Capítulo 17

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Me desperté a las 7 am, la costumbre me hizo olvidar que era sábado, y eso que el día anterior había tenido un día agotador con varias cirugías por la mañana, una que fue complicada y las otras que funcionaron con éxito. Enfrentarse a una cirugía era tremendamente riesgoso, necesitaba mucha concentración y, gracias a los médicos que estaban en mi equipo, todo salió bien.

Pero aquí me encontraba, mirando al techo pensando en qué hacer, y al parecer el tiempo, cuando más esperabas que avance rápido no sucedía nunca. Apenas fueron las ocho me levanté en pijama a desayunar, preparé una taza de café, tostadas con mantequilla y me fui a sentar frente al televisor, me quedé viendo programas de talentos hasta que por fin fueron casi las diez. En cambio, Harry y Ann todavía ni se levantaban, fue cuando me acordé del delantal de Christian, ahora que tenía tiempo iba a aprovechar para coser los botones.

Después de lavar mi taza fui por el delantal, una aguja e hilo blanco y me senté en el sofá de nuevo. Los botones seguían en el bolsillo del delantal, eran tres. Enhebré el hilo en la aguja y tomé un botón para comenzar a coser. Mientras cosía los siguientes fue inevitable pensar en cómo sucedió la caída, su cercanía, su sonrisa y sus juegos e intentos por hacerme enojar solo para sacarme una sonrisa.

¿Qué estaba sucediendo conmigo? ¿Él debería ser más obvio para darme cuenta de sus intenciones?

Suspiré, al terminar después de unos minutos de coser, con el murmullo de la televisión que casi no prestaba atención, me quedé mirando el delantal. Una curiosidad se apoderó de mí, impulsándome a desear sentirlo cerca, pensar y pensar en él sin tener un resultado me estaba carcomiendo la mente y el corazón.

—Debo hacer algo... ¿pero qué? No sé... —murmuré, retóricamente.

Mis manos sostenían el delantal y en un abrir y cerrar de ojos olí el aroma que quedó impregnado en el cuello de la tela. Una sinfonía de esencias activó mis sentidos y permanecí así por varios minutos hasta que me desconecté de la realidad. Era su perfume.

—Nico... —Sentí unos golpecitos en mi hombro y una voz de lejos—. Nico, ¿dormiste en el sofá?

Abrí mis ojos poco a poco y me vi casi envuelta en un delantal que no era mío, la tela seguía posada en mi nariz y mis manos se aferraban a esta. Fue cuando me di cuenta de que me había quedado dormida..

—¿Ann? ¿Qué sucede?... —respondí, sentándome adormilada y dejando el delantal al lado.

—Uhm, eso me pregunto yo. ¿Qué haces con el delantal del vecino?

¿Del vecino?, pensé. Miré a Ann con cara de confundida, me levantó un poco las cejas esperando mi explicación y quise ocultarle que ese delantal era de él.

—Ah, estaba cosiendo los botones de mi delantal y me quedé dormida. ¿Y ustedes? Que no los había visto.

—¿Y tú crees que yo nací ayer? Y para tú información sé leer... —Se acercó y tomó un pedazo de tela del delantal, mostrándomelo cerca de mis ojos—. Doctor Christian Bradley, Alias vecino —leyó modulando la última frase algo exagerado.

—Ah... eh... —Me quedé en blanco—. Es una historia larga, Ann.

—Pues es sábado y tengo todo el día. —Me movió las piernas levantándomelas y mientras me las sostuvo se sentó en el sofá y soltó mis piernas sobre las suyas—. Te escucho.

—¿Qué?

—Habla, di. ¿Qué haces cosiéndole el delantal a Chris? No has estudiado por años para coserle los botones a tú jefe, Nico. —se rio de su broma.

—Claro que no, es solo un favor —le respondí.

—Sabes que te voy a seguir insistiendo hasta que me cuentes y te torturaremos con Harry si es necesario. —Me hizo cosquillas en las piernas y las moví dando unas patadas.

Dos Amores Un Solo CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora