Tres meses, dos encuentros, una decisión

Start from the beginning
                                    

— ¿Disculpa? ¿Te conozco?

Miré sobre mi hombro, buscando a otra persona. Quizás me había confundido con alguien más... Pero no había nadie cerca. Y me estaba mirando fijamente.

— No me he presentado aún. Aunque seguro que ya lo sabes, soy Oliver Wembley —me extendió la mano, pero no la tomé. Estaba bastante aturdida por su arrogancia como para accionar—. No nos conocemos, pero te he visto más a ti estos días que a mi padre en años.

— Oh, supongo que estarás hablando de los carteles de la campaña de Armani que hay por toda la ciudad —deduje, tratando de llegar a una conclusión no-peligrosa—. Créeme, para mí también exageraron con la cantidad de veces que mi rostro se proyecta por calle.

— ¿Qué carteles? —preguntó, ahora siendo él el confundido.

Y así regresó la preocupación. Estaba a punto de interrogarlo por su conocimiento sobre mí, pero fui interrumpida por el mismo camarero que estuvo observándome con compasión esa hora. Aunque ahora se acercó sonriendo, con otra botella de champán. Ni siquiera tuve tiempo de negarme cuando llenó las dos copas sobre la mesa. 

— Me alegra que esté aquí, señor Wembley.

— Gusto de verte otra vez, Thomas —lo saludó, sentándose en la silla como si fuera el dueño del lugar.

Mi desconcierto creció ante su intercambio doméstico con el camarero, quien parecía estar genuinamente contento de verlo.

— ¿Les traigo algo má...?

— Ya puedes irte —lo interrumpí, sin dejar de mirar al intruso, quien ojeaba el menú con total tranquilidad.

¿Quién diablos es este tipo?

El camarero se marchó rápidamente, volviendo a dejarnos solos.

— Si me permites, te recomiendo los mariscos. Jeff es muy bueno con...

— ¿Quién te crees que eres para irrumpir mi espacio y sentarte en mi mesa, cuando claramente no fuiste invitado? —ataqué, molesta por su acto—. No te conozco. Puedes ser un psicópata que me recomienda comer camarones para luego envenenarme y robarme. O algo peor.

— Nah, solo es una sugerencia porque sé lo buenos que son —contrarrestó—. Y sobre lo otro, me dio pena verte siendo plantada y decidí acercarme.

— ¡Qué afortunada que soy! ¡Un extraño, al que supuestamente conozco, me tuvo lástima y decidió invadirme! —ironicé—. ¿Y cómo sabes que fui plantada?

— ¿Hay otra razón por la que una chica tan hermosa como tú esté sentada sola en un lugar como este, llenándose con agua y champán mientras observa la puerta con anhelo? —cuestionó, antes de darle un sorbo a su copa.

No me dejé llevar por sus intentos de halagos. Todavía no tenía respuestas.

— Como dije antes, te he cruzado varias veces antes que hoy —continuó—. Creí que el registro había sido mutuo, pero cuando mencionaste una supuesta campaña con Armani me di cuenta que solo yo te había visto. Y de verdad, la ciudad es grande, pero haberme encontrado con tu presencia dos veces -ahora tres- en solo cuatro días... me hizo un poco de ruido y por eso decidí interceptarte. Lamento la brusquedad, pero llegué a creer que me estabas siguiendo.

Tiene que estar bromeando. ¿Qué les dan de comer en Inglaterra?

— ¿Yo, siguiéndote? —pregunté atónita—. Tú fuiste quien apareció de la nada, diciendo cosas inentendibles. Tienes suerte de que no haya traído mi gas pimienta.

Oliver soltó una risa. Yo tuve que reprimir la mía. La situación era muy bizarra, y aunque ya no estaba tan enojada, seguía sin entender del todo.

— Lo siento. Ni siquiera sé por qué motivos me seguirías, no es que tenga algo que ocultar —frunció el ceño, como si recién cayera en cuenta de lo tontas que fueron sus sospechas—. Volver a mi ciudad natal me puso algo paranoico.

Ashley Clayton | Gossip GirlWhere stories live. Discover now