Capitulo 43

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Prometí algo que ni siquiera yo sabía que cumpliría.

Estaba cansada, agotada de tantas dudas sin aclarar, jamás pensé que en algún momento de mi vida iba a llegar a sentir un cierto colapso mental, indignación, por el apellido Boyd. Sentía que estuve perdiendo mi tiempo sufriendo en vano todos estos años, sentí pena por mí, por lo que yo era antes y nunca me había sentido así conmigo misma.

Escuché los gritos de Ann al entrar por la puerta, hubiera querido haberle gritado sorpresa, pero me quedé inquieta y tenía que lograr salir de este trance de emociones negativas.

Inspiré y exhalé un par de veces, decidí quedarme callada, si yo me sentía cansada de contarle a Chris de cada cosa que me enteraba de Marcos, no imaginaba como se sentía él, después de todo era mi ex y a nadie le gusta que hablen demasiado sobre un amor del pasado, hasta que no me enterara completamente de la verdad, me quedaría en silencio.

Salí con mi mejor sonrisa al encuentro de mis amigos, esa energía que me entregó mi amiga Ann en un abrazo, sus gritos de alegría, me hizo volver a la realidad, entre sus risas y bromas como siempre, ella era única.

—¿Así que esta es la otra? —dijo Ann frente a Amanda, noté que se asustó un poco.

—Amanda está bromeando —me reí—. Ann es una loca.

—Es toda tuya —le respondió Amanda, luego se rio.

—Por fin te conozco, Nico y Harry me ha hablado de ti —le dijo Ann.

—Igualmente Ann, ahora si podré decirte que la presentación que tuviste en Polonia estuvo maravillosa.

—Wow ¿fuiste allí?

—Si, hace dos meses fui a Polonia y tenía pendiente asistir.

—Eso no me lo esperaba. —Asintió haciendo una mueca—. Menuda amiga te encontraste Nico, ahora es mi amiga también.

Nos reímos y luego Amanda nos invitó a la sala en donde habíamos dejado todo listo para servirnos de la cena. La dueña de casa les presentó a Ann los niños y a los padres, de hecho comieron con nosotros en la cena, habíamos preparado la comida preferida de Ann. No obstante, mi mente luchaba por concentrarse, a veces me encontraba pegada con la mirada fija en un trozo de carne que solo daba vueltas en mi plato y tenía que centralizarme porque Chris se estaba dando cuenta.

¿Qué dirán esos mensajes de Marcos? ¿Por qué nunca me los envió? y esa carta que me apareció al lado de la cama en el hospital, seguía preguntándome quién la dejó allí. Cada pregunta, cada pensamiento que crecía en mi cabeza, arraigaba más preocupación, misterio... resentimiento.

No puedo negarlo, quería irme y correr a donde sea que pudiera conseguir alguna pista y terminar con este padecimiento, pero los demás quisieron jugar, conversar, reírse. Al menos pude distraerme hasta pasada la medianoche cuando volvimos a casa.

Los siguientes días se mantuvieron invictos aparentemente, entre el trabajo y la casa con Chris, además de salir con Ann y Amanda cuando podía, esa chica sí que vivía ocupada. De hecho hoy en la tarde Chris me comentó que llegaría pasada la medianoche a casa, así que invité a mis amigos para que cenaran conmigo, no me aguanté y les conté lo que me estaba sucediendo con respecto a la madre de Marcos. Juntos le dimos vueltas a algunas teorías.

—¿Verificaste si era ella? No entiendo qué sentido tiene llamarte ahora —me dijo Harry.

—Si es ella, la reconocí apenas habló y bueno, casi puedo entender porque tardó tanto en llamarme.

—¿Tienes su número, no? Deberías llamarla mañana y que te dé los datos del correo de Marcos para que puedas saber de una buena vez Nico, no sé cómo has tenido tanta paciencia —me dijo Ann a regañadientes.

Dos Amores Un Solo CorazónWhere stories live. Discover now