—Sí... Sí, me dan un montón de palizas. Todo el tiempo—contestó con calma.

— ¡Eso es excelente!—bramó Marge, haciendo que saltaran un poco en sus sillas—. Jamás he entendido esas estupideces de no golpear a los que se lo merecen.

Harry la miró por encima de sus lentes un momento y luego siguió lavando los platos.

—Si sus padres estuviesen aquí, se los diría sin problema.

—No hablamos de eso—interrumpió Petunia, mirando nerviosamente a su esposo.

—Oh, Petunia, no tengo nada en contra de tu familia, pero tu hermana Lily siempre había sido la manzana mala del barril, aunque tus padres prácticamente decían que era «perfecta». Qué estupidez.

Harry exhaló suavemente por la nariz e intentó centrarse en lavar los platos. Era complicado cuando había una mujer horrible tirando basura contra su difunta madre.

—Lily sólo era... diferente—murmuró perdidamente Petunia.

—Sí...—chasqueó Marge—. Entonces quizás el problema vino del padre. ¿A qué se dedicaba?

—No trabajaba—respondió Vernom rápidamente—. No hacía nada, estaba desempleado.

—Ah. No me sorprende que el muchacho este por seguir ese camino. ¿Qué se podría esperar de un borracho?

—Eso es mentira—soltó Harry de la nada, dejando caer los cubiertos—. Mi padre no es ningún borracho.

La copa que Marge tenía en la mano explotó cuando Harry la miró feo, haciendo que todos se lanzaran hacia atrás en las sillas. Aunque Marge, ya bastante ebria, movió la mano con desdén y dijo:

—Tranquila, tranquila, Petunia. No ha sido nada. Tengo mucha fuerza en las manos—alardeó, cerrando su mano derecha en un puño—. Sólo fue eso.

—Chico, ya puedes ir a tu cuarto—siseó Vernom. Harry supo que era mejor no retrasarse.

Se secó las manos e intentó irse.

—Oye—lo llamó Marge—, sólo te irás cuando limpies esto—declaró, señalando los restos de vidrio en el suelo.

El joven se contuvo lo más que pudo para no gritarle y se agachó para recoger los vidrios. Marge seguía hablando y diciendo cosas malas de sus padres y él se estaba conteniendo como podía. Se acercó al cesto de basura y los tiró todos.

—No. El padre no tiene nada ver. Todo es por la madre. Es igual en los perros—exclamó entonces—: Si la perra tiene algo malo, los cachorros también lo tendrán.

Ante la comparación de su madre con una perra, Harry lanzó el trapo que tenía en la mano y que había usado para recoger los cristales y le gritó a Marge que se callara. Las luces comenzaron a titilar y antes de darse cuenta de lo que estaba pasando, la mujer comenzó a inflarse como un globo. Sus tíos se levantaron lentamente y se alejaron, horrorizados por la imagen delante de ellos. Y no fue hasta que algunos botones y el collar de cuencas de Marjorie salieron volando que Dudley se percató de lo que ocurría.

Marge comenzó a flotar, mientras seguía gritándole a Vernom que la ayudara. Harry ni siquiera se dio cuenta de que eso no pararía si no dejaba de pensar y desear que su tía dejara de molestarlo, que no volviese jamás a esa casa. Y de alguna manera, lo estaba consiguiendo.

Cuando Vernom se levantó para intentar ayudar a su hermana, Ripper se lanzó hacia delante y mordió su pierna por alguna razón. Harry se preguntó si es que eso también lo había ocasionado él.

Mientras Vernom intentaba que Ripper lo soltara, Marge flotó hasta la puerta que daba al patio trasero. Arrastrando la pierna que era mordida por el perro, el tío Vernom sujetó las manos de su hermana para intentar evitar que se fuese volando. Pero cuando él también comenzó a elevarse en el aire, soltó las manos de Marge y cayó contra el suelo, siendo asistido por Petunia, que tenía un trapo en la mano que había comenzado a apretar antes por ansiedad.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now