Siempre contigo

By Lily-Bela

269K 27.4K 5.2K

¿Qué habría pasado si aquella horrible noche en el Valle de Godric, Lord Voldemort realmente hubiese muerto... More

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Parte 2: Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Parte 3: Capitulo 1
3. Capitulo 2
3. Capitulo 3
3. Capitulo 4
3. Capitulo 5
3. Capitulo 6
3. Capitulo 7
3. Capitulo 8
3. Capitulo 9
3. Capitulo 10
3. Capitulo 11
3. Capitulo 12
3. Capitulo 13
3. Capitulo 14
3. Capitulo 15
3. Capitulo 16
3. Capitulo 17
3. Capitulo 18
3. Capitulo 19
3. Capitulo 20
3. Capitulo 21
3. Capitulo 22
3. Capitulo 23
3. Capitulo 24
Parte 4: Capitulo 1
4. Capitulo 2
4. Capitulo 3
4. Capitulo 4
4. Capitulo 6
4. Capitulo 7
4. Capitulo 8
4. Capitulo 9
4. Capitulo 10
4. Capitulo 11
4. Capitulo 12
4. Capitulo 13
4. Capitulo 14
4. Capitulo 15
4. Capitulo 16
4. Capitulo 17
4. Capitulo 18
4. Capitulo 19
4. Capitulo 20
4. Capitulo 21
4. Capitulo 22
4. Capitulo 23
4. Capitulo 24
4. Capitulo 25
4. Capitulo 26
4. Capitulo 27
4. Capitulo 28
4. Capitulo 29
4. Capitulo 30
4. Capitulo 31
4. Capitulo 32
4. Capitulo 33
4. Capitulo 34
4. Capitulo 35
Preguntas y respuestas

4. Capitulo 5

1.5K 199 12
By Lily-Bela

Oficialmente, nadie estaba seguro de cómo fue que acabaron en esa situación tan tensa y llena de odio mutuo entre dos magos. En la mesa del comedor, Sirius estaba apretando con bastante fuerza su taza de café y Remus se sentía muy incómodo. Andrómeda Tonks, la prima favorita de Sirius, intercambiaba miradas entre él y el profesor que los acompañaba ese día y su hija intentó aligerar el ambiente de varias formas posibles, aunque hubo momentos en los que decidió quedarse callada, ya que sentía que sólo estaba haciendo peor las cosas. Un padre y su hija eran los únicos que parecían bastante desconectados de la tensa situación y en su lugar, siempre hablaron con tranquilidad con Remus y Harry, quien estaba intentando a toda costa no ahogarse o, en peores casos, ponerse más nervioso.

Cerca de las tres de la tarde, tan sólo media hora después de que Andrómeda y Tonks llegaran, Severus llamó a la puerta y le recordó con satisfacción a Black que era su día con Harry. Éste, al principio y con cierta arrogancia, le comentó que su prima había ido con Tonks a visitarlos y, además, estaba Luna, quien había ido unas horas antes de que Snape llegara, y como ahora estaba Andrómeda, podía quedarse un poco más de tiempo. Para su mala suerte, Severus sonrió, notando lo que estaba intentando, y dijo con cierta frialdad:

—Bien, pues me quedaré aquí hasta que termine mi horario.

Sirius no estaba de acuerdo y le dijo que mejor se fuera, pero Remus, como la semana anterior, volvió a intervenir y le dijo a su amigo que no se buscase problemas legales si el Ministerio se enteraba que estaba tratando de impedir las visitas de Severus. El hombre de negro miró a Black con una mezcla de odio y arrogancia y entró en la casa, golpeando el hombro de Sirius contra el suyo mientras ingresaba al comedor. Saludó a Andrómeda y al padre de Luna cuando los vio. La mujer se notó algo incómoda, pero no demasiado como para evitar hablar con Severus y Xenophilius le habló con total tranquilidad y como si se conocieran plenamente. Remus le dijo que Harry estaba con Luna y el hombre de negro contestó que podía esperar. Cuando el licántropo le ofreció café, Sirius lo miró casi consternado. Sabía que Lunático intentaba evitar los conflictos, pero él no creía que esa fuese una razón para tratar a Snape cortésmente. Y Remus lo sabía. Sin embargo, decidió ignorarlo y esperar hasta más tarde, cuando Harry se fuese a acostar y ellos dos se quedarían discutiendo un poco por el tema.

—Y dígame... profesor, ¿cómo ha estado?—preguntó Andrómeda amablemente, no queriendo alargar más ese incómodo momento.

—Bastante bien, Madame Tonks—contestó Snape, serio, pero sin llegar a ser hostil—. Hasta a mí me sorprende estar tan tranquilo aquí.

Ella asintió y se bebió rápidamente un trago de café antes de preguntar:

—No sabía que visitaba a Harry. ¿Hace mucho que viene? Jamás lo vi aquí antes.

La mirada de Severus se oscureció, pero por el tono de la mujer, podía darse cuenta de que su pregunta era genuina.

—Sólo vengo a buscarlo una vez a la semana. Jamás me quedo aquí.

— ¿Y por qué hoy hiciste una excepción?—espetó Sirius, apretando su taza con fuerza.

—Bueno, dado que hay visitas y una en especial muy esperada por Harry, creo que es mejor que llevarlo ahora mismo—contestó con cierta arrogancia—. Además, ya perdí una visita a principio del mes. No quisiera que se repitiera eso, Black.

Remus se aclaró débilmente la garganta y se bebió rápidamente un sorbo de café.

—Severus, ¿te gustaría comer algo?—preguntó entonces.

—No, gracias, Lupin. Estoy bien con el café.

—Profesor, ¿es cierto que Peter Pettigrew escapó de Hogwarts antes de que pudiesen hacer algo?—preguntó Tonks, inclinándose un poco sobre la mesa.

—En efecto, señorita Tonks—contestó el hombre de negro.

— ¿Nadie sabe qué pudo pasar?—insistió ella.

—Ni siquiera los fantasmas pudieron ver algo, así que no. No estamos seguros de nada.

—Qué horrible. Ese sujeto envió a mi primo la cárcel y vivió en una casa llena de niños...—exclamó Andrómeda con clara repugnancia—. Espero que lo atrapen pronto.

—Y lo harán.

Xenophilius, que se había quedado callado para escuchar bien lo que tenían para decir, miró al hombre de negro y preguntó:

—Señor... Digo, profesor Snape, ¿usted cree que el Ministerio tenga algo que ver con su desaparición?

— ¿Disculpe?—soltó Severus, sorprendido.

Todos miraron al hombre rubio y éste asintió, aclarando que habían escuchado bien.

—Mi Luna cree que ellos pudieron dejarlo escapar.

— ¿Por qué harían algo así?—pregunto Tonks, curiosa y desconcertada.

—Ellos son capaces de muchas cosas, con tal de no dejar ver que no son aptos para velar por la seguridad de la comunidad.

—Señor Lovegood, creo que...—intentó Lupin, pero no supo qué más decir.

Chicos, bajen pronto, pensó Sirius, ya sintiéndose ahogado entre los demás.

Arriba, Harry y Luna estaban sentados en la cama, conversando tranquilamente. Hacia un rato que habían decidido ir al cuarto de Harry para poder hablar en paz sin que los adultos se metiesen en sus temas. La rubiecita estaba feliz de volver a verlo, aunque no le dijo en qué había estado tan ocupada durante esas semanas. Sin embargo, él jamás la presionaría para que le contase algo, por lo que dejó que ella se lo guardarse y siguieron hablando de otras cosas.

—Los chicos me escribieron que se vieron bastante seguido aquí—comentó ella, mirando el techo—. ¿Cómo has llevado vivir con tu padrino?

—Bueno... Bastante bien, es agradable—respondió Harry, sonriendo.

—No suenas muy convencido—señaló Luna, ahora mirándolo a él—. ¿Algo te perturba?

—No, no, de verdad que no—insistió él—. Sólo estoy pensando en cómo será cuando vaya a vivir con el profesor Snape. Aún no he hablado con él sobre eso.

—Oh. ¿Te preocupa que cambie algo entre ustedes?—preguntó con gentileza.

—Más o menos. O incluso que... cambie entre nosotros.

—Somos tus amigos. Iremos a donde esté uno si lo necesita o nos quiere, ¿no?

Harry le sonrió ampliamente y ella le devolvió el gesto.

— ¿Cómo has estado tú?—preguntó él.

—Muy bien. He estado bastante activa. Papá me compró un libro nuevo y más lienzos.

—Estás buscando hechizos misteriosos en el libro, ¿verdad?—preguntó con tono divertido.

—Aún no. Primero lo leo normal para entender bien toda la trama. Luego, cuando lo termine, volveré a leerlo para ver si hay hechizos.

Harry no estaba seguro si había perdido la noción del tiempo o si los ojos de Luna hicieron que se olvidara del mundo por un momento considerable. Sólo se dio cuenta de que, en el momento en que la miró a los ojos y ella le sonrió afectuosamente, se sintió extraño, aunque no de forma negativa. Más bien todo lo contrario. No recordaba haberse sentido así con otra persona antes. Definitivamente, Luna era especial para él. Sí, todos sus amigos lo eran, pero de una manera diferente.

—Oye, ¿qué dice tu papá sobre lo ocurrido en Hogwarts?—preguntó Harry, buscando una salida para ese «extraño» momento.

—Está preocupado, como la mayoría de padres, pero no cree que deba dejar de ir a Hogwarts por eso.

—Espera, ¿algunos padres consideraron que sus hijos no deben volver?

—No lo sé con exactitud.

—Ahora que lo pienso, Ron y Draco dijeron que algunos padres pensaban que sería peligroso. Pobres, si hubiesen sabido lo del basilisco...

Luna rió suavemente y asintió, dándole la razón.

—Creo que la abuela de Neville mencionó algo, según las palabras de él. Dice que están siendo exagerados.

—Esa señora sí que tiene coraje—comentó Harry.

En eso, el moreno se puso de pie y preguntó:

— ¿Quieres ir abajo y tomar algo?

—Por supuesto.

Al llegar al comedor, Harry se detuvo en seco al ver al hombre de negro sentado en la mesa, hablando con Andrómeda y Xenophilius, mientras Sirius le lanzaba miradas cargadas de odio y Tonks escuchaba algunas cosas que decía antes de apartar la mirada. Remus, por otro lado y al notar que Harry y Luna habían bajado, sonrió y de repente pareció más tranquilo.

Severus se giró al oír los pasos de los jóvenes y esbozó a una sonrisa al ver al moreno. El joven se acercó cuando su profesor se puso de pie y lo abrazó con fuerza. Severus le puso las manos en los hombros y le lanzó una mirada burlona a Black, quien tenía la mandíbula apretada y sus ojos se habían ensanchado. Andrómeda sólo lució levemente sorprendida, pero no pensó nada malo sobre eso. Y Tonks sí se notó muy sorprendida de lo bien que Harry se llevaba con Snape. Draco le había comentado algunas veces lo bien que se llevaban Harry y su padrino, pero verlo resultaba completamente diferente a lo que se imaginaba. Nadie había escuchado jamás que el frío Murciélago de las Mazmorras fuese abrazado por un estudiante. Teniendo en cuenta que era conocido como el terror de los jóvenes, hasta resultaría lógico. Tuvo que tapar una inapropiada sonrisa al pensar que tendría que preguntarle más a Draco sobre el tema.

Luna se sentó junto a su padre, quien rodeó los hombros de su hija cuando ella casi se recostó sobre su pecho. Tras el abrazo, Harry se sentó al lado de su profesor. Sirius mandó a Kreacher a traer té para los chicos y algunos croissants. Tras gruñirle a su amo como siempre lo hacía, el elfo se fue, dejando a la mayoría con las cejas arqueadas y a Sirius, Harry y Remus sacudiendo la cabeza, se había vuelto habitual que pasaran esas cosas.

— ¿Cómo has estado, Harry?—preguntó Snape, ignorando completamente a Sirius.

—Muy bien, señor—sonrió Harry—. Creí que hoy no vendría.

—Lo siento, no sabíamos que usted estaría aquí hoy, profesor Snape—admitió Andrómeda, llevándose una mano al pecho—. Mi primo no nos dijo nada.

—Da igual, Madame. Quizás sólo se le... olvidó—dijo casi entre dientes Severus. Miró a Luna y relajó su gesto—. ¿Cómo está, señorita Lovegood?

—Excelente, señor—contestó la rubiecita, separándose de su padre—. Me dio gusto volver a ver a Harry después de un tiempo.

—No lo dudo—contestó Severus, conteniendo el mirar burlonamente al moreno al notar por el rabillo del ojo que estaba algo rojo.

—Harry me dijo que hoy vendría, pero creí que saldrían—comentó Luna, pensativa—. Hubo un inconveniente, ¿verdad?

—Digamos que sí, joven. Pero no deben preocuparse por eso. No es grave.

—Eso espero.

—Yo igual—convino Harry.

—Harry—habló nuevamente Andrómeda—, mi sobrino me contó que se llevan muy bien. ¿Es verdad?

—Claro que sí, Madame—contestó Harry respetuosamente—. Nos llevamos todos muy bien en el grupo. Es agradable estar juntos.

—No lo dudo—sonrió Tonks—. Cuando estaba en Hogwarts, era genial cuando podías llevarte bien con las otras Casas.

— ¿Qué amigos tenías fuera de tu Casa, Tonks?—preguntó Luna, recordando que ella había estado en Hufflepuff.

—Pues varios en Ravenclaw y alguno que otro en Gryffindor—contestó—. Era divertido. Antes de eso, jamás había escuchado que los Ravenclaw tenían una mente tan abierta. Bueno... algunos. Sin ofender.

—Oh, sí. Sé que algunos pueden ser algo cerrados y pretenciosos—dijo Xenophilius, riendo suavemente—. En mi época era un poco más complicado el llevarse bien con las demás Casas, pero nunca estaba de más intentarlo.

—Y que lo diga—comentó Remus—. Obviamente siempre serán anécdotas diferentes, pero no creo que pierdan valor las de los jóvenes de ahora, menos si cuentan que pueden llevarse bien entre ellos.

—Siempre hay excepciones—dijo Sirius—. Es raro que no las haya.

—Bueno, yo me casé con un Hufflepuff, eso debería ser el colmo—bromeó Andrómeda, haciéndolos reír y que Severus esbozara una pequeña sonrisa.

—No creo que eso deba ser un impedimento—siguió Remus—. La Copa parece ser el único obstáculo.

Mientras seguían intercambiando algunas ideas, Sirius sonrió de forma forzada y preguntó:

—Snape, ¿me concedes un momento?

Sin querer comenzar una discusión delante de los demás, Severus rodó los ojos y se levantó para ir a otro cuarto. Sirius cerró la puerta y lanzó un hechizo silenciador antes de espetar con dureza:

—No me vas a engañar, Quejicus.

Severus arqueó una ceja con hastío, restándole importancia a sus palabras.

—No sé de qué hablas. Si usaras palabras más claras, sería mejor para ambos.

—Antes muerto dejo que me quites a Harry.

—Creí que ya habíamos tenido esa conversación—suspiró Severus.

—Te lo pondré así: ¡No quiero que mi ahijado esté bajo el mismo techo que un maldito alcohólico!—gruñó con violencia.

Los ojos de Severus se ensancharon y sus hombros se pusieron tensos de golpe.

—Y ni se te ocurra negarlo—siguió Sirius—. Olí el alcohol desde que entraste. ¿Intentaste disimularlo con pastillas de menta y tés? Bien. Pero al menos podrías haberte puesto colonia.

Severus había olvidado de que la noche anterior, en dos ocasiones antes de dormirse, un poco de whisky y tequila se había caído sobre su ropa. Sólo había usado un hechizo para quitar las manchas y dejarla limpia, pero en su estado, se había olvidado por completo de quitar el olor. Únicamente se había duchado y luego olvidó cambiar su túnica. Bueno, eran todas iguales, podía pasar.

— ¿Bebiste antes de venir?—se espantó Sirius.

— ¡No!—negó con fuerza—. Jamás he bebido antes de verlo. No lo expondría a eso.

—Sí, claro—bufó el de ojos azules—. Sigue con esto todo lo que quieras, Snape. Pero te aseguro que vas a perder. Harry necesita algo mejor que un borracho en su vida.

De repente, un par de frascos que estaban encima de un estante se rompieron en miles de pedazos. Sirius se estremeció y fue peor cuando sintió que la habitación entera se movía. Severus lo miraba con muchísimo odio y por un breve momento, se sintió intimidado. Pero enseguida volvió a mirarlo con arrogancia y concluyó:

—Siempre dijiste ser tan inteligente... Y mira cómo acabas.

—Una persona con un problema así no es menos por eso. No deberías estigmatizar tanto lo que le sucede a las personas.

Merlín, acabo de admitir ante mi enemigo que tengo un problema, pensó con asco.

Sin embargo, Sirius no se percató:

—Con ese criterio digamos entonces que Bellatrix es perfectamente capaz de estar dentro de la comunidad otra vez.

—Su caso es especial, igual que el de muchos. Pero su hermana la quiere. Piensa en eso.

—Como si supieras lo que es el amor... Jamás te casaste ni tuviste novia siquiera. Ni siquiera pudiste tener hijos.

Sin querer seguir escuchándolo, Severus pasó por su lado, golpeando su hombro contra el de Sirius. Como quería callarlo de un solo hechizo...

Cuando entró al comedor, vio que Tonks le estaba mostrando a Harry y Luna cómo cambiaba su pelo de color y sus rasgos faciales a voluntad. Siendo una Metamorfomaga, era muy simple para ella tomar la forma que quisiera, rasgos diferentes e incluso cambiar su voz y altura. Les contó que solía hacer muchas bromas con eso cuando era niña y que muy rara vez habían podido atraparla, ya que siempre lo hacía con rasgos de otras personas que veía por el castillo o incluso en el Callejón Diagon.

Severus se sentó y siguió hablando con Harry en lo que Tonks hacía reír a Luna con sus cambios faciales.

—Señor, ¿no han sabido nada de Peter Pettigrew?—preguntó el joven.

—Andrómeda me preguntó lo mismo. No, aún no. Pero Dumbledore tuvo algunas conversaciones con el primer Ministro—exclamó Severus—. Tú no te preocupes por eso. Ese sujeto no volverá a pisar el castillo.

—Me alegro por Ron y Ginny ante todo—dijo Harry, sonriendo suavemente.

—Ya lo creo.

—Quería preguntarle... ¿Sabe la fecha de cuando iré a su casa?

Eso lo tomó desprevenido. Casi se había olvidado de eso. Faltaba para que el joven fuese a su casa para quedarse un mes, pero de todas formas quería tener el cuarto listo. Debía asegurarse de ello cuando volviese.

—Fudge dijo que sería a principio del próximo mes, así que...

—Genial—Harry siguió sonriendo.

—Por si te lo preguntas, tus amigos aún podrán visitarte o podrán salir cuando quieran. Con horario de vuelta, obviamente.

—Oh, las salidas no me preocupan tanto. No me gusta salir mucho, en realidad. Antes no lo hacía, supongo que me acostumbré.

Aunque lo dijo como una pequeña broma, a Severus se le oscureció la mirada.

—Bien, pero si en cualquier momento deseas acompañarlos a donde sea, no te lo prohíbas, ¿de acuerdo?

—De acuerdo. —El joven pareció recordar algo y continuó—: Comencé a leer el libro que me dio. Realmente es interesante.

—Espero que te sirva para cuando vuelvas a clases.

—Sé que sí. Creo que incluso podría superar a Hermione.

Severus volvió a esbozar una pequeña sonrisa y se acercó un poco al joven para decirle:

—Entre nosotros, déjame decirte que en mi materia, ella debería pensar en superarte a ti.

— ¿En serio?—preguntó Harry, arqueando las cejas.

—Desde primer año que mostraste conocimiento en lo teórico dentro de mi materia y en lo práctico mejoraste mucho. No dudes en que te va muy bien. Y por lo que he oído de mis colegas, no vas mal en las demás clases.

Harry sonrió, encantando, cuando escuchó eso. Todos los libros que había leído antes de empezar realmente habían sido muy útiles. Pero lo mejor era oírlo del profesor Snape. Valía mucho para él lo que el hombre decía, así que oír esas palabras le subió bastante el ánimo. No podía esperar hasta irse a vivir con él y ser visitado por Sirius. Él creía que quizás eso evitaría momentos de tensión tan grandes como el que en ocasiones pasaba cuando salían y se le escapaba algún comentario a su padrino sobre su padre o sus días en Hogwarts, no como una anécdota divertida que el joven pudiese hasta tomar como un consejo, sino como algo que «se repetía». Realmente era exasperante, pero como Sirius parecía tener mucho para soltar por su tiempo en Azkaban, Harry simplemente lo dejaba hablar, esperando que eso calmara un poco su euforia.

Detrás de ellos, el hombre de ojos azules suspiró con tristeza al ver nuevamente esa complicidad que Snape y Harry habían forjado. A su lado, Luna se inclinó un poco sobre su padre para decirle algo en voz baja al moreno. Debía ser algo gracioso y a la vez vergonzoso, porque Harry desvió la mirada y sonrió torpemente. Su prima lo notó y se puso de pie para acercarse a él y ponerle una mano en el hombro, mientras Tonks mantenía ocupados a los jóvenes con más historias sobre sus cambios y desastres que causó y que se causó a sí misma, en referencia a los pocos castigos y regaños que se llevaba las veces que la atrapaban.

—Harry también te aprecia—dijo su prima—, pero no puedes esperar que el afecto que siente por otra persona se vaya sólo porque no te cae bien ni tú a él.

—Ya no es sólo eso—confesó. Comenzó a hablar en voz muy baja—. No dejo de pensar en Peter. Alguien de Ya-Sabes-Quien se lo llevó, de eso no cabe duda. Y ahora andan sueltos por ahí haciendo Merlín sabrá qué.

—Entiendo tu preocupación. Nosotras y Ted tampoco hemos estado muy tranquilos, pero Fudge insistió en que no se debe alterar la paz entre los magos y brujas—exclamó ella, rodando los ojos.

—Fudge puede ir y besar un Dementor. Créeme, en lo único en lo que podemos estar de acuerdo Arthur y yo con Lucius Malfoy y Snape es que Fudge es el idiota más grande que hemos conocido.

—En eso yo también debo estar de acuerdo.

— ¿Cuándo no lo estuviste?—preguntó Sirius, tirando despacio de uno de sus mechos de pelo. Andrómeda apartó su mano riendo.

Una hora más tarde, Severus decidió que ya había sido suficiente de estar rodeado de más personas de lo esperado. Se despidió de todos, recibió un abrazo de Harry y un saludo amigable de Luna y su padre y fue a la puerta.

—Severus, espera—lo detuvo Lupin—. ¿No preferirías usar el Flu? Está activado, los demás lo usarán.

—Lo agradezco, Lupin—dijo con voz sedosa—, pero prefiero no hacerlo. Optaré por mi propia forma.

Remus suspiró y les dijo a todos que acompañaría a Severus a la puerta. El hombre de negro casi se niega, mas al notar que su colega de trabajo debía querer hablar de «algo», se resignó y decidió dejarlo.

—Lo que me quieras decir, que sea rápido—demandó Severus una vez que salieron.

—Escucha, sé que no has vuelto a confiar en mí y lo entiendo—aseguró Remus antes de que el otro pudiese decir algo sarcástico—, pero tan sólo quiero que seas tan sincero como siempre lo has sido. Por favor.

Severus desvió la mirada mientras exhalaba por la nariz. Odiaba cuando Remus se ponía sentimental.

—Habla ya.

Remus pensó un momento cómo podía abordar el tema. Sabía que Severus debía recordar la noche en que le dijo muchas cosas estando ebrio, pero creía que no estaba al tanto de que Lucius le dijo un par de cosas, como el hecho de que hacía poco más de una década no había sido capaz de dejar de beber por un año.

— ¿Cómo estuviste estos últimos días?—preguntó gentilmente el licántropo.

—Bien—contestó secamente—. Nunca estuve mejor.

—Severus...—entonces decidió no darle vueltas—. Yo también sentí el alcohol. El whisky y el tequila son muy fuertes.

—Ay, no es cierto—masculló Snape—. ¿Tú también me vas a amenazar con algo? Hazlo, ya estoy acostumbrado.

—No—negó Remus, claramente triste—. No me gusta pensar que estás pasando por algo así. Si el alcohol realmente es un problema para ti, hay gente que puede ayudarte. No voy a pedirte que te abras conmigo, pero al menos piensa en que hay gente a la que le importas. Tienes que tomar esto en serio si es un problema.

Severus asintió lentamente y acabó diciendo con indiferencia:

—No es nada que no pueda manejar solo.

Pero no era así.

Cuando llegó a su casa, lo primero que hizo fue ir a sala, sentarse en su escritorio y abrir el cajón donde guardaba siempre una botella pequeña de whisky. Siempre la tenía ahí como reserva, por si un día no tenía la suficiente motivación para ir a un bar o incluso aparecer alguna bebida por su cuenta. De niño, siempre veía a su padre hacer algo así. Desde en el botiquín viejo y deteriorado que estaba en el baño hasta en su mesita de noche para antes de dormir o al despertar, su padre siempre tenía una botella pequeña que llevaba consigo a todos lados. Cuando no podía conseguir un día por falta de dinero o porque los lugares más cercanos ya habían cerrado, esa botella era lo único que, en ocasiones, evitaba que él y su madre fueran victimas de gritos horribles. O por el contrario, era la causante de que el hombre se pusiera violento.

Destapó la botella y dio un pequeño trago. Mantuvo el líquido por unos segundos en su boca. Ya casi no le sentía gusto, era más que nada por la sensación fuerte que sentía cada vez que lo bebía. Al tragar el whisky, tomó otro pequeño trago y guardó la botella nuevamente.

Tras ello, les escribió a Albus y Minerva si ya sabían algo de Pettigrew o si todo seguía en la nada.

Continue Reading

You'll Also Like

209K 13.8K 50
"No te vayas, hay muchas pero no hay de tú talla"
4K 329 10
¿Qué pasa a puerta cerrada? Cuando las luces se apagan y sólo queda la soledad como espectador silencioso e indefenso. Dos almas solitarias, dos homb...
622K 67.5K 35
Voldemort asiste a Hogwarts camuflado bajo la apariencia de un joven llamado Matt Dirled. Intentará acercarse a Harry Potter y sus amigos para recopi...
209K 25.1K 48
Por un caso que esta investigando la aurora Hermione Granger llega a la mansión Malfoy en busca de su ex compañero, llevándose la sorpresa de que el...