Harry veía a muchos alumnos poner su nombre en el Caliz de Fuego con grandes sonrisas en los labios, sin entender del todo la emoción que mostraban sabiendo que, como Dumbledore dijo, estaban a punto de competir en un turneo altamente peligroso. Incluso Cedric Diggory puso su nombre bajo las miradas y suspiros de algunas chicas de su Casa. Neville le susurró que agradecía no contar con la edad necesaria para participar. Dijo que su abuela le envió una carta para decirle que esa era la oportunidad para probar el valor verdadero y que en unos años, él quizás podría estar en algo mejor para probar su lado Gryffindor. Harry evitó suspirar con pena cuando su amigo admitió no haberle respondido por estar un poco molesto por ello. Lo entendía. Después de todo, él tampoco querría 'mostrar' nada si tuviese la edad para entrar.
Fred y George ya habían intentado desafiar la advertencia de Dumbledore al poner sus nombres en el Caliz, creyendo que sólo era una mentira para que sólo los mayores pusieran sus nombres. Pocos segundos después de ponerlos y creer que se habían salido con la suya, una luz salió del Caliz y ambos fueron arrojados hacia atrás, cayendo un par de metros lejos del objeto. Sus hermanos y los demás alumnos se acercaron para ver si estaban heridos. No lo estaban. Y la advertencia de Dumbledore resultó ser cierta. Aunque no era algo grave como todos pensaron. Fred y George ahora tenían una piel más pálida, casi grisácea, y su pelo comenzó a cambiar de color. Se estaba poniendo blanco y una barba larga comenzó a salirles. Hasta sus cejas se vieron más gruesas. Todos se rieron con ganas y los gemelos tuvieron que ir a la enfermería. Estaba claro que Madame Pomfrey no estaba muy feliz con la idea de Dumbledore, pero lo prefería antes que ver a niños en medio del Torneo.
Muchos que ya habían puesto sus nombres estaban comentando algunas cosas y otros alardeando que estaban convencidos de tener lo necesario para ser elegidos por el Caliz. Alegaron que ni siquiera Alastor Moody, el Auror recién llegado, podría asustarlos. Claro, después, cuando aparecía detrás de ellos de forma discreta pese a su forma de caminar debido a su pierna y bastón, era otra cosa. No eran pocos los que se asustaban por él. Desde esa mañana, cuando llegó y fue presentado por Dumbledore, todos empezaron a murmurar cosas y especular por qué tenía un ojo y pierna falsa y un bastón. Hasta su nariz parecía desigual. Dumbledore dijo que sería el principal encargado de mantener el orden durante el Torneo y asegurarse de que nada pasara antes o después. Y el Auror sólo había hecho un gesto con la cabeza hacia ellos mientras su ojo falso se movía bastante rápido, como si estuviese estudiándolos a todos. Harry había notado que al encontrarse con la mirada del director Karkaroff, ambos parecieron querer decirse mucho, pero optaron por, únicamente, volverse hacia otro lado, claramente disgustados por verse.
No lo entendía. Y la verdad, no quería hacerlo.
Durante la comida, él y sus amigos decidieron dejar de lado el tema del Torneo. Lo úncio que hicieron fue comentar un poco sobre quién sería elegido y nada más. Hermione estaba repasando para las clases de DCAO, sólo comentando de vez en cuando. Ron, Ginny, Neville y Harry se seguían burlando de los gemelos por las barbas que de a poco iban desapareciendo y Draco estaba entablando una conversación con dos miembros de su casa. La chica era bastante habladora y el otro un poco apatíco, pero al menos no tenían nada que decir sobre sus habituales encuentros con los Gryffindors y la chica Ravenclaw. Eran algo indiferentes a ello. Lo único que querían era terminar el año, como la gran mayoría. Draco agradecía poder hablar con otras personas cuando no estaba con sus amigos. Siempre tenía mucho para decir y no era muy bueno guardando silencio. Debía compartir siempre sus opiniones, así que poder hacerlo durante el almuerzo sería agradable hasta que pudiesen salir e ir a clases.
Desde su mesa, Harry se volvió para mirar la mesa Ravenclaw y vio el preciso momento en que Luna lo mirada y le sonreía. Habían hablado de ir a ver a Helena esa noche, luego de que anunciaran a los elegidos, teniendo más cuidado para no encontrarse con nadie y no causarle problemas a Cedric si volvían a encontrarse con él. La rubiecita le sonrió ampliamente y luego bajó la mirada hacia su plato, pero ambos se encontraron mirándose cada tanto hasta que Ron le dio una palmada en la nuca.
—Amigo, no me vas a decir que estás más ciego de lo que pensaba, ¿verdad?— preguntó en voz baja.
— ¿De qué estás hablando?—preguntó también Harry, un poco nervioso.
—No te hagas. Estoy a tu lado y frente a ella también. Veo cómo se miran—siguió el pelirrojo, burlonamente.
—Es cierto, Harry—acotó Neville, uniéndose a la plática—. Es un poco obvio, si me preguntas.
—Deberías invitarla a salir—aconsejó Ron.
— ¿Estás loco?—susurró Harry, algo rojo — ¿Cómo se supone que lo haré incluso?—.
—Si me permiten, no están siendo muy discretos— comentó Ginny, desde atrás de Ron—. Y, Harry, para invitar a una chica, sólo te acercas y le preguntas qué le parecería ir a algún lugar ustedes dos solos. Luego, dejas que todo fluya—.
— ¿Por qué estamos hablando de esto de todas formas?— masculló Harry, bajando la cabeza y llevándose una mano a la frente.
Los chicos se rieron y chocaron las manos y Ginny sonrió. Sólo cuando Harry la miró con falso reproche, se rió y volvió a mirar su comida.
Antes de irse a sus clases, Harry se quedó detrás de sus amigos y se volvió una vez más hacia la mesa de los profesores. Captó el preciso momento en que Moody miraba a Karkaroff y éste parecía decirle algo malo, puesto que la mirada del Auror se oscureció y se fue por el lado contrario a ese director, como si no quisiera tener que cruzar la misma puerta que él en ese momento.
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La próxima clase de DCAO fue más inusual de lo que cualquier alumno podría haber pensado. Lupin ya parecía bastante estresado y esto no mejoró cuando Moody entró al aula como si nada, caminando de forma imponente y diciendo que estaría presente ese día. El profesor sabía que no podía oponerse, así que simplemente asintió y comenzó explicar algunas cosas de la siguiente clase. Quería abordar el tema de los hechizos imperdonables desde lo Teórico y simplemente pidiendo una síntesis sobre lo que ellos entendían por eso. Sin embargo, Moody, con un tono fuerte y cargado de paranoía, saltó diciendo que debían ver lo que cada hechizo causaba y entender en primera persona por qué eran tan graves y serían motivo suficiente para que terminaran en Azkaban. Lupin se llevó una mano a la frente y suspiró despacio. ¿Qué caso tenía oponerse? Todos sabían que Moody quedó muy trastornado después de sus enfrentamientos, así que lo mejor que podían hacer era dejarlo enseñar lo que él consideraba apropiado para la defensa. Sólo se metería si pasaba a más.
El Auror decidió mostrar el hechizo Imperius, usado para manipular las mentes. Lo usó en un insecto y mostró cómo lograba hacer que hiciera lo que él indicara. Todos se quedaron impresionados. El hombre explicó que, si tenían una voluntad fuerte y de verdad lo intentaban, podían evitar el control sobre sus mentes, pero debían esforzarse.
Luego, atrajo la araña hacia él y pronunció sin esperar: "¡Crucio!". El insecto comenzó a chillar muy fuerte y retorcerse baja la mirada horrorizada de los jóvenes y la mirada enojada de Lupin, quien aún no encontraba las palabras justas para decirle que parara.
Harry se giró cuando escuchó un jadeo ahogado de su lado izquierdo y vio a Neville casi paralizado en su asiento. Miraba fijamente a la araña retorciéndose, sus brazos estaban tensos sobre la mesa y, de hecho, su mente parecía estar desconectada. Sus ojos estaban muy abiertos y no parpadeaba. Se volvió hacia Moody con brusquedad, justo a tiempo para verlo detenerse. Seguidamente, pronunció fuerte y claro: "¡Avada Kedravra!". El insecto cayó inerte sobre la mesa en la que estaba, dejó de chillar y un silencio espantoso se formó en el aula. Ahora era Harry quien quedó atónito por el hechizo. Apenas escuchó ambas palabras, su mente quedó en blanco. Y recordó el grito de su madre, aquel que a veces lo perseguía desde que los Dementores hicieron que el recuerdo llegara a su cabeza.
—Acaban de ver en primera persona lo que estos hechizos pueden hacer— comenzó Moody, hablando de forma más tranquila que antes—. Pueden defenderse de ellos, pero tienen que estar preparados de muchas formas, porque antes de que se den cuenta, pueden estar bajo uno de dos o ser asesinados. No lo olviden.
»Profesor Lupin, lo dejo seguir. Pero me quedaré mirando las próximas clases.
Remus asintió levemente y siguió con lo Teórico. Una atmósfera pesada se formó en el aula. Sólo cuando Alastor fue llamado por el director, ellos se permitieron suspirar y comentar algunas cosas mientras copiaban. Harry miró a Neville y se dio cuenta que seguía distraído. Apenas reaccionó cuando Lupin le puso una mano en el hombro y le preguntó si estaba bien. El moreno sacudió la cabeza y contestó que sí en voz baja. Siguió copiando de forma más lenta y cada tanto dejaba de ver un punto fijo. Harry suspiró de nuevo. Tenía ganas de hablar con él, pero estaba claro que Neville no quería revivir ningún recuerdo que fuese tan brutal si incluía el maleficio Cruciatus.
Cuando se terminó la clase, Remus le pidió a Neville que se quedara un momento en el aula. Harry se volvió, casi debatiéndose si debía preguntarle algo o no. Decidió no hacerlo cuando Ron lo tomó del brazo y le susurró que salieran. Optó por seguirlos. Mientras bajaban las escaleras, Hermione alegó que entendía por qué se llamaban Imperdonables. Ella también había notado la forma en que Neville se puso cuando escuchó el segundo maleficio. Draco había estado bastante callado y apenas había comentado algo sobre la intervención de Moody. Les comentó que, según su madre, ese Auror tenía fama de estar muy loco. Era extremadamente paranoico y desconfiado de todos, incluso de su propia sombra. Ni siquiera los demás Aurores se atrevían a contradecir sus advertencias sobre los peligros y demás. Al escuchar todo eso, Harry sólo atinó a preguntarse si alguna vez pasó por San Mungo para algo más que sólo controles físicos por su pierna, ojo y nariz. Por las cosas que oía, lo dudaba.
Salieron al patio y decidieron esperar hasta la clase de Pociones. No se preocuaban por llegar tarde, porque, de todas formas, estaba claro que las clases tardarían en volver a ser lo mismo, al menos hasta que pasara el Torneo. Los «nuevos alumnos» iban y venían por cada pasillo, hablando entre ellos, socializando, algunos criticando ciertas cosas del castillo, etcétera. Ron había quedado flechado por una de las chicas de Beauxbatons. Una joven mujer de cabello largo y rubio, ojos azules grandes y llamativos, y muy esbelta. Durante los almuerzos, la mayoría notaba que la mirada de reojo y luego simulaba que no lo hacía. Sus hermanos no perdieron la oportunidad de burlarse de él y Hermione sólo dijo que era algo un poco tonto, preguntando simplemente: "¿Qué tiene de especial? No es muy diferente a muchas chicas que hay en Hogwarts, sólo que más arrogante".
Y en el patio, no fue muy diferente. Harry, Draco y Hermione notaron que Ron se quedó mirando el pasillo por el que ella pasó con sus amigos. No se detuvo, por lo que acabó tropezando y cayendo al suelo. Se levantó rápidamente mientras sus amigos se reían.
—Ron, quizás no quieras ser tan obvio. No creo que así llames su atención—comentó Draco, sacudiendo la cabeza.
— ¿Llamar su atención? No busco eso—respondió Ron, desviando la mirada.
—Sí, por supuesto—bufó Hermione, rodando los ojos—. Está más claro que el agua. Eres menos discreto que Harry cuando mira a Luna.
—Oye—se quejó Harry en voz baja.
— ¿Ah, sí? Pues... ¿Qué hay de ti, Hermione? Nunca te vemos observando a nadie. Apuesto que tienes a alguien en la mira.
—Cla-claro que no—contestó ella, un poco rápido—. No tengo tiempo para eso cuando hay tanto que estudiar.
—Eso sí termina siendo aburrido—soltó Draco—. ¿En serio soy el único que no está preocupado por eso?
—Nadie más está preocupado por las citas—murmuró Harry—. De todas formas, deberíamos prepararnos. La clase de Pociones no tardará en comenzar.
Neville se unió a ellos poco después. Al preguntarle cómo estaba, él respondió que mucho mejor. Había hablado con un poco con Lupin y él le aconsejó algunas cosas para lidiar con sus nervios. Hermione se aventuró a preguntarle qué había pasado y el moreno sólo respondió que fue un shock un poco grande para él ver esos hechizos en primera persona. Ella asintió y le dijo que se alegraba de que estuviese mejor, pero los chicos estaban un poco incómodos. Claro, no sabían bien qué pasaba, pero creían que tenía algo que ver con sus padres. Harry recordó el día que lo encontró en San Mungo y no pudo evitar que su mente creara diferentes escenarios de él entrando ahí para ver a sus padres. Su abuela no parecía ser demasiado comprensiva en ese aspecto, aunque no quería pensar demasiado en ello teniendo en cuenta que no había hablado con ella. Lo único que le quedaba esperar era que su amigo lograra dejar salir eso que lo perseguía aún.
Para cuando llegó el horario de Pociones, el grupo de amigos notó que la mayoría de alumnos parecían más inquietos de lo usual. Era casi extraño verlos así en esa clase. Estaba claro que la ausencia de Snape era favorable para muchos que no eran buenos en la materia. Slughorn era bastante amable con aquellos que Snape calificaría de «horribles». Tampoco se molestaba mucho en regañar a aquellos que no se enforzaban en la materia. Los que antes incluso fingían copiar algo para que Snape no los regañara y castigara ahora parecían completamente relajados. El actual profesor se mostraba más amigable con todos los alumnos y sus correciones muchas veces terminaban con él haciendo las pociones con ellos. Y, como no, solía haber muchas ocasiones en las que intentaba hablar con Harry como si fuesen «buenos amigos». Claro, nunca llegaba a ponerle una mano en el hombro y hablarle como si se conocieran de toda la vida, pero solía contarle cosas de su vida y preguntarle sobre su vida con tíos Muggles y demás. Por respeto, el joven siempre respondía de forma escueta, alegando que no quería hablar demasiado de ello por ser un tema complicado; por dentro no dejaba de preguntarse si el director le había contado algo de su historia o el proceso legal en el que estaba el profesor Snape. No quería hablar con él de eso. Ni siquiera se habían conocido antes.
Afortunadamente, siempre lograba escapar y si en algún momento se presentaba un inconveniente, sus amigos se acercaban para decirle que «debían apresurarse para verse con los demás».
A Harry no le gustaba mentir de esa forma, pero la verdad, agradecía que su grupo pudiese sacarla de esa situación.
Cuando por fin llegó la noche, todos estaban esperando con muchas ansías que el director anunciara los nombres de los elegidos por el Caliz. Cada alumno de cada escuela estaba hablando de ello. La verdad, era difícil ignorarlo cuando todos estaban murmurando sobre lo mismo sin parar. La emoción llegaba a ser palpable.
Harry miró hacia donde estaban los profesores y notó que Moody estaba mirando a Karkaroff nuevamente de forma desconfiada y las ganas de lanzarle algún hechizo eran muy notorias.
Hermione y Ron estaban discutiendo sobre los posibles ganadores, aunque ella estaba argumentando que ese evento era demasiado extremo como para hacer que tres jóvenes tuviesen que competir en él por su escuela. Y los gemelos, ya recuperados del castigo de Dumbledore, volvieron a apostar quiénes quedarían de cada escuela.
La luz del Caliz se avivó en un azul muy llamativo. Era hora.