Capitulo 26 (I)

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No pude pegar los ojos en toda la noche, las horas se me hacían eternas y por más que me daba vueltas en la cama, mi habitación no aclaraba. Estaba ansiosa, al borde del nerviosismo porque finalmente había dado con el contacto telefónico de la señora Emma Keller, quien había sido donante receptor de Marcos.

Internet había sido de gran ayuda por las redes sociales. En efecto, sería la primera vez que tendríamos contacto y, ya que ella se encontraba en Madrid, la diferencia de horario con Boston era seis horas.

Precisamente a las 5 am recibí un mensaje de ella, para saber si podía llamarme, aunque fuera de madrugada. No dudé ni un segundo en responderle que estaba esperando su llamado, entonces la pantalla se encendió y su nombre apareció en ella, respiré profundo y contesté.

—¿Hola? Señora Keller.

—Hola... ¿Nicole, no? —su voz era pausada, con unos pequeños toques altos al terminar de preguntar.

—Sí —dije, pensando en qué decir—. Mucho gusto, por fin —agregué rápidamente.

—Lo sé, estuve mucho tiempo buscando a quien me había dado un gran regalo, pero las circunstancias fueron diferentes —mencionó yendo al tema, lo que me parecía genial ya que no quería ser imprudente—. Seguro estarás preguntándote quién soy, o algo de mi vida.

—Me tiene muy intrigada, la verdad. No es mi idea entrometerme en su vida, señora Keller, pero no sabe cuánto me alegra poder comunicarme con usted... era el deseo de Marcos.

—También me alegra muchísimo, no sé mucho sobre él ni de ti, al parecer tenemos bastante de qué hablar. Cuando yo recibí el trasplante estaba en San Francisco pero una vez que ya estaba recuperada, tuve que regresarme a España. Mi familia estaba acá y muy preocupada por mí.

—Entiendo, fue en ese lapso cuando usted se fue, en el que yo di por sentado que Marcos había fallecido. Luego de suponer e investigar me enteré de que él había pasado sus últimos días en el hospital de San Francisco. Marcos... era mi novio, pero solo sus padres pueden pedir explicaciones al hospital por ser familia directa. —Hubo unos segundos de silencio, decir eso me causó una punzada en el pecho por los recuerdos—. No ha sido fácil tener que superar su pérdida, pero después de cuatro años poco a poco acepté su partida, ahora siento que estoy llevando a cabo todo lo que planeé con él y aunque ya no está aquí, me dejó cosas muy valiosas, como los recuerdos maravillosos juntos, la fuerza y el ánimo que siempre me daba. Todo eso jamás lo olvidaré.

—Al oírte hablar de él, puedo percibir la gran persona que debió ser. En cierta forma también me siento en deuda, sé que no podré agradecerle directamente, pero me siento tranquila ahora que hablo con alguien que fue parte de Marcos.

—Casi puedo verle sonreír... —dije, cerrando mis ojos e imaginándome la sonrisa de Marcos con pequeñas margaritas en sus mejillas—. Pues él esperaba que aunque no estuviera aquí, hubiera sido de gran ayuda con su decisión y por lo que veo lo logró.

—Lo fue... muchísimo, Nicole, realmente lo agradezco, espero que podamos seguir manteniendo contacto y reunirnos algún día.

—Por supuesto, de eso no hay duda.

Nos envolvimos en una conversación como si nos conociéramos de toda la vida, pero tuvimos que despedirnos.

—Bueno, ahora lamentablemente debo dejarte porque seguiré con mi trabajo, y me imagino que tú debes descansar, es temprano allí.

—Son casi las seis de la mañana, en un rato más me levantaré para ir a trabajar —aclaré. Si supiera que no dormí nada—. Que tenga buen día, señora Keller, fue un placer hablar con usted.

Dos Amores Un Solo CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora