Capítulo 6

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La tarde del viernes paso más que rápido con tantas cosas por hacer. Me tocó turno en urgencias y para estar allí necesitabas total concentración, un error podría resultar fatal. Justo cuando estaba por irme, llegó una niña de dos años con asfixia por aspiración. Sus padres dijeron que estaba jugando y que de repente comenzó a toser. Suele pasar, los niños se atoran fácilmente porque todo se lo echan a la boca y la niña comenzaba a ponerse roja.

—¿Estaba comiendo? —le dijo el doctor Dylan, abriéndole la boca.

—No, no, estaba en el suelo jugando con sus juguetes —respondió la mamá con tartamudeos.

—Entonces se metió parte de algún juguete a la boca, perderíamos tiempo haciéndole una radiografía —dije.

—Exacto —me dijo el doctor.

No lo pensé más y la tomé en brazos para realizarle la maniobra de Heimlich. Se trataba de una compresión abdominal, un procedimiento de primeros auxilios para desobstruir el conducto respiratorio. Fuese lo que fuese debía salir. Lo realicé unas tres veces y de repente la niña lloró y gritó, lo que indicaba que ya podía respirar.

Sentí cómo se me pusieron de punta los vellos. Se suponía que estábamos acostumbrados a este tipo de cosas, pero siempre teníamos ese temor innato de no hacerlo de la forma correcta.

—Vaya, ahora podemos decir que era un zapatito de una Barbie ¿no? —dijo el doctor, recogiendo lo que había salido de la boca de la niña.

Como no dejaba de llorar la recosté en la camilla para que sus padres la vieran y así se calmó.

—Bien hecho, Nicole.

—Gracias, doctor —dije, con la adrenalina a mil por hora.

—¿Te encargas tú de ella? Iré a ver otra urgencia —añadió, acercándose a mí y apartándonos de los padres—. Ocúpate de dejarles claro que tengan cuidado con los juguetes de la niña —me dijo en voz baja.

—Sí, no se preocupe —respondí. Y él se fue a atender a otro paciente. —¿Ya podemos irnos a casa? —me dijo el padre.

—Aún no, necesito hacerle unas observaciones, ver si hubo alguna herida. —Me acerqué a la niña y le tomé su manito—. ¿Te duele algo, pequeña? —Ella asintió pero no quería hablar—. Es normal que no quiera hablar por el susto, ¿puedo ver dentro de tú boca? Di «a» lo más abierto que puedas —le dije.

Menos mal que estaba en brazos de su mamá, eso me facilitó las cosas. Abrió la boca y solo se veía rojo, pero ninguna herida.

—Si llegara a pasar de nuevo, traten de estar tranquilos y demostrarle seguridad, son cinco palmadas en la espalda, entre sus omóplatos, no más arriba ni más abajo, ya que sino eso solo hará que se mueva hacia adentro lo que esté atrapado en su interior y cueste más sacarlo, y para presionar es con los brazos rodeando su cintura y ambas manos sobre su abdomen, una en forma de puño con el dedo pulgar apoyado sobre el abdomen —les indiqué enseñándoles mientras explicaba—. La otra mano la sostiene, presionan por encima del ombligo con movimientos que compriman el diafragma hacia adentro y hacia arriba, ese es el procedimiento, solo espero que no vuelva a pasar, y se fijen en las etiquetas de los juguetes, que sean para mayores de tres años, ¿bueno?

—Lo haremos, doctora, tendremos más cuidado, muchas gracias —me dijo la mamá.

—Les recomiendo que en dos días pueda comer alimentos sólidos, pero por ahora líquidos y

—¿Es necesario operarla, sacarle las amígdalas? —me preguntó el padre.

—A veces no. Como es pequeña, aún le falta por crecer y se puede normalizar, pero como ahora se ven diferentes al estar inflamadas, no podría decir si necesita la cirugía. ¿Pueden venir el próximo jueves? A las siete de la tarde.

Dos Amores Un Solo CorazónWhere stories live. Discover now