Siempre contigo

By Lily-Bela

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¿Qué habría pasado si aquella horrible noche en el Valle de Godric, Lord Voldemort realmente hubiese muerto... More

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Parte 2: Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Parte 3: Capitulo 1
3. Capitulo 2
3. Capitulo 3
3. Capitulo 4
3. Capitulo 5
3. Capitulo 6
3. Capitulo 7
3. Capitulo 8
3. Capitulo 9
3. Capitulo 10
3. Capitulo 11
3. Capitulo 12
3. Capitulo 13
3. Capitulo 14
3. Capitulo 15
3. Capitulo 16
3. Capitulo 17
3. Capitulo 18
3. Capitulo 19
3. Capitulo 20
3. Capitulo 21
3. Capitulo 22
3. Capitulo 23
3. Capitulo 24
Parte 4: Capitulo 1
4. Capitulo 2
4. Capitulo 3
4. Capitulo 4
4. Capitulo 5
4. Capitulo 6
4. Capitulo 7
4. Capitulo 8
4. Capitulo 9
4. Capitulo 10
4. Capitulo 11
4. Capitulo 12
4. Capitulo 13
4. Capitulo 14
4. Capitulo 15
4. Capitulo 16
4. Capitulo 17
4. Capitulo 18
4. Capitulo 19
4. Capitulo 20
4. Capitulo 21
4. Capitulo 22
4. Capitulo 23
4. Capitulo 24
4. Capitulo 25
4. Capitulo 26
4. Capitulo 27
4. Capitulo 28
4. Capitulo 29
4. Capitulo 30
4. Capitulo 31
4. Capitulo 32
4. Capitulo 33
4. Capitulo 34
4. Capitulo 35
Preguntas y respuestas

Capitulo 19

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By Lily-Bela

El día de irse por fin llegó y los niños se encontraban en la estación.

Harry estaba un poco inquieto. No se había podido despedir del profesor Snape, ya que el tiempo no le había sobrado, así que tuvo que irse con los demás rápidamente. Como el año pasado, Hagrid los fue a despedir y le dijo que esperaba poder impresionar a los alumnos como profesor el próximo año. El niño sonrió y le contestó que estaba convencido de ello.

Cuando subieron al tren, fue justo como el año pasado, aunque ahora se les sumaban Ginny y Neville. Los gemelos se habían ido a buscar a Percy y de paso, a comprar algunos dulces. El viaje estaba entre risas y bromas que los niños se hacían para matar el rato. Algunos alumnos que pasaban los veían y fruncían el ceño hacia ellos como si fuesen extraños sólo por divertirse y hablar un poco fuerte. Por fortuna, sólo los miraban un momento y luego seguían su camino, murmurando por lo bajo.

Habían comprado algunos dulces e iban comiendo mientras seguían preguntándose qué les esperaría el próximo año. Luna dijo que lo único que esperaba era que el Ministerio no intentase hacer «algo malo», puesto que tenían muchos secretos que ni los magos más viejos sabían y que podían poner al acecho en cualquier momento. Los demás sonrieron incómodamente, aunque tampoco le cuestionaron sus palabras. Hermione dijo que, por una vez, esperaba un año normal donde pudiesen hacer sus exámenes sin interrupciones. Draco rió burlonamente y dijo que ella debía ser la única en Hogwarts que podía desanimarse por eso.

Neville iba mucho más relajado, diciendo que no podía esperar para contar lo que había pasado ese año. Estaba seguro de que su abuela primero se molestaría porque nadie le había escrito nada, pero también se decía que podía llegar a sentirse algo orgullosa de que él también hubiese ayudado a descubrir un misterio tan grande como ése.

Hermione sacudió la cabeza luego del comentario de Draco y volvió a poner la atención en su libro, el cual, extrañamente, era uno de Lockhart. Ella dijo que, aunque resultó ser un farsante, no podía negar que algunos libros eran interesantes. Se había cubierto las piernas con su propio abrigo, ya que el expreso se encontraba más frío de lo que podía recordar y su piel se había erizado por eso mismo. Al igual que ella, Luna iba leyendo una revista de pociones y por una vez, lo hacía de forma normal, aunque dijo que quería leerla toda antes de hacerlo de nuevo con la revista al revés para comprobar si tenía algún hechizo nuevo.

Neville y Draco se habían puesto a jugar cartas como podían y Harry, Ron y Ginny tomaban turnos para jugar ajedrez, recibiendo algunas miradas reprobatorias de Hermione. Eso los hacía reír. Hermione había admitido que no le interesaba realmente y que por eso no había aprendido a jugar el de Muggles, así que los gemelos antes habían dicho que, habiendo visto como era el mágico, iba a tener muchas menos ganas de aprender a jugar.

Cuando los hermanos se pusieron a jugar una partida, Harry aprovechó y miró por la ventana, preguntándose qué pasaría cuando sus tíos volviesen a verlo. La tía Petunia le había dicho que no regresara de ser posible y su tío seguramente estaría furioso por volver a verle la cara. A Dudley ya ni lo contaba. La verdad sea dicha, no estaba preocupado por verlos, ya que bastaba con que sacara su varita y amenazara con hechizarlos si intentaban hacerle algo. Pero no podía negar que pensaba que se aburriría otro año hasta que llegaran las fechas de clases. Pero bueno, nada que no hubiese soportado durante años.

Después, pensó en el profesor Snape y se sintió un poco mal por no haber podido despedirse debidamente de él antes de irse. Por dentro, deseaba que pasara lo mismo que meses atrás, cuando el hombre apareció en la acera de Privet Drive sólo para sacarlo un rato mientras sus tíos tenían esa reunión con los Mason. Incluso se conformaba con quedarse sentado en el patio trasero hablando con él o con sus amigos. Cualquier cosa era mejor que estar en esa casa. Hasta la calle podía ser mejor. De todas formas, iba a seguir escribiéndose con sus amigos, aunque lamentaba no poder hacerlo con el profesor Snape. Antes había pensado en preguntarle a Draco, pero no creyó que fuese algo muy discreto de su parte. El hombre aún mostraba una faceta estricta y fría en clases y eran muy pocos los que no le temían u odiaban, así que de enterarse que se escribía con un alumno...

No quería ni imaginarlo.

Sonrió levemente cuando se dijo que sólo debía intentar pensar que los meses podían pasar rápido y cuando menos lo pensara, estaría con él y sus amigos de nuevo, seguramente viviendo otra aventura extraña y peligrosa. Claro que debía tener cuidado de no cumplir el mayor miedo de Hermione; Harry aún dudaba si era la expulsión o que escribieran algo en un expediente permanente, aunque Ron y Draco insistían en que no sabían de qué hablaba cuando lo mencionaba.

Cuando llegaron a la estación, todos apreciaron cómo los dos hermanos mayores de Ron, Bill y Charlie, se acercaban corriendo hasta él y Ginny; los gemelos y Percy aún no aparecían. Bill se dejó caer al lado de su hermano pequeño y lo examinó casi con desesperación para saber si tenía heridas de gravedad, sabiendo bastante de ello por las veces que Charlie se lastimaba cuando jugaba con los dragones de niño; al comprobar que no tenía nada, lo estrechó entre sus brazos con fuerza. El segundo mayor abrazó a su hermanita y miró a Ron con un profundo alivio. Ambos comenzaron a decir que sus padres les habían escrito y contado todo, razón por la cual decidieron regresar para verlos.

Los demás se miraron y sonrieron. Sí, todo estaba más que bien.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Draco podía considerarse un chico que nunca (o casi nunca) se avergonzaba, ni en las reuniones de sus padres ni en la escuela. Además, con un grupo de amigos como el suyo, uno podía incluso olvidarse de lo que pensaban los demás. Sin embargo, nunca pensó que iba a ser recibido de una forma tan aplastante... literalmente.

Su madre se había lanzado sobre él en el momento en que llegó a la mansión y prácticamente lo estrujó entre sus brazos mientras le llenaba de besos la mejilla y murmuraba palabras de alivio, arrodillada delante de él. Su padre se presentó en la sala apenas oyó los gritos de su esposa. Supo que su hijo había llegado (él había permitido que llegase con un elfo domestico, pese a su reticencia a la idea) por eso mismo y entendió que mejor se preparaba, ya que Narcissa podía estar feliz y aliviada, pero eso se acababa tan pronto como llegaba.

- ¡Ay, Draco! ¡Estás bien, ¿verdad?!-siguió ella, sujetando con fuerza el rostro del niño entre sus manos-. ¡¿No estás herido?! ¿Te lastimaste en la Cámara? ¿Tus amigos siguen vivos?

-Narcissa...-intentó Lucius, pero su esposa lo miró por encima del hombro del niño y sus ojos fueron tan feroces que entendió que lo mejor era dejarla acabar.

-Madre...

- ¡¿Cómo puedes preocuparnos tanto?! ¡Casi muero cuando tu padre me lo dijo!-aulló la mujer, a nada de tirarse del pelo-. ¡¿En qué pensaban?!

Draco retrocedió unos pasos hasta que se pegó al cuerpo de su padre. Lucius se aclaró la garganta mientras apoyaba las manos sobre los hombros de su hijo y dijo:

-Cissy, tal vez podrías... preocuparte de forma más sutil. Los niños ya pasaron muchas emociones.

Narcissa miró a su hijo y vio culpa en sus ojos. Evidentemente, sus palabras debieron llegarle de golpe.

Se levantó y fue a sentarse al sofá. Llamó a su hijo y él caminó cohibido para sentarse a su lado. Lucius se sentó detrás de él.

-Lo siento, cariño. Estoy un poco estresada-admitió Narcissa-, pero sí que me preocupé cuando tu padre me contó lo ocurrido.

-Sí, ya lo sé-suspiró Draco, bajando un poco la mirada.

- ¿Tu tío Severus te había pedido antes que no hablaras con nosotros sobre los ataques?-preguntó ella.

-Sí. Quería... evitarle problemas al director-contestó Draco, sabiendo que no le convenía mentir-. Además, de habérselos dicho antes, él tampoco habría sabido bien cómo explicarlo, porque ni siquiera sabíamos qué o quién estaba atacando a los estudiantes.

Los adultos se miraron por encima de su cabeza.

-Draco, supongo que ya estás más o menos enterado de la historia, ¿verdad?-preguntó Lucius, pasándose una mano por la cara.

-Sí, padre.

-Está bien-suspiró-. Hijo, debemos contarte algo, pero no puedes hablarlo con tus amigos, ¿de acuerdo?

-No lo haré, lo prometo-asintió el niño.

-Hace muchos años, cuando el Señor Oscuro aún era nuestra desgracia y mucho antes de su muerte, él me dio un artefacto que era muy oscuro, uno que prácticamente emanaba maldad-contó el patriarca-. Nunca me dijo específicamente qué contenía, sólo me dijo que era capaz de poseer la mente de cualquier persona que escribiese en él. Y me dio la advertencia de que jamás intentase usarlo o pagaría las consecuencias.

-Pero ¿por qué te lo dio?

-Después de Severus, podemos decir que yo era otro de los Mortífagos más confiables, según su criterio. En fin, ese diario contenía parte de su alma y fue por esa razón que estaba en la Cámara con Harry y que se le hizo tan fácil manipular a Ron Weasley.
»Debido a nuestro temor de que volviese, lo dejamos en lo más profundo de la mansión.

-Y quedó ahí durante décadas-agregó Narcissa, entrelazando sus dedos-. Ni siquiera los elfos domésticos pueden entrar y sabíamos que podías sentir curiosidad, así que te lo escondimos todo este tiempo.

Draco lo pensó un momento y acabó diciendo:

-Ron nos dijo que lo encontró en el Callejón Diagon, el mismo día que los encontramos en la librería. ¿Cómo apareció allá?

-Severus me hizo la misma pregunta-contestó Lucius, poniéndole una mano en el hombro-. No tenemos ni idea, pero la verdad, nos alegra que haya sido destruido definitivamente, porque ahora ese trozo de alma no existe y el Seños Oscuro tampoco.

Mientras Lucius hablaba con Draco, Narcissa giró la cabeza y exhaló tan silenciosamente como pudo. La historia de ese diario siempre le había dado miedo. Pero ahora, no podía dejar de pensar en qué hubiese ocurrido si el hijo de Molly y Arthur Weasley hubiese muerto en la Cámara de los Secretos. Pensaba que podría haber sido su propio hijo, y la compasión y la pena se hicieron presentes en ella al entender el miedo que debieron pasar esos padres.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Oscurecía. En el castillo, dos profesores estaban en una de las oficinas. Uno miraba hacia una ventana, perdido en sus propios pensamientos, y el otro sólo estaba apoyando contra su escritorio, pensando sus próximas palabras. Una tensión palpable se había instalado en el momento en que se encontraron para hablar, pero ni eso hizo que alguno quisiera salir de ahí para escapar de ese incómodo momento. Remus se llevó una mano al mentón y apoyó el codo en una mesa, sintiéndose cansado incluso si las clases ya habían llegado a su fin. Y Severus estaba con ambas manos sobre el escritorio como si fuesen soportes para su peso. Aunque casi se estaban ahogando en la oficina del hombre de negro, ninguno estaba dispuesto a retirarse sin hablar.

Hacia las siete y media, Severus había estado preparando algunas pociones, pero no porque las necesitara precisamente o porque algún profesor se las había pedido, sino más bien porque era una de sus pocas formas para lidiar con el estrés y la ansiedad. En esta ocasión, sin embargo, también debía preparar la poción matalobos para Lupin, así que ahí tenía otra cosa que, de cierta forma, lo ayudaba a despejarse un poco y que, además, le daba una excusa para que él fuese a su oficina sin que lo llamara directamente. Y durante un tiempo, su cabeza sólo se centró en preparar las pociones y no en otros pensamientos que lo hacían enfurecer y/o alterar en otros sentidos. Albus y Minerva lo habían ido a ver antes, mas sólo pudieron hablar unos minutos antes de que Snape les pidiera que lo dejaran solo; no se sentía bien como para hablar con ellos en ese momento. Antes de irse, Minerva había suspirado y le dijo que, cuando lo necesitara, ellos estarían esperándolo siempre con la puerta abierta y el té sobre la mesa.

A veces deseaba que no fuesen tan amables con él, porque desde hacía unos años que casi los consideraba familia.

Y eso lo asustaba.

Jamás me atrevería a decirles, pensó, sacudiendo la cabeza.

Desde donde estaba, Remus notó que la expresión de su ahora colega de trabajo había cambiado sutilmente. Su ceño se había relajado y sus hombros cayeron un poco. Volvió a mirar hacia la ventana. No se arrepentía y jamás se arrepentiría de haber aceptado el puesto para profesor de DCAO, su única preocupación sólo era el pensar qué les deparaba el próximo año. Además, Severus le había advertido que cuando fuesen a la casa de los Dursley, no debía realizar hechizos demasiado poderosos, porque eso sólo les causaría problemas con el Ministerio.

-Severus-lo llamó finalmente, poniéndose derecho-, sabes que acepté ayudarte con el tema de los parientes de Harry y lo mantengo, es sólo que... me dio curiosidad una cosa.

- ¿Qué?-preguntó Severus, volviendo a fruncir el ceño.

- ¿Cuánto tiempo has estado vigilándolo de esa forma?-soltó directamente.

Severus mantuvo su expresión tan fría y distante como siempre, pero por dentro, tembló. Sabía que tarde o temprano esa pregunta iba a llegar y aunque hubiese preferido que llegara en el último año de Harry, no tenía realmente muchas salidas.

- ¿Realmente importa eso?-espetó él.

-Sólo fue curiosidad-contestó tranquilamente Remus-. Digo... Siempre has sido una persona muy pensante y dudo que de la nada se te haya ocurrido la idea de vigilar a los familiares de Harry para estar seguro de que no lo van lastimar.

-Deberías quedarte con eso. Dudo que debamos compartir nuestras vidas con el otro, ¿no te parece?

-Escucha. Sé que no te agrado y entiendo por qué, pero dame al menos la chance de saber alguna que otra cosa. Después de todo, nos veremos durante bastante tiempo.

Severus apretó la mandíbula y Remus se preocupó de que sus dientes se rompiesen. Ya de por sí notaba que los tenía de forma desigual y amarillentos, así que la rotura de los mismos no se quedaba afuera.

- ¿Tanto te interesa?-preguntó al final Severus. Remus asintió-. Desde que era un bebé.

- ¿Por qué tomaste esa decisión?

- ¿Lo que te dije de sobre los Dursley no te bastó?

-Pensé que podría haber otro motivo.

Severus lo miró con los ojos entrecerrados, haciendo que Lupin corriera la mirada.

-Mis motivos no son de tu incumbencia-siseó Severus.

Remus suspiró y preguntó:

- ¿Cuándo iremos a la casa?

-Mañana temprano. Créeme cuando te digo las labores de Harry comienzan temprano.

-De acuerdo.

- ¿Un favor? No te retrases, porque no pienso esperarte tanto.

Con eso último, Severus prácticamente echó a Lupin luego de arrojarle su frasco de matalobos. Al oír la puerta cerrarse, se permitió exhalar tranquilamente mientras cerraba los ojos.

Siempre lo protegeré, se dijo con decisión.

No se dio cuenta que no había pensando en el nombre de cierta difunta.

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