Capitulo 25

1.5K 154 89
                                    


—Respira, Nico... respira —me dije a mí misma en un murmullo, con la respiración entrecortada—. Un minuto más.

El viento frío pasaba por mi rostro, pero este lo apreciaba de una forma agradable por el calor que tenía debido a estar corriendo desde hacía unos veinte minutos, fuera de lo común, para mí. Sentía las piernas como lana a punto de doblarse por un mísero viento, una sensación de dolor y adormecimiento; el corazón se me escapaba por la garganta, unos pasos más y caería rodando por el suelo, para entonces no tendría ninguna intención en ponerme de pie.

—¡Vamos, Nico, cinco minutos más! —me gritó Chris, cuatro metros más allá, trotando en su sitio sin avanzar para esperarme.

—Que... no... puedo... más —dije, ahogada.

Cuando llegué a su lado me agaché, apoyando mis manos en mis rodillas, intentando recuperar el aire. Escuché la risa de Chris algo agitada.

—Por lo visto, era verdad que no hacías ejercicio —dijo, con la voz temblorosa por estar saltando.

—¡Woho! —solté un grito de cansancio, cerrando los ojos fuertemente. Chris soltó una carcajada—. ¡No te rías! —le reclamé, amenazándolo con mi mirada.

—¿O qué? —respondió, atrevido.

—No te hago más pancakes. —Le saqué la lengua al enderezar mi espalda e inhalé aire profundamente.

—Con eso no se juega, señorita... Bueno, bueno, pero es que me dio risa, que apenas llevamos veinte minutos trotando y ya estás agotadísima.

No solamente habíamos trotado, también hicimos abdominales e infinidad de ejercicios.

—Es que no estoy acostumbrada a trotar, además, son las ocho de la mañana. ¡Debería estar durmiendo! ¡Es sábado!

—Tienes todo el día para descansar, floja.

—Me sacas el jugo en la semana, así no se puede.

—Venga, vamos, bebe un poco de agua. —Me ofreció de su botella—. Luego damos la última vuelta por el parque y nos vamos a casa.

—El parque es tremendo... —dije, y bebí agua—. Mañana no me voy a poder mover. —Me reí.

—Cuando llegues a casa, luego de que pasen unos veinte minutos, te bañas con agua tibia y luego fría, así no te dolerán mañana las piernas.

—Lo haré, doctor Bradley —le respondí—. Gracias por el agua.

Le devolví la botella y me puse a correr, adelantándome para terminar lo más rápido posible con mi tortura. Oí que Chris me llamaba desde atrás al ver mi reacción repentina y yo solo seguí corriendo.

—¡Espérame, tramposa! —me gritó.

Logré correr unos metros más y sentí que me jalaban de la sudadera, deteniéndome, luego vi que él me pasaba por delante corriendo.

—¡¡Heyy‼ —le grité. Le hice un gesto de burlarme sacándole la lengua, luego me fui corriendo en dirección a casa, ya que habíamos venido a pie.

Era obvio que me iba a alcanzar en algún momento, sus piernas y zancadas eran más largas que las mías, a eso agregarle que yo iba el doble de cansada que él, pero en vez de adelantarme se fue corriendo un metro más atrás de mí y cuando yo bajé el ritmo, me puse a caminar para cruzar la calle frente al apartamento. Al atravesar la calle, miré a los lados y no lo vi, me pareció raro ya que desapareció de repente.

—¿Chris? —dije, frunciendo el ceño.

—¡Boh! —me habló por detrás y yo pegué un salto.

Al darme la vuelta le iba a gritar: ¡Tonto, me había preocupado!

Dos Amores Un Solo CorazónWhere stories live. Discover now