Siempre contigo

By Lily-Bela

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¿Qué habría pasado si aquella horrible noche en el Valle de Godric, Lord Voldemort realmente hubiese muerto... More

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Parte 2: Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Parte 3: Capitulo 1
3. Capitulo 2
3. Capitulo 3
3. Capitulo 4
3. Capitulo 5
3. Capitulo 6
3. Capitulo 7
3. Capitulo 8
3. Capitulo 9
3. Capitulo 10
3. Capitulo 11
3. Capitulo 12
3. Capitulo 13
3. Capitulo 14
3. Capitulo 15
3. Capitulo 16
3. Capitulo 17
3. Capitulo 18
3. Capitulo 19
3. Capitulo 20
3. Capitulo 21
3. Capitulo 22
3. Capitulo 23
3. Capitulo 24
Parte 4: Capitulo 1
4. Capitulo 2
4. Capitulo 3
4. Capitulo 4
4. Capitulo 5
4. Capitulo 6
4. Capitulo 8
4. Capitulo 9
4. Capitulo 10
4. Capitulo 11
4. Capitulo 12
4. Capitulo 13
4. Capitulo 14
4. Capitulo 15
4. Capitulo 16
4. Capitulo 17
4. Capitulo 18
4. Capitulo 19
4. Capitulo 20
4. Capitulo 21
4. Capitulo 22
4. Capitulo 23
4. Capitulo 24
4. Capitulo 25
4. Capitulo 26
4. Capitulo 27
4. Capitulo 28
4. Capitulo 29
4. Capitulo 30
4. Capitulo 31
4. Capitulo 32
4. Capitulo 33
4. Capitulo 34
4. Capitulo 35
Preguntas y respuestas

4. Capitulo 7

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By Lily-Bela

Apenas habían pasado tres días desde que Harry había ido a quedarse en la casa del profesor Snape y sus amigos ya lo habían invitado a salir. Aunque el joven hubiese preferido que lo visitaran y quedarse en la casa de su profesor, ellos insistieron en sus cartas y luego en la puerta de la casa con sonrisa socarronas. Con eso, Snape acabó diciéndole que los acompañara, que ya tendrían tiempo de visitarlo y no de sólo salir. El joven accedió y, tras despedirse de su profesor, salió con sus amigos. Hermione dio la idea de que podían visitar algunos lugares en la ciudad de Londres. Intrigados, Draco, Neville y Ron preguntaron si hablaba del mundo Muggle, a lo que ella asintió sonriendo. A Harry le encantó la idea de volver a visitar algunos sitios familiares. No conocía muchos, pero el hecho de volver a ver a personas sin magia casi resultaba interesante para él. Luna les dijo que conocía varias formas de llegar, ya que en muchas ocasiones lo había hecho con su padre por la curiosidad que ambos tenían por saber cómo se arreglaban los Muggles sin magia; de hecho, Xenophilius había escrito algunos artículos sobre ello.

La forma más rápida fue parar un carruaje que se movía solo, sin guía ni caballo (o lo que fuera que usaran en ese mundo, por propios pensamientos de Harry y Hermione). Éste podía llegar hasta un lugar apartado y dejarlos bajar donde nadie los vería. Sonaba bien. Durante el viaje, Neville, Ron y Draco les hicieron varias preguntas a Harry y Hermione sobre «su mundo», cómo hacían los Muggles para arreglarse sin magia, ya sea para hacer tareas o moverse de un lugar a otro, si todos creían en la magia o sólo la veían como una fantasía, si había suposiciones de la misma y cosas así. Luna iba leyendo uno de los artículos de su padre para recordar bien todo sobre ellos, queriendo asegurarse de no olvidar nada. No pensaba actuar de otra forma que no fuese sólo para ocultar su magia, pero quería evitar asustarlos si preguntaba algo «raro». Estaba convencida de que sería divertido y se lo hizo saber a Harry mientras Hermione les explicaba a los otros tres cómo era el entretenimiento en la televisión y los videojuegos.

-Pero ya habías visitado el mundo Muggle, ¿verdad?-preguntó él, mirándola ahora.

-Oh, sí. Pero jamás he ido con amigos. Papá dijo que siempre podía llevar a quien quisiera, pero nadie estaba realmente interesado-admitió Luna, dejando la revista en su regazo-. Me alegra ir con ustedes. ¡Será sensacional!

-No lo dudo-sonrió Harry. El entusiasmo de Luna le causaba cierta ternura-. ¿Hay algo en particular que te gustaría ver?

-Hmm... Me sigue llamando la atención eso que habla Hermione sobre la... televisión... Suena extraño.

-Imagínate cómo sería si la vieran mis hermanos-se metió Ron, que quedó maravillado y perdido con la explicación de Hermione-. Creo que se desmayarían. Y Fred y George encontrarían formas de hacer alguna broma.

-No lo dudo-rió Draco-. De todas formas, mis padres jamás querrían algo así en casa. Lo considerarían una distracción, aunque no precisamente para mí.

-Mi abuela también, pero sí para mí-dijo Neville, ladeando un momento la cabeza-. ¿Y en qué se movilizan? No creo que tengan escobas voladoras o carruajes, ¿no?

Harry y Hermione rieron suavemente y el moreno respondió primero.

-No, ellos tienes autos, aunque no vuelan como el de tu papá, Ron. Esos andan por el asfalto como cualquier auto normal.

-Y también hay un vehículo llamado autobús-agregó Hermione-. A diferencia de los autos, puede llevar una cantidad grande personas y cada uno tiene una ruta para llevarlas a diferentes sitios.

- ¿Y si tienen prisa y no cuentan con el Flu?-preguntó Draco.

-Pues... Nos levantamos temprano y hacemos todo de prisa-respondió Harry, mientras Hermione le daba un codazo amistoso.

-Realmente saben guiarse bien sin magia-comentó Luna, pensativa-. Cuando creces en un mundo lleno de magia, crees que es imposible vivir de otra forma.

-Es cierto. Hasta hace un tiempo, creía que los Muggles debían sólo caminar y que siempre se cansan de hacer ciertas tareas-admitió Neville-. Me equivoqué.

-Bueno... Nosotros creíamos que la magia sólo existía en los libros, así que estamos iguales-exclamó Hermione, relajada.

- ¿Y cómo es la idea del matrimonio?-soltó Draco, haciendo que todos mirasen a Harry y Hermione, interesados.

-Eh...

-Pues...

El carruaje se detuvo y apreciaron que no estaban lejos de su destino. Había sido bastante rápido.

-Luego te respondemos-aseguró Harry, mientras todos se bajaban.

Ron fue el primero en preguntar a dónde podían ir. Hermione les propuso ir a comer papas fritas a un lugar que siempre iba con sus padres. Podían pedir para llevar y mientras comían ver los diferentes lugares que les llamaran la atención. Todos estuvieron de acuerdo y Draco sacó de su bolsillo... dinero Muggle. Los demás intercambiaron miradas extrañadas.

-Draco, ¿de dónde sacaste ese dinero?-preguntó Hermione.

-Hmm... Regalo de mi tía Andrómeda-confesó, un poco avergonzado-. Como mi tío Ted es hijo de Muggles, tenía algo de dinero de sus padres y ellos les dejaron bastante antes de fallecer. Pero como ellos apenas lo usaron, ella me dio cuando le dije que tenía interés en conocer el mundo Muggle. Supongo que sabía que llegaría pronto ese día. Puedo pagar.

-Yo también tengo encima. No se preocupen-aseguró Hermione-. Además, el lugar al que vamos no es costoso. Vengan, pasémosla bien paseando.

-Bien, pero la próxima salida será en el mundo mágico y nosotros pagaremos-aseguró Ron, pasando sus brazos alrededor de Harry y Hermione.

-Te tomo la palabra-siguió Hermione, despeinándolo.

-Es un trato-convino Neville.

-Vamos ya. Tengo hambre-exclamó Luna.

Hermione los guió hasta el lugar mientras sus amigos miraban fascinados los diferentes locales que tenían pantallas colgadas en la pared, los autos que pasaban por la calle y la ropa de las personas que pasaban por ahí. A pesar de que ellos llevaban ropa común, era un poco extraño ver a los adultos sin túnicas o tapados grandes o vestidos elegantes. En varias ocasiones, tuvieron que detener a Draco y Neville cuando cruzaban la calle, ya que olvidaban el detalle de los semáforos.

Al llegar al lugar, todos pidieron porciones individuales de papas fritas para llevar y Draco y Hermione pagaron. Mientras esperaban recibir sus órdenes, Luna miró una pantalla y notó que los pasillos y la vereda salían en ella. Al preguntarle a Harry qué era, él dijo que las cámaras de seguridad captaban todo en tiempo real. El moreno estaba seguro que si algún otro estudiante de Hogwarts, creería que sí era magia o algo así. Ron observó detenidamente todo el lugar y luego notó que había algunas tiendas con juguetes de magia y bromas. Se dijo que sus hermanos estarían encantados de descubrir los modos Muggles de hacer bromas pesadas. Sí, era un poco raro todo, pero eso no hacía que fuese menos fascinante.

Cuando recibieron sus órdenes, salieron del lugar y fueron a caminar por ahí.

-Oye, Ron, iba a preguntarte... ¿Por qué no vino Ginny? Creí que querría salir hoy-dijo Harry luego de comer un par de papas.

Ron se llevó una a la boca y contestó casi sin haberla tragado aún.

-Estaba con dolor de estomago. Al parecer, comió mucho de los postres de mamá-respondió, sacudiendo suavemente la cabeza.

-Pobre. Espero que se recupere pronto-dijo Luna con simpatía-. Aunque no la culpo. La vez que estuvimos en tu casa y probamos los postres que hace tu mamá, casi no paré.

-Ni yo-asintió Draco-. Estaban deliciosos, igual que estas papas con queso.

-Es cierto. Quizás le diga a mi abuela que quiero venir más seguido aquí-dijo Neville, deleitándose con la salsa que tenían sus papas.

Siguieron caminando y hablando felizmente de muchas cosas. Hermione los llevó hasta una plaza que no estaba lejos. No había juegos, sólo bancas y algunos árboles no muy altos, en cuadrados llenos de césped rodeados por rejas para que los niños no corrieran por ahí o que nadie se sentara en el césped para que no se pusiera feo tan pronto. Algunas bancas estaban de frente a la otra, por lo que tres se sentaron en la izquierda y los otros tres en la derecha.

-Es realmente lindo aquí-comentó Luna, limpiándose la grasa de las manos-. Parece tranquilo.

-De noche es hermoso, con las luces y todo-exclamó Harry-. Nunca vine muy seguido, pero las veces que sí, siempre me quedé maravillado.

-Mi abuela una vez me contó que mis padres siempre pensaban en lugares así para pasear, tranquilos y llamativos-se animó a contar Neville-. Supongo que a esto se referían.

Harry se estremeció un poco ante la mención de sus padres. Neville jamás hablaba de ellos, pero la vez que lo encontró en San Mungo y recordando lo que su abuela había dicho en el Callejón Diagon hicieron obvio el dolor. No sabía si Draco y Ron habían olvidado que Lupin y Snape les habían dicho que sus padres se encontraban en San Mungo sin posibilidad de recuperación. Él claramente no, porque seguía pensando mucho en eso, la verdad. Agradeció por Neville cuando los demás no le preguntaron por sus padres, pero aunque Ron y Draco parecieron un poco incómodos por su mención, las chicas ya habían entendido de antes que no era un tema sencillo, por lo que sólo le dijeron que les parecía lindo.

Harry se aclaró la garganta y sacó varios temas para conversar, cosa que hizo suspirar de alivio a Neville.

-Draco, ¿querías saber cómo es el tema del matrimonio?

-Ah, sí. Como sabes, en algunas familias, se arreglan por... conveniencia.

-De hecho, aquí hay familias que aún hacen esa práctica, pero son los menos. O al menos eso quiero creer.

-Es horrible-bufó Hermione-. El matrimonio es un tema bastante delicado como para imponerlo. Si no es por amor, ¿qué sentido tiene?

-Creo que las personas que los arreglan por conveniencia deben pensar algo así, pero de otra forma-comentó Luna-. Sé que es duro, pero creo que se debe respetar las formas de vida de quienes siguen creyendo que eso está bien, aunque obviamente no me gustaría ser forzada a casarme y no poder viajar o conocer ciertos lugares.

-Concuerdo con Luna-dijo Neville-. Si hay familias que aún arreglan matrimonios, ya qué, allá ellos. Pero creo que también me preocuparía si intentan casarme con alguien que no quiero.

-Menos mal que muchas cosas cambiaron-comentó Ron-. De todas formas, mis padres jamás harían algo así. Anteponen nuestra felicidad por sobre todo.

-Los míos también-dijo Hermione-. Dijeron que da igual si no me caso, sólo quieren que sea feliz con mi vida.

Harry se alivió cuando vio que la conversación fluía con naturalidad. Esperaba poder seguir así hasta que volvieran. La pasaban muy bien juntos, así que no veía motivos para que las cosas se tornaran incómodas. Ni siquiera Draco, que lo había visto hacía poco y había escuchado al profesor Snape explicarle que Harry se quedaría ese mes con él, se mostraba incómodo para nada. De hecho, parecía tranquilo y relajado.

¿Se habrán arreglado las cosas con su padre?, se preguntó Harry, aunque no se atrevió a hacerle esa pregunta, ya que no quería equivocarse y romper el momento. Mejor esperaba hasta otro momento para preguntar.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

En casa de Snape, el hombre de negro no había hecho demasiado desde que el joven había salido. Lo primero que hizo fue acomodar su sala principal, poner los libros en sus respectivos lugares y luego ordenó un poco su cocina. Siempre lo hacía con magia, pero en ese momento necesitaba algo que lo mantuviese distraído y lejos de... otras cosas. Se había sentido bastante bien los últimos días, poco antes de buscar a Harry para que se quedara con él durante el mes. No les había dicho a Albus y Minerva que ya estaba en su casa, porque quería evitar aún los comentarios sobre su «paternidad» o su estado como «padre soltero». Sabía que no eran con mala intención, pero ahora mismo no estaba con el ánimo necesario para simplemente rodar los ojos e ignorarlos. Prefería primero calmar eso y luego decirles.

Claro, eso si Lupin no lo había hecho ya. Bufó con cierta brusquedad al pensarlo. Bueno, si soltaba eso y no que le había mencionado su hábito con la bebida, lo toleraría. De todas formas, ya casi le daba igual. Mientras no saliera de la boca de Sirius...

Severus sabía que la mayoría de personas que los conocían (aunque no la historia de fondo) se preguntaban constantemente por qué él y Black no podían llevarse bien. O al menos fingir que lo hacían para no incomodar a Harry. Él siempre se había burlado de eso. Incluso si lo intentaban, sería más que obvio que estaban casi forzados a hacerlo. Eso no evitaría la tensión, sino que sería peor para ellos y el resto de personas que los rodearan. Quizás la mayoría de personas no dirían nada, pero era bastante evidente que algunos miraban por encima de su hombro por la clara incomodidad.

Sacudió la cabeza y terminó de guardar los platos y algunas tazas. Había evitado que Dobby y Tara lo ayudaran, ya que en serio necesitaba despejarse un poco. Si no lo hacía, acabaría sentado un largo rato sin hacer nada. Desde que había dejado de visitar a Lucius, no hacía nada más. No mentiría, disfrutaba ser visitado por Narcissa y Draco, pero era evidente que ambos estaban tristes, igual que el patriarca. El día que fueron, cuando Harry recién había llegado, él volvió de ver a Lucius en el bar y al verlo, los Malfoy lo saludaron y Draco le preguntó a dónde había ido. No sería nada sensato decirles que había ido a ver al patriarca, así que inventó una excusa bastante pobre (decir que tuvo que encargar ingredientes para sus pociones cuando podía conseguirlas en un minuto en el Callejón Diagon ya decía mucho), pero al menos, ellos se lo creyeron. Quizás era el estado de abstinencia o el hecho de pensar que antes de que comenzaran las clases le harían una visita a los Dursley lo que lo tenía algo distraído de muchas cosas. Eso último lo llenaba de satisfacción. No pensaba usar sólo magia para darles su merecido.

