2.17: Conocimiento carnal

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Reímos, pero él nos ignoró y caminó hasta la puerta. Le empujé el hombro a Nate para mirarlo con confusión, negó en respuesta.

— El club de hombres definitivo —levantó una llave—. Atravesé esta puerta y era...

— ¿Tu versión de Narnia? —completé.

Chuck finalmente abrió la puerta para entrar. Lo seguimos pasos atrás, caminando despacio para observar. Parecía bastante normal. Algo creepy, pero no fuera de lo común.

— Era la mujer más guapa que había visto en mi vida. Me estaba esperando a mí. Preparada para servirme... conociendo todos mis deseos.

— Sobran los detalles —contesté disgustada.

— Por desgracia, creo que solo llegué hasta allí. Me he despertado solo en una habitación de hotel —volteó a vernos—. Por una ironía del destino, ni siquiera recuerdo su nombre.

— ¿Qué recuerdas exactamente? —preguntó Nate.

— No mucho. Espero que venir aquí cambie las cosas...

Mientras que Chuck recorría la casa, nosotros nos divertíamos comentando cosas graciosas sobre los objetos que la ocupaban. Realmente era solo una residencia de familia a la venta.

Ahora tocábamos el piano que se encontraba al lado de la escalera. Nuestras carcajadas resonaron por toda la mansión.

— Lo haces horrible, Archi.

— Soy muy bueno con las manos, pero no tocando pianos —me guiñó un ojo.

— Por favor —le golpeé el brazo, riendo.

Chuck bajó las escaleras lentamente, con esa expresión de misterio que adoptó desde que llegó. Estaba delirando, pero su ilusión era divertida.

— ¿El club definitivo estaba aquí? —cuestioné burlona—. Porque este lugar me recuerda a la casa de mi tía.

Nate rió al escucharme.

— Fue aquí. Lo sé. Había cortinas de terciopelo tapando el pasillo... había mujeres con máscaras tumbadas en un diván que había donde está este piano —señaló nuestra dirección.

— De acuerdo. Deberías descansar —Nate se levantó para enfrentarlo—. Te ayudará a refrescar la memoria —le palmeó la espalda.

Yo también me paré.

— Tengo remedio para la resaca en mi casa, es milagroso.

Chuck nos ignoró, acercándose al piano en silencio.

— Es ella —dijo tomando un cuadro de fotos—. Esta es la mujer.

Se lo pasó a Nate, quien soltó una risa nasal al ver la imagen.

— Déjame ver —se lo quité. Había una mujer sosteniendo a un bebé—. Imposible. ¿La mamá? —alcé una ceja—. Debe ser su casa.

— Bueno, solamente hay un modo de averiguarlo —dijo Nate, tomando un folleto.

Chuck inmediatamente se lo sacó de las manos y lo miró sospechoso.... Yo opino que necesita un baño para aclarar ideas, y para sacarse ese olor.

•••

Llegamos a la escuela y nos encontramos con la noticia de que debíamos dejar nuestros teléfonos en la puerta. Al parecer, la idea fue sugerida por la señorita Carr, la nueva profesora de Ingles, ya que siente que el uso de los teléfonos distrae la atención a la clase. Tiene razón, pero me siento incomunicada y no me gusta para nada.

Ashley Clayton | Gossip GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora