mucho dejar de pensar en eso. Miró por la ventana de la librería y notó que el profesor Snape estaba haciendo una fila considerable para pagar el libro que tenía. Quizás podía...

Está bien, sólo un vistazo rápido y volveré, se dijo, sabiendo que sólo así calmaría su curiosidad.

Tras echar una última mirada hacia donde estaba Snape, caminó rápidamente por el Callejón Diagon, buscando algo que le indicara dónde podía ubicarse el otro. Los gemelos habían soltado algunas indicaciones, aunque al darse cuenta que estaba hablando demasiado, se callaron y comenzaron a divagar sobre otras cosas. Eso no hizo que Harry lo olvidase, por lo que se guió por lo poco que sabía y comenzó a buscar. Quería saber por qué era tan inseguro como para que Molly y Arthur les hayan prohibido a todos sus hijos acercarse. Claro, si ya en la entrada veía algo «inusual», de ninguna manera entraría. Es más, eso serviría como advertencia de por qué no debía acercarse de nuevo.

Pasado un tiempo, comenzó a sentirse algo perdido, pero como aún había luz y varios magos y brujas caminando y conversando animadamente, supo que no debía estar muy lejos. En ese momento, sintió una extraña sensación de inquietud y pesar. No supo bien por qué razón, aunque eso no tardó en aclararse al dar unos pasos más y comprobar dónde estaba. Efectivamente, la entrada del Callejón era muy oscura y los magos y brujas que ahí estaban lucían demacrados, algunos caminaban exageradamente encorvados, otros sólo tenías los colmillos en la boca y Harry creyó ver un par que no tenían un ojo o que tenían extremidades que no eran de carne y hueso. Claro, no todos eran así, aunque esos tenían miradas aterradoras e intimidantes, rostros de piedra y expresiones que parecían decir «háblame y te mato». Cuando vio todo eso, casi sintió nauseas. Las tiendas no se veían mejores que sus propietarios y aún estando a una distancia considerable, creyó ver cosas de Artes Oscuras. Una bruja muy anciana que cargaba una canasta con cosas que esperaba, no fuesen cabezas reales, notó que estaba ahí y le preguntó con voz ronca y sonrisa horriblemente inquietante:

- ¿Estás perdido?

-No, no... Sólo... pasaba por aquí, es todo-contestó, sonriendo nerviosamente.

-Aquí ningún joven llega si no está perdido-insistió la anciana-. Te puedo ayudar a volver.

-No, no hace falta, gracias-aseguró, queriendo desaparecer en ese momento. Notó que algunos magos estaban viéndolo de reojo y otros sin recato alguno lo miraban fijamente. Debía verse como una pobre presa fácil.

-Se ve muy indefenso... Dudo que sea de aquí-oyó la voz de un hombre mayor, sonaba grave y ronca.

-Lo siento, debo irme-concluyó, sabiendo que lo más inteligente era escapar.

-Cuidado con tus pasos. Los jóvenes perdidos rara vez encuentran el camino. Y eso jamás acaba como lo esperan-declaró la anciana, en un tono mucho más sombrío.

Sintiendo más nauseas que antes, Harry dio media vuelta y comenzó a trotar hasta el Callejón Diagon otra vez. Definitivamente, eso había hecho que su curiosidad desapareciera por completo. Dudaba que en algún momento de su vida tuviese razones para regresar a ese Callejón. En serio, ¿quién podía entrar ahí y salir vivo o al menos bien de la cabeza? Se estremeció. Dio tanto miedo como... Ni siquiera podía encontrar una comparación justa. Pero lo único que sabía era que su curiosidad estaba completamente saciada.

Justo cuando dobló para regresar a las tiendas, chocó contra el pecho de su profesor, casi cayéndose al suelo. El hombre de negro soltó una suave exclamación de sorpresa, pero luego lució completamente molesto. Se puso derecho y su ceño se frunció.

- ¿Dónde estabas? Te dije que me esperaras en la entrada-le recordó casi siseando.

-Yo sólo quería... Es decir... No...-divagó el joven, notablemente alterado-. Quería saber qué era.

- ¿Qué era qué?-preguntó Severus, impaciente.

Harry miró por encima de su hombro, cosa que provocó que Snape hiciera lo mismo. Cuando vio el lugar en el que Harry acabó, su expresión casi cambió radicalmente. ¿Cómo rayos acabó en un lugar como ese?

- ¿Nadie te dijo que jamás debes acercarte a ese callejón?-siseó nuevamente, tomando el brazo del moreno para alejarlo de ahí.

-Ron y sus hermanos-pudo responder en voz muy bajita-. ¡Pero no iba entrar ahí!

- ¿Y aún así pensaste en acercarte?-siguió Severus, soltándolo cuando estuvo seguro de que estaban lejos.

-Sólo quería saber cómo era o por qué dicen que es tan peligroso. Fue estúpido, lo sé-admitió el menor, bajando la mirada.

Severus se pasó bruscamente una mano por la cara. Ese chico le sacaría canas antes que los gemelos Weasley.

- ¿Por qué no me preguntaste? Te lo habría dicho y habrías evitado quedarte con semejante imagen, además de cometer una estupidez como esa.

- ¿Usted sabe lo que hay allí?

-Obviamente. ¿De dónde crees que saco los ingredientes más extraños y difíciles de encontrar para mis pociones? ¿De la tienda de la esquina o del gabinete de Madame Pomfrey?

Harry se encontró sonriendo un poco ante ese comentario pese a que seguía un poco perturbado por lo que vio en ese callejón. Respiró hondo y se permitió relajar su postura ahora que estaba con su profesor. Incluso estando furioso, Harry notó que también estaba preocupado. Después de todo, lo primero que hizo fue regañarlo por no haberlo esperado cerca del lugar. Ni siquiera debió pensar el lugar en el que podía estar, simplemente llegó y le preguntó dónde estaba.

-Siento haberlo preocupado-acabó por decir mientras levantaba la mirada hacia Snape. Sin darse cuenta, mostró los ojos de perrito regaño, cosa que casi de forma instantánea bajó los muros de su profesor.

Severus exhaló por la nariz. Sabía que Harry no pensó en que podía ser peligroso hasta ese punto. Claro, fue imprudente si sus propios amigos le dijeron que lo mejor era no acercarse, pero quitando eso, jamás negaría que él también había sentido mucha curiosidad cuando su madre le habló de ese callejón pese a que ella también le dijo que jamás debía acercarse, ni a ese lugar ni a los magos que allí rondaban.

-No importa. Vámonos.

Harry asintió y camino un poco más atrás de su profesor, sintiéndose culpable. No había querido preocuparlo. No serviría excusarse otra vez, así que simplemente se quedó callado, pensando en que quizás el hombre de negro no le dirigiría la palabra, al menos igual que antes, durante el resto de su pequeña salida. Bueno, a lo mejor exageraba un poco, pero no podía evitar pensar cada veinte segundos en las palabras del profesor Snape cuando lo encontró.

-Harry-lo llamó el hombre sin darse la vuelta. El joven se detuvo bruscamente-. No te quedes detrás de mí. No sería bueno que te pierdas de nuevo.

-Sí, señor. Lo siento-se disculpó otra vez, dando pasos rápidos para ponerse a su lado.

- ¿Cómo te has sentido últimamente?

-Pues... Bien, creo-contestó con duda.

- ¿Crees?-preguntó Snape, frunciendo el ceño.

-Bueno, fue un cambio bastante repentino. No digo que sea malo, pero sí fue... inesperado-respondió-. Sirius es agradable, pero siento que a veces va muy rápido. Es decir, es muy entusiasta.

- ¿Se lo has dicho?

-Jamás puedo. Siempre comienza a hablar de algo y es complicado que salga del tema. Lo molesto es que en ocasiones habla mucho de mi padre.

Los ojos se Severus se ensancharon. Sabía que esa podía ser una de las principales charlas de Black. Jamás había tenido la oportunidad de superar la muerte de James y Lily y en la cárcel no había podido hablar con nadie de su pesar. Pero de ahí a que lo empezara a hacer con su ahijado, quien no había tenido ni siquiera la oportunidad de verlos lo suficiente como para recordarlos, no le causaba demasiada gracia.

- ¿Qué dice Lupin sobre eso?

-Por las caras que pone, diría que hasta parece incómodo, pero siempre lo deja hablar. Incluso la prima de Draco parece incomodarse. Pero no es lo único de lo que habla, así que creo que está bien.

Severus asintió lentamente. Ya estaba al tanto de ciertas de cosas, así que estaba tranquilo con saber que el joven estaba bien. Pero eso no evitaba que no sintiese ira hacia Black por su tema preferido para hablar. Harry ya debía cargar con mucho, no creía que oír las comparaciones con su padre constantemente fuese lo mejor.

Sacudió la cabeza y alejó esos pensamientos. Pronto tendría tiempo para amargarse otra vez.

-Ven, merendemos, ¿quieres?

- ¿Seguro? Porque...

-Si me dices que no me preocupe, me enfadaré. No quiero hacerlo.

Su tono estaba lejos de ser súper amenazante. Pero Harry no se arriesgaría. Aún así, cuando su profesor entró, sonrió de forma divertida y se puso serio cuando el hombre se giró hacia él. Para merendar, Harry pidió un té y dos muffins de chocolate y Severus sólo un café cargado que pagó directamente para poder irse cuando quisieran. Quería estar bien despierto durante unas horas más. Observó al menor degustar ambos muffins mientras tenía sonrisa de satisfacción. Al principio casi hizo una mueca cuando notó que ambos lados de boca quedaron manchados con chocolate, pero cuando pensó que jamás pudo disfrutar de unos simples dulces hasta que llegó a Hogwarts (decir «de una sola comida» haría que explotase algo del lugar) no tuvo corazón para decirle nada, por lo que, por una vez, prefirió quedarse callado y beber su café, esperando que eso lo despertarse. No había bebido nada con alcohol antes de buscar a Harry y eso para él ya era un logro considerable. Incluso si el deseo de querer beber algo en ese momento se hizo presente, se negó rotundamente a verse como adicto delante del adolescente. Calmó eso con un café y, además, una dosis muy leve de poción Calmante. Eso calmó un poco su ansiedad.

Cuando Harry acabó sus muffins, comenzó a beber el té para bajar lo que le quedaba, ya que había comenzado a sentirse un poco ahogado por lo rápido que comió. No pudo evitarlo, nunca había comido algo tan delicioso. Miró a su profesor y no pudo evitar sonreírle un poco, agradeciéndole de esa forma. Una sensación de calidez apareció en el pecho de Severus. Al ver su rostro manchado con chocolate, le tendió servilleta y le hizo un gesto para que se limpiara. Sin embargo, cuando se quitó la servilleta, algunas manchitas aún eran notorias.

-Ay, ¿no sabes limpiarte la cara?-soltó con un dejo de burla.

-No sé, no tengo espejo y no voy a ir al baño con la cara así-bromeó Harry.

Severus volvió a sacudir la cabeza y tomó otra servilleta, acercó la silla del chico a la suya y comenzó a quitarle los restos que aún quedaban en su cara. Harry se quedó sin quejarse, intentando que el sentimiento de calidez no fuese evidente. En ocasiones, las pocas veces que sus tíos lo sacaban con ellos a algún lugar, siempre fue testigo de que su tía limpiaba el rostro de su primo gentilmente o de que su tío Vernom pasaba continuamente su brazo por los hombros de su hijo o que era él quien siempre contaba cuántos regalos tenía en su cumpleaños. Desde siempre supo (o creyó) que jamás podría recibir el mismo trato de ellos y por un tiempo, creyó completamente que no habría adulto, quitando a la señora Figg, que pudiese tratarlo de la misma manera. Ahora mismo, casi con catorce años, se dio cuenta de que no sentía vergüenza del trato que su profesor tenía con él. Era el tipo de cosas que en ocasiones veía que hacían los padres con sus hijos en su escuela Muggle y no podía negar que había llegado a sentir algo de celos. Ahora, la verdad, entendía que un gesto tan simple como ese podía transmitir muchas cosas.

Cuando Snape acabó de quitarle los restos de chocolate, dejó la servilleta en la mesa y se terminó lo que quedaba de café.

- ¿Quieres hacer algo más?

-Hmm...-Pensó un momento y se le ocurrió un lugar-. Me gustaría regresar a la plaza que está cerca de la casa de mis tíos. Hace mucho que no voy.

-De acuerdo-contestó Severus con cierta duda. Creyó que quizás Harry quería estar en un lugar familiar un rato. Y él no se opondría a eso.

Pasó su brazo por los hombros del chico y un segundo después, ambos aparecieron en la misma plaza que Harry siempre visitaba cuando su tío lo echaba unas horas al recibir una visita importante. El clima había hecho que nadie fuese a esas horas, cosa que ambos agradecieron. La mayoría de vecinos con niños iba allí y, como Harry una vez mencionó, la mayor parte eran personas chismosas. Aunque ya no vivía ahí, no quería que llegara a oídos de los Dursley que había estado cerca de la casa.

Se sentaron en una banca y Severus sacó de su túnica un libro. Harry se impresionó por el pequeño hechizo. No sabía que se podían hacer esas cosas con los objetos.

-Ten. Esto fue lo que quería de la librería. No para mí, claro.

Harry examinó el libro y se percató de que la tapa decía que incluía temas como Pociones, Encantamientos y Transformaciones, todo en ese sólo libro. Miró a su profesor, casi impresionado, y él dijo tranquilamente.

-En Cuarto nos ponemos más estrictos con la parte teórica y en Pociones se complica la parte práctica. Espero que el libro te ayude a guiarte. Tiene los mismos temas que tendrán tus amigos, pero aquí está todo junto y un poco más detallado, te ahorrará incluso tener que cargar con muchos libros.

Ya sabiendo lo que pasaría, estiró un poco los brazos y en el mismo instante, Harry se lanzó hacia delante para abrazarlo. Como ahora estaban sentados, fue más complicado que le sacara el aire, aunque sí se llevó un pequeño golpe.

-Muchas gracias, señor-exclamó Harry, mucho más feliz que antes-. Esto realmente me servirá.

Estuvieron al menos una hora más en esa plaza. Severus le hizo algunas preguntas más y luego dejó que Harry lo hiciera. Por supuesto, fue muy discreto cuando el adolescente le preguntó qué estuvo haciendo esa semana. No sería sensato decirle algo como: «La verdad que estuve un tiempo en San Mungo y cuando salí estuve tirado en la cama no sé cuántos días y estuve bebiendo de forma constante. No hice demasiado». Sonaba terrible. En lugar de eso, se encogió de hombros y admitió que realmente no había hecho demasiado, sólo dijo que estuvo leyendo bastante y que, algunas veces, fue visitado por sus colegas. También le comentó que ya no estaba yendo a ver a los Malfoy, aunque el día anterior había sido visitado por Narcissa.

- ¿No habló con el señor Malfoy?

-No mucho. Él aún está lidiando con el tema de su familia. Draco me dijo que lo ha visitado.

-Sí, a mí también. Pero el señor Malfoy no quiere saber nada de la tía de Draco. ¿Cree que eso acabe por romper a la familia?

-No lo sé-suspiró Severus-. Espero que no. Sería demasiado complicado para todos.

-Señor, ¿cómo es posible que una persona que no está entre ellos cause tantos problemas en la familia?-preguntó, con una mirada extraña.

Severus se estremeció casi con violencia. ¿Por qué le hacía esa pregunta? ¿Y en ese momento? Sintió la fuerte necesidad de beberse un frasco entero de poción Calmante. Sería complicado negarse incluso a sí mismo que estaba impresionado de mala manera por esa pregunta.

- ¿Por qué la pregunta?

-Es que lo pienso cada vez más y eso hace que sienta que pasaba lo mismo con mi tía Petunia. Quiero decir... mi madre ya no está aquí, pero incluso así fue incapaz de verme a mí o a la magia como una forma para recordarla. ¿Podría pasar algo parecido con los Malfoy, que aunque Bellatrix no está con ellos en su casa, cause que se divorcien?

-No sé bien qué decirte, Harry-admitió-. Pero algo que puedo decir es que... no sería sólo ella. No digo que sea culpa de Narcissa, pero sí podría ser una causa. Lucius y Bellatrix no se llevaban bien cuando eran estudiantes. Ella era muy celosa y estaba molesta de que le «quitaran» a su hermana y Lucius era indiferente. Ahora, que haya seguido visitándola aun cuando pasaron más cosas de las que cualquier persona puede imaginar hizo que Lucius se preocupara.
»Quizás es el pasado en sí lo que ocasionó eso.

-Es horrible-murmuró Harry-. Entonces supongo que sí podría haber pasado lo mismo con mi tía.

-Ella quería a tu madre, no lo negaré, pero desde antes había estado celosa de ella, porque siempre pudo hacer lo que se proponía. De adulta, se casó con Vernom sólo porque compartían el mismo pensamiento y desprecio por James y la magia.

-Pobre. Podría haber hecho lo que quiso y acabó como está. No juzgo ese estilo de vida, pero que lo haya elegido sólo por conocer a una persona que piensa igual no me parece muy sano.

-Tú lo has dicho.

Hablaron un poco más antes de que Severus notase que el cielo se tornaba oscuro. ¿Cuánto tiempo había pasado? Le dijo a Harry que mejor lo llevaba de vuelta a la casa de Black o luego tendría que soportar algo parecido a un regaño. Claro, el griterío se lo llevaría él junto con el dolor de cabeza. Prefería evitarles eso.

Al aparecer, Harry lo abrazó y entró rápidamente, diciéndole que lo esperaría la próxima semana. Cuando entró, Severus desapareció antes de que Black o Lupin pudiesen preguntarle algo.

Por lo menos estaba más tranquilo ahora.

Continue Reading

You'll Also Like

1.8K 118 12
te a pasado que tu vida gira 180 grados y todo cambia y nesesitas un reinicio en tu vida.. esto es lo que lo sucede a stiles stilinski miebro de la m...
73.9K 5.3K 34
Pequeños imaginas de como sería tu vida si fueras hermana de algunos personajes de The Untamed. Sentí cierta curiosidad y estaba aburrida así que de...
571K 62.1K 37
Después del suceso del ministerio, Voldemort, cansado de no poder matar a Harry lo captura y realiza un ritual oscuro donde lo manda al pasado. Lo qu...
13.4K 1.1K 4
¿Que pasaría si aquella carta de Hogwarts jamas hubiera llegado? Harry Potter es un fenómeno a los ojos del mundo.