Exhaló suavemente y salió de la cocina. Aún se preguntaba de dónde habían sacado coraje los demás jóvenes para visitar Spinner's End sin adultos. De por sí varias casas parecían arruinadas y si la comparaba con la de Black, hasta diría que esa era miserable. Pero bueno o malo, era su hogar. Allí había pasado muchas cosas buenas con su madre y otras no tan buenas con su padre, pero no quería seguir pensando en ello. Además, en la zona también se preservaban los recuerdos con Lily, ya que la casa de la familia Evans no estaba lejos. Sin embargo, dado el proceso legal, había considerado mudarse a la casa de la familia de su madre, la familia Prince para ser más exacto. Sabía que ella la había puesto a su nombre cuando nació pese a las protestas de Tobías Snape e iba de vez en cuando para asegurarse que todo estuviese bien. Sus abuelos, pese a no ser tan exigentes con el tema de los casamientos que siguieran los linajes de sangre, sí podían ser bastante conservadores, pero eso no evitó que le dejaran la casa a su hija, ya que era la única heredera. Severus no recordaba mucho de sus abuelos, sólo que jamás habían querido a su padre, y con justa razón. La casa no sería catalogada de «mansión» como la de los Malfoy, pero era bastante grande. Cualquiera que la viera pensaría automáticamente que era una familia acomodada. Su idea era mudarse antes de que Fudge preguntara (o cuestionara) el lugar donde vivía.

Además de arrogante, es clasista, pensó con ira Severus. Sólo le faltaba ser racista, como su secretaria. Merlín, si todo lo que Lucius le contaba de ella era cierto, quitando que Snape sólo la había visto casi trece años atrás, él tendría problemas para no escupirle en la cara cuando la viese.

Oyó la puerta principal abrirse y se sobresaltó un poco. ¿La había dejado abierta?, se preguntó, cerrando los ojos y sacudiendo bruscamente la cabeza.

- ¿Señor?

-En la sala, Harry-respondió, sin abrir los ojos y dándole la espalda a la puerta. Cuando escuchó los pasos acercarse lo suficiente, abrió los ojos y se giró rápidamente.

El moreno sonreía ampliamente al saludo. Snape notó que definitivamente había tenido un buen día con sus amigos. Sintió sus energías más elevadas que antes.

-Ey. ¿Qué tal te fue?-preguntó pese a que ya estaba seguro.

-Muy bien. Fuimos al mundo Muggle. Fue genial volver a visitar lugares conocidos-respondió Harry, dejando su abrigo en el respaldo de un sillón-. Y Luna ya sabía bastante del tema, aunque eso no suprimió su curiosidad.

-Me da gusto que la hayan pasado bien-exclamó Severus, haciendo un gesto con la cabeza-. ¿Te gustaría contarme de eso mientras me ayudas con las Pociones? Tengo que hacer la de Lupin y algunas más.

Harry asintió con entusiasmo. Su día se puso mejor. Su profesor dijo que tenía un laboratorio privado, pero no en esa casa justamente. Dijo que podían llegar mediante el Flu. Harry se acercó al Flu y cuando Severus le indicó qué debía decir, el joven respiró hondo y lanzó los polvos Flu gritando la dirección ya dentro de la chimenea. Fue expulsado en una sala más grande que la anterior. Cuando se limpió el polvo de la cara y pudo abrir los ojos, notó que uno de los cristales se había rayado. Bufó suavemente, esperando que no fuese tan grave. Entre los rayones, distinguió que la casa era más grande que la de su profesor, la sala tenía un sofá en el que entraban hasta cinco personas y dos sillones cerca de cada lado, los tres objetos eran de color bordo claro. Debajo una alfombra casi tan grande como el suelo se extendía hasta casi llegar a la puerta que daba al pasillo de salida y la cocina. En el medio, unas escaleras que daban al segundo piso. Las paredes eran de madera oscura y había un candelabro no demasiado grande en el techo de la sala. Era llamativo, pero tampoco era enorme como los que había visto en algunas películas de personas millonarias que sus tíos miraban. Un cuadro llamó su atención, pero más que la familia que allí salía, fue el hecho de que ésta no se movía como todos los demás retratos que había visto hasta el momento. Sintiendo gran curiosidad por eso, se dijo que luego debería preguntarle a su profesor.

Una ventana estaba del lado izquierdo y podía verse un terreno grande, conformado por un sendero que parecía dar la vuelta a toda la casa desde afuera y algunos árboles. A lo lejos, podían verse algunas montañas y un poco más cerca, un lago. Harry esbozó una sonrisa, todo se veía hermoso.

Oyó el rugido del Flu y luego, su profesor salió del mismo sin siquiera despeinarse. Harry no pudo evitar un dejo de admiración. Incluso en algo tan simple como el Flu, su profesor era capaz de verse formal y ni siquiera perder el equilibrio al ser prácticamente escupido por la chimenea. Esperaba que un día también pudiese hacerlo, porque se dijo que no sería muy bueno para su imagen llegar a algún lugar importante y caer de bruces.

- ¿Qué pasó con tus lentes?-preguntó Snape, frunciendo un poco el ceño.

-Creo que caí de golpe-fue todo lo que dijo el joven.

Severus sacó su varita y pronunció Reparo, dejándola casi en el puente de la nariz del joven. Un segundo después, los lentes lucieron como nuevos.

-Gracias, señor.

-Ni lo menciones.

- ¿Dónde estamos, por cierto?

-Es la casa de la familia de mi madre-contestó Snape, mirando el cuadro colgado en la pared-. Ven, te mostraré mi laboratorio.

Snape lo guió hasta el costado de las escaleras donde había otra puerta y unas escaleras que llevaban a lo que parecía un sótano. Con un movimiento de varita, encendió las luces. Era parecido al de Hogwarts: una mesa rectangular donde tenía frascos vacios y otros con ingredientes, un par de calderos y estantes con más ingredientes y algunos libros viejos y otros más nuevos. Era bastante espacioso además.

Mientras Snape preparaba la poción Matalobos y algunas Calmantes para tener en su reserva (sin decirle que eran para eso), Harry le preguntó por algunas que aparecían en el libro que le compró la primera vez que salieron. Severus le explicó bien cómo se hacía cada una y luego dejó que el joven comenzara por su cuenta, diciéndole que podía preguntarle en cualquier momento si tenía dudas.

Durante un largo rato, Harry estuvo preparando pociones un poco más complicadas que las del año pasado mientras le contaba su profesor su día con los demás. A veces se perdía un poco al pensar que estaba en el laboratorio privado de Snape y en el hecho de que le fascinaban los ingredientes y la preparación de las pociones. Pensaba muchas veces en las veces que los libros habían aparecido en la casa de sus tíos y siempre se preguntó si eso era algo que le pasaba a todos los niños antes de comenzar. Le preocupaba preguntar y, de no ser así, que lo mirasen raro o incluso que pensaran que tuvo algún tipo de «privilegio». Casi pensó en preguntarle al hombre de negro, pero se abstuvo al creer que él también lo miraría raro. Por esa razón, prefirió agarrarse a la idea de que podía pasarle a todos. Ya era cosa de cada uno si lo estudiaba o no. Después de todo, en el primer día de la clase de Pociones, Hermione también parecía saber muchas respuestas y ella también había crecido sin parientes mágicos.

-Luna dijo que su padre hizo algunos artículos sobre el mundo Muggle, así que ella estaba impresionada por algunas cosas que él escribió, y eso que dijo que antes ya habían ido-siguió contando Harry.

-El señor Lovegood siempre tiene temas... interesantes para contar. La verdad, no me sorprende que haya querido investigar el mundo Muggle. ¿Qué dijeron los demás?

-Draco, Ron y Neville estaban maravillados, en especial con la televisión y los autos.

Severus soltó una suave risa antes de responder:

-No lo dudo. Draco siempre sintió curiosidad por ese lado, pero jamás se lo comentó a sus padres, ya que ninguno pensó que podrían sentirse realmente cómodos en él.

-Recuerdo que el señor Weasley y el señor Malfoy tuvieron un momento de tensión en mi segundo año, pero jamás pensé en preguntar. Si puedo hacerlo ahora, ¿usted sabe qué pasa con ellos?

-Bueno, Lucius Malfoy no logra ver a los Muggles como iguales. Le cuesta un poco despegarse de esa parte de su familia, pero no lo culpo. Si todos los que hablan de él hubiesen visto la forma en que su padre logró meterle esa idea en la cabeza, hasta dirían abiertamente que lo entienden.
»Arthur Weasley, por otro lado, es considerado un traidor de sangre al haberse negado a honrar el legado del Señor Oscuro, además de que jamás fue intolerante con los nacidos de Muggles o mestizos. Eso mismo fue lo que hizo que se interesara por investigar las diferentes formas de vida de los no magos.

-Creo que Ron había mencionado eso-comentó en voz baja-. Señor, ¿por qué los hijos de algunas personas importantes en el Ministerio se meten tanto con Draco y con Ron a veces? ¿Tiene que ver con lo de sus padres?

-Digamos que sí. Lucius sólo siguió la tradición por miedo a que les hicieran algo a Narcissa y a Draco y Arthur, como te mencioné, es considerado un traidor de sangre, así que tampoco la debe tener fácil.

-Entiendo-asintió Harry, un poco cohibido. Se sentía mal por lo que tenían que pasar sus amigos y los familiares de éstos-. Neville habló de sus padres y pensé en el día que lo vi en San Mungo, creo que estaba visitando a sus padres. Pobre, me da mucha pena.

- ¿Los demás le preguntaron algo?

-Oh, no. No quisimos hacerlo sentir incómodo.

Severus asintió y, mientras dejaba el caldero a un fuego muy, muy bajo para que no rebalsara, miró a Harry y notó que, incluso hablando de temas que podían traerle ciertos recuerdos traumáticos, seguía muy tranquilo. Quería abordar el tema, pero no sabía bien cómo. Sabía tratar a niños y jóvenes que mostraban claros signos de maltrato, pero Harry, quitando algunas cosas de su primer año, no había mostrado algo así, incluso si había dicho que sabía que no estaba bien-aunque ese mismo año había dicho que creía que sus tíos podían tenerlo como «un estilo de vida»-. A pesar de que se había enojado mucho al oírlo, su Oclumancia le permitió ver que el niño no pensaba eso realmente y que sólo estaba evadiendo el tema. ¿Tendría que ver con la mujer que lo cuidaba a veces, Arabella Figg?

- ¿Sabes? Hace un tiempo que me vengo preguntando... ¿Qué piensas realmente de tus tíos y primo? Sé que no hablaste bien de ellos, pero tampoco dijiste algo malo.

Harry se encogió de hombros y contestó con cierta resignación.

-Recuerdo que usted dijo que ni siquiera merecen que los llame mis familiares, cosa que obviamente tomé en cuenta, pero quitando eso... creo que ni siquiera les guardo rencor.

- ¿Por qué, exactamente?-cuestionó Snape, un poco alarmado.

-Pues... No sé. Aunque lo intente, no puedo odiarlos. Sí sentirme un poco triste a veces por saber que sólo lo hacían por el odio a lo desconocido, pero creo que si no hubiese sido yo, habría sido con cualquier persona «diferente». Además, a veces pienso que si mis padres no hubiesen sido magos, quizás podrían haberse llevado bien y mi tía no habría terminado como está ahora.

Y como siempre, Harry usó las palabras justas para dejarlo sin habla. ¿De dónde saca respuestas tan maduras?, pensó Severus, casi estudiándolo con la mirada.

- ¿Por qué la pregunta, señor?-preguntó ahora él, con clara curiosidad y sin cuestionarlo realmente.

-Sólo me interesaba saberlo.

-Oh... Claro.

Al acabar, era la hora justa para que merendaran, pero Harry alegó que no tenía hambre, ya que casi sentía las papas fritas en su garganta aún. Con eso, decidieron volver a Spinner's End.

Dobby y Tara lo recibieron y preguntaron si necesitaban algo. Harry declinó cortésmente y le dijo a su profesor que se ducharía. Cuando se fue, Severus les pidió a los elfos un café cargado y que luego dejaran comida para la noche. Después podían irse. Cuando recibió el café, le echó un poco de licor y se lo bebió de golpe, sin importar que se sintiera como fuego en su boca. La última parte de la conversación con Harry lo desestabilizó completamente. Sabía que Black diría que estaba usando eso como excusa para beber, pero realmente..., si no era él el del problema, ¿qué podía saber si ni siquiera entendía de qué se trataba?

Quería hacer las cosas bien por el joven, quería demostrar que podía ser un buen guardián y quería demostrarse a sí mismo que podía ser mejor padre de lo fue el suyo. Pero sabía que estaba fracasando estrepitosamente. Estaba cayendo en el mismo vicio que él y lo negaba. Sabía que tenía un problema y que debía estar sobrio. Pero no era tan sencillo.

Veinte minutos después, cuando Harry bajó las escaleras con otra ropa y el pelo aún mojado, Severus le sonrió cansadamente y con la mirada un poco perdida y le preguntó si le interesaba aprender un poco sobre otros hechizos que vería en su cuarto año. Sin percatarse de su estado, el joven respondió que sí, con tal de pasar más tiempo haciendo alguna actividad con su profesor.

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Leyendo las señales/ autor original: goldencompass todos los créditos van para ella/el/está historia puedes encontrarla en fanfiction.net Disclaimer:...