—Espero que no sea sólo una apariencia—dijo Hermione, frunciendo el ceño, pero sin dejar de leer—. Nadie lo recuerda, salvo que las personas más mayores o quienes fueron sus amigos, pero estuvo encerrado mucho tiempo. Deberías tener cuidado.

—Tiene razón, Harry—habló Neville—. San Mungo es un lugar profesional, pero si tenemos en cuenta que estamos en un mundo lleno de magia donde se pueden disimular mucho mejor las cosas en el mundo Muggle... Quiero pensar que realmente está bien y en condiciones de hacerse cargo de ti.

—Oigan la idea no es preocuparlo más—señaló Ginny, sacudiendo la cabeza—. Harry, sabes que si surge alguna complicación o si algo pasa, siempre podrás escribirnos o hablar con el Director. Si nos dices que todo está bien, te creeremos.

—Gracias, Ginny—sonrió el moreno—. A todos, por preocuparse.

—Somos amigos. Siempre estamos ahí—sonrió Ron, pasándole un brazo por los hombros.

Luego de hablar un poco, Harry se unió a ellos en la hora de estudio, incluso si le estaba costando un poco concentrarse. Además de pensar en los exámenes, pensaba en muchas otras cosas, y aunque sabía que ahora mismo sólo debía pensar en lo primero, se le estaba haciendo cada vez más complicado. Quizás realmente necesitaba hablarlo con alguien más.

Cuando fueron a dormir, Harry se acostó rápidamente sin haberse cambiado, ya que esa noche volvería a verse con Luna para visitar a Helena. Neville, Seamus y Dean se durmieron rápidamente, pero el pelirrojo del cuarto se quedó mirando a su mejor amigo, preocupado.

—Harry, si algo te está molestando, puedes decirme. Sabes que no te juzgaré—susurró.

—Lo sé, Ron. Es sólo que... no estoy seguro de lo que me pasa—contestó Harry—. Todo esto es muy extraño.

— ¿No te sientes listo para vivir con tu padrino?

—Siento que es muy repentino, pero sé que será mejor que vivir con mis tíos y primo.

—Y que lo digas... En cualquier caso, como dijo Ginny, si llega a pasar algo, escríbenos, por favor.

—Lo haré, Ron. No te preocupes—sonrió Harry en la oscuridad, sin saber si su amigo podría verlo bien.

Pasado un rato y al asegurarse que su amigo estaba profundamente dormido también, Harry se levantó sigilosamente, se puso los zapatos y tomó su capa de invisibilidad. Al ponérsela, se sintió un poco emocionado por salir a esa hora de la noche sin que nadie lo supiese. Aunque eso no evitaba que los nervios también lo invadieran. Esperaba que las protecciones del lugar no avisaran a los profesores que él y Luna iban a estar en un lugar apartado hablando con un fantasma que pocos o nadie conocían. De repente, la idea de pensar que podían acabar en la oficina del director lo hizo estremecer. ¿Y si algo salía muy mal? No quería causarle problemas a su amiga. Quizás había sido una mala idea.

Pero no podía simplemente faltar y dejarla esperando, por lo que reunió valor y salió de la Sala Común, moviendo muy lentamente el cuadro de la Dama Gorda para no despertarla. Sabía que ella tenía el sueño pesado, pero no quería arriesgarse a despertarla y que alertara a todos. Al cerrar el cuadro, ningún cuadro se percató de que se había movido sola. Se aferró a la capa de invisibilidad y fue al punto de encuentro para ver a Luna y Helena. Esperaba no cruzarse con Filch y la señora Norris, ya que la gata podía llegar a sentirlo pese a no verlo y si ella empezaba a actuar extraño, el viejo lo notaría de inmediato y entonces tendrían problemas. Bueno, él los tendría, ya que no pensaba delatar a su amiga. Los prefectos aún daban vuelta por los pasillos, asegurándose de que nadie quedaba. Ni siquiera sintieron su presencia, simplemente siguieron caminando y hablando tranquilamente.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now