No quería ni imaginarlo.

Sonrió levemente cuando se dijo que sólo debía intentar pensar que los meses podían pasar rápido y cuando menos lo pensara, estaría con él y sus amigos de nuevo, seguramente viviendo otra aventura extraña y peligrosa. Claro que debía tener cuidado de no cumplir el mayor miedo de Hermione; Harry aún dudaba si era la expulsión o que escribieran algo en un expediente permanente, aunque Ron y Draco insistían en que no sabían de qué hablaba cuando lo mencionaba.

Cuando llegaron a la estación, todos apreciaron cómo los dos hermanos mayores de Ron, Bill y Charlie, se acercaban corriendo hasta él y Ginny; los gemelos y Percy aún no aparecían. Bill se dejó caer al lado de su hermano pequeño y lo examinó casi con desesperación para saber si tenía heridas de gravedad, sabiendo bastante de ello por las veces que Charlie se lastimaba cuando jugaba con los dragones de niño; al comprobar que no tenía nada, lo estrechó entre sus brazos con fuerza. El segundo mayor abrazó a su hermanita y miró a Ron con un profundo alivio. Ambos comenzaron a decir que sus padres les habían escrito y contado todo, razón por la cual decidieron regresar para verlos.

Los demás se miraron y sonrieron. Sí, todo estaba más que bien.

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Draco podía considerarse un chico que nunca (o casi nunca) se avergonzaba, ni en las reuniones de sus padres ni en la escuela. Además, con un grupo de amigos como el suyo, uno podía incluso olvidarse de lo que pensaban los demás. Sin embargo, nunca pensó que iba a ser recibido de una forma tan aplastante... literalmente.

Su madre se había lanzado sobre él en el momento en que llegó a la mansión y prácticamente lo estrujó entre sus brazos mientras le llenaba de besos la mejilla y murmuraba palabras de alivio, arrodillada delante de él. Su padre se presentó en la sala apenas oyó los gritos de su esposa. Supo que su hijo había llegado (él había permitido que llegase con un elfo domestico, pese a su reticencia a la idea) por eso mismo y entendió que mejor se preparaba, ya que Narcissa podía estar feliz y aliviada, pero eso se acababa tan pronto como llegaba.

- ¡Ay, Draco! ¡Estás bien, ¿verdad?!-siguió ella, sujetando con fuerza el rostro del niño entre sus manos-. ¡¿No estás herido?! ¿Te lastimaste en la Cámara? ¿Tus amigos siguen vivos?

-Narcissa...-intentó Lucius, pero su esposa lo miró por encima del hombro del niño y sus ojos fueron tan feroces que entendió que lo mejor era dejarla acabar.

-Madre...

- ¡¿Cómo puedes preocuparnos tanto?! ¡Casi muero cuando tu padre me lo dijo!-aulló la mujer, a nada de tirarse del pelo-. ¡¿En qué pensaban?!

Draco retrocedió unos pasos hasta que se pegó al cuerpo de su padre. Lucius se aclaró la garganta mientras apoyaba las manos sobre los hombros de su hijo y dijo:

-Cissy, tal vez podrías... preocuparte de forma más sutil. Los niños ya pasaron muchas emociones.

Narcissa miró a su hijo y vio culpa en sus ojos. Evidentemente, sus palabras debieron llegarle de golpe.

Se levantó y fue a sentarse al sofá. Llamó a su hijo y él caminó cohibido para sentarse a su lado. Lucius se sentó detrás de él.

-Lo siento, cariño. Estoy un poco estresada-admitió Narcissa-, pero sí que me preocupé cuando tu padre me contó lo ocurrido.

-Sí, ya lo sé-suspiró Draco, bajando un poco la mirada.

- ¿Tu tío Severus te había pedido antes que no hablaras con nosotros sobre los ataques?-preguntó ella.

-Sí. Quería... evitarle problemas al director-contestó Draco, sabiendo que no le convenía mentir-. Además, de habérselos dicho antes, él tampoco habría sabido bien cómo explicarlo, porque ni siquiera sabíamos qué o quién estaba atacando a los estudiantes.

Siempre contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora