Sin embargo, lo último que quería hacer era molestar al hombre con sus tonterías. Había aprendido que los adultos no tienen tiempo para preocuparse por las tonterías de los niños que no son sus hijos, así que, a menos que de verdad fuese relevante, él no debía cuestionar ni poner en duda nada de su profesor. Simplemente, esperó a que él hablara primero.

Severus, por su lado, levantó un poco la cabeza y notó que Harry estaba mirando hacia un lado de su oficina, notablemente tenso. Parecía estar esperando un regaño legendario o peor, ser golpeado. Él recordaba perfectamente la forma en que sus familiares lo trataban cuando lo llamaban para «hablar». Sabía que debía tener cierto cuidado con las cosas que preguntara.

Dejó a un lado los exámenes y pluma y cerró la puerta con un movimiento de su varita, sobresaltando al niño.

— ¿Señor? ¿Estoy en problemas?—preguntó Harry, casi temblando.

—Claro que no—respondió pausadamente Severus, casi extrañado de decir eso. Después de todo, las veces que los alumnos acababan en su oficina fueron, sin lugar a dudas, por sus detenciones—. De hecho, me gustaría hablar sobre la clase de hoy.

— ¿Hice algo mal?—insistió Harry, ansioso.

Severus tuvo que retener un suspiro. ¿Cómo debía llevar un tema así?

—Al contrario. He de decir que sus respuestas fueron correctas, sólo...—En ese momento, dudó. No sabía cómo comenzar a preguntarle por sus familiares o sobre su situación.

Harry miró al hombre por entre su flequillo y notó que, lejos de tener la fría mirada que mantuvo durante todo su clase, tenía una expresión relajada y su ceño no se mantenía fruncido como cuando entró. En realidad, hasta él parecía más relajado.

— ¿Señor?

Ok, Severus, harás lo de siempre: no darás vueltas, pensó para sí mismo el hombre, sabiendo que no podría vivir ocultando que sabía todo.

—Señor Potter, cuando recibió su carta de Hogwarts, ¿sus familiares cómo lo tomaron? Tengo entendido que ellos son Muggles y una noticia así nunca es fácil de aceptar para ellos.

—Hmm... Bueno... ellos se... sorprendieron bastante—respondió Harry, sin poder mirarlo—. Ni yo me lo esperaba, porque ni siquiera sabía que la magia era real. Ellos siempre se aseguraron de dejármelo claro.

— ¿Cómo?

Harry guardó silencio, pero su mirada reflejó un profundo temor.

—Está bien—exhaló Severus, sintiendo que su presión arterial aumentaba drásticamente—. Y tus familiares, ¿alguna vez dijeron en voz alta algo respecto a este tema cuando se enteraron?

—No directamente, pero se notó que no estaban felices porque yo lo supiera. Mi tía Petunia estaba muy molesta de que Hagrid revelara que mis padres no murieron de la forma en que ellos me hicieron creer, que fue en un accidente—contó apagadamente y profundamente triste.

Severus sintió que sus ojos se ensanchaban y su ceño comenzó a temblar. Hagrid había hablado un poco con él y Dumbledore antes de que los estudiantes llegaran, así que sabía la mentira tan grande que los Dursley le habían dicho a Harry sobre sus padres. Pero era muy diferente escucharlo de los labios del mismo. En momentos así, deseaba con fuerza poder tomarse un frasco entero de Poción Calmante, pero no iba a ser lo más sensato del mundo lucir como un adicto a ella frente al niño.

—Entiendo. Y cuando algo relacionado con la magia pasaba, como deduzco que debió pasarte a lo largo de tu corta vida por accidente, ¿qué hacían ellos?

De nuevo, Harry no respondió, pero a Severus no le pasó por alto el temblor casi incontrolable que se había apoderado de su cuerpo. Supo que había dado en el clavo. Notó que el niño comenzó a apretarse la muñeca en una clara señal de ansiedad. Entonces, cuando Harry se levantó un poco la manga para poder hacerlo, Severus notó un moretón en su brazo, pero fue rápidamente tapado por una parte de su manga.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now