Capitulo 32

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Después de unos minutos de intriga, mi padre recordó quién era Benjamín Bradley. Debo reconocer que me sorprendió bastante. Resultó ser un colega de trabajo, con el cual estuvo en un congreso de arquitectura por varias semanas en Louisville, Kentúcky, hace 8 años atrás.

Que sorpresa, nuestros padres se conocían y aun así «al menos yo» nunca nos habíamos cruzado antes con la familia Bradley. Cuando escuchaba la historia de mi papá sentía que un escalofrío me recorrió la piel, a veces las coincidencias de la vida están más cerca de lo que uno cree. Eso no fue todo, descubrimos que Chris también estuvo en ese congreso con su padre, mamá y hermana, sin embargo aunque yo hubiera ido, en ese entonces yo estaba profundamente enamorada de Marcos, con mis metas claras para con él y mis estudios, por lo que probablemente si hubiera visto a Chris, no me habría causado ninguna atracción romántica, salvo de que quizás, lo habría encontrado bastante guapo, pero nada más.

—¿Destino o casualidad? —decía mi madre, con tono de insinuar reproche porque al parecer yo era la única que no creía en el destino aquí, más que una mera casualidad.

Aunque ahora comienzo a dudarlo, tal vez un poco. Solo un poco.

Los días seguían pasando rápidamente, era lamentable, digo esto porque mis padres vinieron solo por una semana y ahora que las cosas andaban bien entre nosotros tres, quería que se quedaran más tiempo y en cierta forma aprovechar el tiempo perdido. Lo que me consolaba es que en unos meses ellos vivirían aquí en Boston.

A pesar de que su visita era una semana, la disfrutamos hasta la última gota por decirlo de alguna forma. Mi padre pudo ayudar a Chris y comunicarse con Benjamín para que le ayudaran con el diseño de la construcción y actualizar información sobre qué había de sido su vida en todos estos años, y por su puesto sobre Chris y yo.

—Quien lo diría eh, se lo tenían guardadito —escuché decir a mi padre cuando hablaba de nosotros con Benjamin, de solo ver su expresión picarona me sonrojaba.

Mi papá estuvo hasta incluido en una de las reuniones con los administrativos y me enorgullecía, por fin veía a mi padre lleno de vida, hablando vigorosamente de lo que más amaba de su trabajo, el brillo de sus ojos volvió, muy diferente a como estaba la última vez que lo vi antes de escapar de Louisville, como si escapar de esa ciudad lo liberara del dolor que consumía su corazón, ahora está en su mejor momento, y claro, mi madre tenía que ver con lo contento que se veía.

Por otro lado, mi madre me estuvo acompañando al hospital, estaba literalmente embobada con todo, la estructura del hospital, la forma en la que nos organizábamos, y sobre todo la seguridad y dedicación que se le entregaba a cada paciente, sin importar su procedencia.

Fue entonces cuando esta tarde del viernes Chris me mandó a llamar a su oficina, mamá se quedó con los hospitalizados de la tercera edad fascinada, entre que los acompañaba a pesar de que estaba de vacaciones y conversaba maravillándose con las historias que escuchaba. Me dirigí a la hora que Chris me dijo para ir a verlo y una vez allí, entré.

—¿Me llamaba señorito Bradley? —dije cerrando la puerta detrás de mí, intente sonar seria.

Él estaba sentado en su silla grande de escritorio, acolchada y de cuero, que con solo pensar en sentarme ahí creo que me dormiría, pero que por la altura de Chris seguro necesitaba algo más cómodo. Ahora entiendo porque a veces ni llegaba a su apartamento por madrugar en su oficina cerciorándose de cada detalle del hospital, es ahí donde debía pestañear por largos minutos.

—Te estabas demorando. —Le echó un vistazo al reloj de pared y se quitó los anteojos que usaba cuando trabajaba en su laptop, dejándolo en la mesa de escritorio.

Dos Amores Un Solo CorazónWhere stories live. Discover now