Siempre contigo

By Lily-Bela

263K 27.1K 5.2K

¿Qué habría pasado si aquella horrible noche en el Valle de Godric, Lord Voldemort realmente hubiese muerto... More

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Parte 2: Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Parte 3: Capitulo 1
3. Capitulo 2
3. Capitulo 3
3. Capitulo 4
3. Capitulo 5
3. Capitulo 6
3. Capitulo 7
3. Capitulo 8
3. Capitulo 9
3. Capitulo 10
3. Capitulo 11
3. Capitulo 12
3. Capitulo 13
3. Capitulo 14
3. Capitulo 15
3. Capitulo 16
3. Capitulo 17
3. Capitulo 18
3. Capitulo 19
3. Capitulo 20
3. Capitulo 21
3. Capitulo 22
3. Capitulo 24
Parte 4: Capitulo 1
4. Capitulo 2
4. Capitulo 3
4. Capitulo 4
4. Capitulo 5
4. Capitulo 6
4. Capitulo 7
4. Capitulo 8
4. Capitulo 9
4. Capitulo 10
4. Capitulo 11
4. Capitulo 12
4. Capitulo 13
4. Capitulo 14
4. Capitulo 15
4. Capitulo 16
4. Capitulo 17
4. Capitulo 18
4. Capitulo 19
4. Capitulo 20
4. Capitulo 21
4. Capitulo 22
4. Capitulo 23
4. Capitulo 24
4. Capitulo 25
4. Capitulo 26
4. Capitulo 27
4. Capitulo 28
4. Capitulo 29
4. Capitulo 30
4. Capitulo 31
4. Capitulo 32
4. Capitulo 33
4. Capitulo 34
4. Capitulo 35
Preguntas y respuestas

3. Capitulo 23

1.5K 221 36
By Lily-Bela

Durante las siguientes semanas, Harry siguió visitando a Sirius Black en compañía del profesor Lupin y un Auror. Desde los primeros encuentros y hasta el último que tuvieron, su padrino no había dejado de decir lo emocionado que estaba porque Harry comenzara vivir con él y no se cortó para decir que sería como en los tiempos que James y Lily lo visitaban y siempre la pasaban bien. Pese a que Harry se sentía mucho más tranquilo alrededor de Black, le seguía molestando esa comparación insistente con su padre. Parecía que, cuando estaba de tan buen humor, no tenía otra cosa para decir. Al principio llegó a entenderlo, ya que como ellos dos habían sido muy buenos amigos, su parentesco con su padre podía traerle muchos recuerdos a Sirius, pero de ahí a estar diciéndole cada cinco minutos que tenía tal cosa de James Potter llegaba a ser molesto e incluso hiriente, porque le hacía creer que no lo veía a él, sino a su amigo fallecido.

De todas formas, no lo habló con el profesor Snape ni con el Director ni su jefa de Casa cuando fue llamado a la oficina de Dumbledore para que éstos le preguntasen cómo estaba respecto al tema. Creyendo que si se quejaba podía causar problemas o que alguien se molestase, mintió y dijo que estaba tranquilo, aunque seguía algo preocupado por cómo podían ir las cosas más adelante. Supo por las miradas de los ancianos que no había sonado muy convincente, pero ellos no lo forzaron a hablar y Dumbledore le recordó que, si tenía algún problema o inseguridad, podía hablarlo con él, con McGonagall o con el profesor Snape, puesto que él también sería su guardián. Cuando el director le mencionó a su profesor, Harry tuvo problemas para no pensar en las veces que había llegado a las mazmorras y lo había visto con alguna botella cerca o sólo con unas marcas húmedas en los labios y en medio de un olor fuerte y muy caracterismo. No lo hablaría con ellos, de ninguna manera, pero la ansiedad que sentía cada vez que la pregunta luchaba por salir de su boca cuando estaba con Snape casi lo hacía estremecer. Remus una vez le dijo que el profesor Snape estaba bajo mucho estrés, además de que podía estar «muy triste» por otras cosas, pero jamás reveló qué por respeto a la privacidad de su colega.

En muchas ocasiones, una voz en lo más profundo de su mente le había gritado que él sabía realmente lo que su profesor hacía cuando se encerraba en sus habitaciones para quedarse ahí posiblemente horas. Y sí, claro que lo sabía, pero él se negaba a creer que Snape podía estar yendo por ese camino. Era un tipo inteligente y con gran potencial, Dumbledore y McGonagall siempre lo decían. No quería pensar siquiera en la posibilidad de que podía acabar igual que Marjorie. Y nuevamente, su mente le gritaba que no era por eso su preocupación, porque el hombre de negro estaba muy lejos de acabar igual que esa mujer. Marge sólo bebía por simple aburrimiento, porque le encantaba la sensación de sentirse ligera y el hecho de que nadie podía decirle nada cuando estaba ebria por temor a que se pusiera más agresiva. Snape, por otro lado, estaba lidiando con el estrés y lo que Harry sabía, era una depresión considerable. En ocasiones, cuando limpiaba y su tía miraba documentales de cualquier tipo, Harry lograba oír algunos que hablaban sobre problemas que tiene la gente en la cabeza (como él decía cuando era más pequeño) y uno que padece la gente a gran nivel es la depresión. Sin embargo, como no sabía demasiado de ello, no quería hablar sin saber, por lo que se guardaba sus pensamientos para él mismo, pero estaba convencido de que su profesor padecía de una depresión severa, mas como el hombre obstinado que era, jamás lo admitiría.

Y eso era lo que más tristeza la causaba al joven.

Esa noche, cuando regresó del encuentro con Sirius, muy cansado, fue recibido en la Sala Común de Gryffindor por Ron, Ginny, Hermione y Neville, quienes estaban repasando para los exámenes, que estaban cada vez más cerca. Harry los saludó y se sentó con ellos.

— ¿Cómo te fue, Harry?—preguntó Ron, dejando de lado su libro.

—Bastante bien—contestó, encogiéndose de hombros—. Aún me cuesta pensar cómo podría ser vivir con él, pero al menos parece agradable.

—Espero que no sea sólo una apariencia—dijo Hermione, frunciendo el ceño, pero sin dejar de leer—. Nadie lo recuerda, salvo que las personas más mayores o quienes fueron sus amigos, pero estuvo encerrado mucho tiempo. Deberías tener cuidado.

—Tiene razón, Harry—habló Neville—. San Mungo es un lugar profesional, pero si tenemos en cuenta que estamos en un mundo lleno de magia donde se pueden disimular mucho mejor las cosas en el mundo Muggle... Quiero pensar que realmente está bien y en condiciones de hacerse cargo de ti.

—Oigan la idea no es preocuparlo más—señaló Ginny, sacudiendo la cabeza—. Harry, sabes que si surge alguna complicación o si algo pasa, siempre podrás escribirnos o hablar con el Director. Si nos dices que todo está bien, te creeremos.

—Gracias, Ginny—sonrió el moreno—. A todos, por preocuparse.

—Somos amigos. Siempre estamos ahí—sonrió Ron, pasándole un brazo por los hombros.

Luego de hablar un poco, Harry se unió a ellos en la hora de estudio, incluso si le estaba costando un poco concentrarse. Además de pensar en los exámenes, pensaba en muchas otras cosas, y aunque sabía que ahora mismo sólo debía pensar en lo primero, se le estaba haciendo cada vez más complicado. Quizás realmente necesitaba hablarlo con alguien más.

Cuando fueron a dormir, Harry se acostó rápidamente sin haberse cambiado, ya que esa noche volvería a verse con Luna para visitar a Helena. Neville, Seamus y Dean se durmieron rápidamente, pero el pelirrojo del cuarto se quedó mirando a su mejor amigo, preocupado.

—Harry, si algo te está molestando, puedes decirme. Sabes que no te juzgaré—susurró.

—Lo sé, Ron. Es sólo que... no estoy seguro de lo que me pasa—contestó Harry—. Todo esto es muy extraño.

— ¿No te sientes listo para vivir con tu padrino?

—Siento que es muy repentino, pero sé que será mejor que vivir con mis tíos y primo.

—Y que lo digas... En cualquier caso, como dijo Ginny, si llega a pasar algo, escríbenos, por favor.

—Lo haré, Ron. No te preocupes—sonrió Harry en la oscuridad, sin saber si su amigo podría verlo bien.

Pasado un rato y al asegurarse que su amigo estaba profundamente dormido también, Harry se levantó sigilosamente, se puso los zapatos y tomó su capa de invisibilidad. Al ponérsela, se sintió un poco emocionado por salir a esa hora de la noche sin que nadie lo supiese. Aunque eso no evitaba que los nervios también lo invadieran. Esperaba que las protecciones del lugar no avisaran a los profesores que él y Luna iban a estar en un lugar apartado hablando con un fantasma que pocos o nadie conocían. De repente, la idea de pensar que podían acabar en la oficina del director lo hizo estremecer. ¿Y si algo salía muy mal? No quería causarle problemas a su amiga. Quizás había sido una mala idea.

Pero no podía simplemente faltar y dejarla esperando, por lo que reunió valor y salió de la Sala Común, moviendo muy lentamente el cuadro de la Dama Gorda para no despertarla. Sabía que ella tenía el sueño pesado, pero no quería arriesgarse a despertarla y que alertara a todos. Al cerrar el cuadro, ningún cuadro se percató de que se había movido sola. Se aferró a la capa de invisibilidad y fue al punto de encuentro para ver a Luna y Helena. Esperaba no cruzarse con Filch y la señora Norris, ya que la gata podía llegar a sentirlo pese a no verlo y si ella empezaba a actuar extraño, el viejo lo notaría de inmediato y entonces tendrían problemas. Bueno, él los tendría, ya que no pensaba delatar a su amiga. Los prefectos aún daban vuelta por los pasillos, asegurándose de que nadie quedaba. Ni siquiera sintieron su presencia, simplemente siguieron caminando y hablando tranquilamente.

Al llegar a un pasillo considerablemente apartado de todo, se quitó la capa de invisibilidad y llamó en voz baja a Luna. La rubiecita salió de detrás de una columna y le hizo una señal con la mano para que se acercara. Harry trotó hacia ella y ni bien estuvo a su lado, Luna lo tomó de la mano y lo guió al final del pasillo. Helena flotaba tranquilamente ahí mismo mientras susurraba una melodía encantadora, aunque en una noche como esa y viniendo de un fantasma podía resultar perturbador para quien no la conociera. Al ver a los jóvenes, Helena sonrió y esperó a que terminaran de acercarse.

—Creí que hoy no vendrían—susurró, quedándose quieta.

—No te dejaríamos plantada, Helena—dijo Luna, sonriendo también—. Queríamos esperar hasta ahora para venir.

—Es cierto. Si llegaran a darse cuenta de que salimos de nuestros cuartos...—comentó Harry, ladeando la cabeza un segundo—. ¿Cómo has estado, Helena?

—Muy bien. Me gusta reunirme con ustedes cada tanto—contestó—. Me ayuda a olvidarme de mi familia a veces.

— ¿Tu familia?—preguntó Harry.

—Sí. Fue parte de la familia Ravenclaw—contestó Luna—. Su madre fue Rowena.

—Vaya...—murmuró Harry, impresionado.

—Mi madre siempre fue una mujer importante. Siempre pensé en superarla, pero fue una tontería. ¿Quién podría superar a alguien como ella?—suspiró con tristeza Helena.

—Helena, no tiene caso que te compares ni que te sientas mal por lo que pasó hace siglos—exclamó de forma automática Harry—. Tu madre fue una mujer importante, nadie lo discute. Pero tú también, fuiste seleccionada para Ravenclaw, donde van los más inteligentes e ingeniosos. Eso no pudo haber sido por nada.

—Recuerdo que el Sombrero Seleccionador no mencionó a mi madre, aunque sí dijo que yo me parecía un poco a ella—contó ella, con aire pensativo—. Dijo que yo era lista aunque un poco insegura. Callada, pero abierta de mente. Y curiosa.

— ¿Ves? Te reconocía por ser tú, no por tu madre—aseguró Luna.

—Qué extraño que Hermione no acabase en Ravenclaw—comentó Harry.

—Quizás pudo haber un error—murmuró Luna, mirando hacia la nada—. Sé que es muy lista, pero no sabría por qué entonces.

—Quizás a ella le falta algo—respondió Helena—. En cualquier caso, jóvenes, gracias por hacerme sentir mejor. Había olvidado eso de mi historia.

Harry y Luna sonrieron y la rubiecita lo tomó con gentileza de la mano.

—Sí que eres amable, Harry—dijo en voz baja, sonriéndole afectuosamente.

—Gra-gracias. Tú también... Digo... las visitabas desde antes y le hacías compañía, así que...—dijo nerviosamente, esperando no sonar tonto.

—Creo que deberías haber ido a Hufflepuff—exclamó Luna sin rodeos.

— ¿Qué?

—Eres muy valiente, pero también eres amable y amistoso, además de trabajador—contestó Helena por ella—. Hubieses sido un gran Tejón.

—Hmm... Gracias, Helena.

Se quedaron un largo rato hablando con ella. El cielo cada vez parecía oscurecerse más y las estrellas ponerse más brillantes con cada minuto que pasaba, pero ellos seguían hablando tranquilamente de todo y de nada. Según Luna, Helena parecía ser un «fantasma en pena», ya que cuando la conoció siempre parecía estar triste, flotando y tarareando una suave melodía que realmente reflejaba tristeza. Pero desde que habían comenzado a visitarla juntos, parecía haber cambiado, lo que resultaba un poco curioso. Pero se alegraba de oír que Helena estaba mejor desde entonces. Algunas veces pensaba en la idea de que sus amigos la conocieran también, pero viendo que la mujer prefería tener poca compañía y sólo de personas que se veían relativamente tranquilas, Harry supo que no debía obligarla y respetó su deseo de permanecer escondida.

En un punto de la conversación, Helena flotó hasta una ventana y se quedó observando la luna.

—Está muy brillante esta noche. Creo que la vi brillar más por un segundo—exclamó calmadamente—. Creo que ya deben ir a dormir. Se está haciendo tarde.

Los jóvenes asintieron. Se despidieron de la mujer y ella se fue atravesando la pared. Harry echó la capa de invisibilidad encima de ambos y fueron con pasos ligeros hasta la Sala de Ravenclaw.

—Gracias por venir conmigo esta noche, Harry—exclamó Luna en voz baja.

—Ni lo menciones. Me alegra acompañarte—sonrió Harry, agradeciendo que la oscuridad tapaba su cara.

—Sé que falta poco para que termine el año, así que podríamos estar un poco más con ella, si quieres, claro.

—Me encantaría. Después de todo...

Pero no pudo terminar de hablar cuando vio a los Prefectos de Ravenclaw pasar caminando mientras hablaban en voz baja y reían. Ambos se echaron hacia la izquierda. Luna se giró para quedar de frente a Harry cuando casi choca con una pared y él se echó un poco hacia delante, haciendo que su pecho casi tocara el mentón de Luna debido a que él tenía unos centímetros más que ella. Sin embargo, ella parecía muy tranquila y hasta estaba esbozando una sonrisa mientras veía que los Prefectos de su Casa pasaban lentamente. Ambos se quedaron muy callados, esperando que esos dos se perdiesen en algún pasillo cercano. Aunque obviamente no los verían, ninguno quería arriesgarse a hacer ruido por accidente y llamarles la atención.

Harry se movió un poco hacia delante y Luna se apoyó contra él para intentar ver si los otros ya se habían ido. No se percató de los nervios que invadieron a Harry cuando sintió su respiración en el pecho. De haber estado en otra circunstancia, Harry se habría olvidado del mundo, pero en ese momento, sólo podía pensar en los problemas que tendrían si alguien los encontraba.

Afortunadamente, los Prefectos no tardaron demasiado en irse de nuevo. Suspiraron, aliviados, y siguieron su camino. Cuando llegaron a la entrada que daba a la Sala Común de Ravenclaw, Luna respondió el acertijo y ambos exhalaron en silencio cuando las escaleras subieron hasta la habitación sin que nadie se alertara. Antes de irse, besó la mejilla de Harry y le agradeció nuevamente por acompañarla. Sin más, ambos se fueron por lados opuestos con sonrisas en los labios.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Los exámenes no tardaron demasiado en llegar. Desde hacía un tiempo que todos habían estado preparándose lo mejor que pudieron. Algunos estaban sumamente tranquilos y otros terriblemente estresados. Otros, en medio de ambas cosas. Ron y sus hermanos eran del grupo que estaban tranquilos. Los gemelos seguían diciendo que los profesores deberían al menos enviar una tarjeta de Supera las Expectativas a sus padres, porque el hecho de presentarse ya lo valía. Ron y Ginny, a regañadientes, habían estado estudiando con Percy, así que se sentían tranquilos por ese lado, aunque en momentos de estrés como esos podían llegar a quedar en blanco. Hermione y Draco estaban tranquilos, igual que Luna, ya que los tres confiaban plenamente en todo lo que habían estudiado; sin embargo, seguían teniendo ideas muy distintas Hermione y Luna: mientras la primera repetía que los libros eran dados por algo, la rubiecita insistía en que eso no alcanzaba y que deberían dejar que todos diesen un punto de vista distinto sobre ciertos temas. Quedando en el medio, Draco sólo atinaba a decir que quería que las fechas pasaran rápido.

Por otro lado, Neville se sentía un poco presionado. Su abuela no esperaba que fuese el mejor de la clase, pero sí que tuviese un buen rendimiento. Afortunadamente, sus amigos lo ayudaron en las asignaturas que más se le complicaran y él hizo lo mismo, en especial con Herbología, que era una asignatura en la que iba de lo mejor. Sprout siempre le decía que estaba encantada con su rendimiento en la materia, tanto en lo teórico como en lo práctico. Lo que más le preocupaba era Pociones. Snape era sumamente estricto en ambos sentidos y el pensar que ni siquiera podía conseguir un Aceptable le daba nauseas. No creía que pudiese acabar con el rostro quemado como Seamus, pero que podría hacer mal una poción era una probabilidad alta.

Viendo que Neville parecía ser el más tenso respecto a esa materia, Harry le prestó uno de los libros que el profesor Snape le había dado, esperando que le fuese de ayuda. Neville se lo agradeció de mil maneras y prometió devolvérselo ni bien acabaran los exámenes.

Harry no estaba preocupado por los exámenes. De hecho, con los repasos que había hecho con sus amigos y los libros que el profesor Snape le había dado, sumado los que el Ministro le compró a principio del año, se sentía más que preparado. La preocupación era, justamente, porque acabasen los exámenes y llegase la hora de marcharse con su padrino un mes entero y recibiendo las visitas de su profesor una vez a la semana. Había estado mucho tiempo tratando de hacerse la idea de que sería así posiblemente hasta el comienzo del próximo año, y eso con suerte. Pero no lo logró. Seguía sin entender cómo habían llegado a esa conclusión en el Ministerio. Era consciente de que no era un buen momento para preguntárselo, ya que su cabeza sólo debía enfocarse en los exámenes y nada más. Cuando éstos acabasen podría preguntar y quejarse de todo, pero no ahora.

En todo ese tiempo, ni siquiera había hablado con Snape o Lupin al respecto. Más bien los había evitado y se excusaba cada vez que ellos intentaban acercarse para hablar con él. Era injusto y lo sabían. Ellos no tenían la culpa de nada. Pero él tampoco se sentía en condiciones de hablar en ese momento.

Y no era el único.

Severus estaba más pendiente que nunca de las fechas. No precisamente por los exámenes, sino porque sabía bien cuándo Black llegaría al castillo para llevarse a Harry. Así lo habían acordado. Lucius estaría presente por haber sido parte del proceso y Dumbledore, como director, debía asegurarse de que nada malo pasara, menos dentro del castillo. La sola imagen de que todos estarían reunidos sólo para ver cómo Sirius—malnacido—Black se marchaba con Harry le dio escalofríos y ganas de beber para poder borrar esa imagen. Y de hecho, bebió un Shot de tequila esa mañana para comenzar el día sin estrés. De todas formas, antes de salir de sus habitaciones se bebió un té de menta y luego usó pastillas de menta para disimular el olor a alcohol. Su problema estaba empeorando, y él seguía sin reconocerlo con nadie. Aseguraba que podía manejarlo y que sólo bebía en la mañana para despertarse, ya que el café y las pociones dejaron de hacer efecto.

¿Narcissa estará igual que yo?, se preguntó de la nada, recordando el golpe que ella había recibido cuando se enteró que su hermana fue encerrada en Azkaban. Y, sabiendo bien cómo adentrarse en las emociones más fuertes de los magos y brujas que lo rodeaban, Severus sabía que la mujer estaba considerablemente deprimida cuando volvía de la prisión. Antes, cuando no lo sabía, sino que sentía que estaba triste, no entendía por qué, ya que ella sabía la suficiente Oclumancia como para evitar que viese sus recuerdos.

No. De haber pasado por eso, Lucius la habría convencido para que buscase ayuda en San Mungo. Su amigo le escribió que habían vuelto a discutir unos días antes y eso había acabado con Narcissa durmiendo en el cuarto de invitados y él sólo en la cama matrimonial. Al parecer, el patriarca estaba cada vez más estresado con el trabajo del Ministerio y sumándole el tema de Bellatrix...

Severus no le había vuelto a hablar de su problema, el rubio ya tenía demasiados problemas como para tener que cargar con los suyos también. Igualmente, Severus ya estaba metido en ambos, por lo que llegar a escuchar alguno más no le afectaría demasiado. Lupin quedaba descartado, puesto que no habían vuelto a hablar demasiado desde... Ya ni siquiera lo recordaba, pero estaba seguro de que no fue poco tiempo. Dumbledore y McGonagall sólo hablaban entre ellos de esas cosas y Severus había dejado de visitar las oficinas de ambos hacía no mucho. Fueron ellos quienes siempre lo visitaban en las mazmorras y cuando hablaban e intentaban abrirse paso entre las emociones del joven, éste siempre respondía: «Estoy bien».

Y, precisamente, nada mejoró cuando llegaron y pasaron los exámenes. Veía a todos sus alumnos durante sus exámenes y a otros después haber tenido uno de otra asignatura. Durante ese periodo, no había podido hablar con Harry, ya que el joven huía con la excusa de que debía repasar un rato con sus amigos. Y el hombre no había tratado de detenerlo, porque realmente ¿qué tenían para decirse? Los demás alumnos escribían frenéticamente los pergaminos y a la hora de hacer pociones, la mayoría estaba con la presión por las nubes. Como fue de esperar, Finnigan hizo explotar su caldero y Longbottom no estuvo ni cerca de lograrlo. Harry y su amiga Granger lo hicieron excelente y Severus notó un brillo encantando en los ojos del moreno, mientras que en los ojos de la muchacha se distinguía el orgullo. Ronald Weasley se encontraba, curiosamente, bastante tranquilo. Aunque en ocasiones pareció estresarse, acabó haciéndolo bastante bien. Snape se preguntó si por fin algún Weasley que no fuese Percy pasaría del Aceptable a Supera las Expectativas. Y Lovegood... Ella de hecho iba muy bien. Incluso a la hora de preparar una poción mantenía una mirada soñadora y curiosa, como si lo que fuese que pasara con el caldero resultase sumamente interesante.

Pensar en el ruido de las plumas escribiendo tan rápido le daba dolor de cabeza y era peor cuando se paseaba entre los escritorio de los alumnos para asegurarse de que nadie estuviese copiando o murmurando con su compañero. Aunque en sus clases siempre reinaba un silencio sepulcral, hubo días en los que los jóvenes encontraban el valor suficiente para hablar en sus clases. Aunque se lo notaba considerablemente apático, Snape siempre tenía la dureza necesaria para callarlos y amenazarlos si no guardaban silencio.

Al menos no había perdido ese toque.

Luego de todos los exámenes, mientras corregía los pergaminos con el estrés más elevado que antes, recibió una carta de Lucius. Se le hizo extraño, ya que el patriarca sólo le escribía en la mañana o de noche, pero rara vez durante la tarde. Acabó de corregir el pergamino de... Ginevra Weasley y abrió la carta.

Las primeras palabras que leyó lo hicieron fruncir el ceño.

«Finalmente tomé una decisión. Encontrémonos antes del fin de clases para hablar».

Continue Reading

You'll Also Like

1.8K 118 12
te a pasado que tu vida gira 180 grados y todo cambia y nesesitas un reinicio en tu vida.. esto es lo que lo sucede a stiles stilinski miebro de la m...
156K 17.1K 24
"Sin resurrecciones" ***ERROR*** El dios de las mentiras ha vuelto, pero es solo un bebé. Ahora ha visto en Thor a su nuevo héroe. El dios del true...
73.9K 5.3K 34
Pequeños imaginas de como sería tu vida si fueras hermana de algunos personajes de The Untamed. Sentí cierta curiosidad y estaba aburrida así que de...
226K 25.3K 26
Leyendo las señales/ autor original: goldencompass todos los créditos van para ella/el/está historia puedes encontrarla en fanfiction.net Disclaimer:...