Capítulo 9

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Miércoles y sientes que ya estás a mitad, casi terminando a la espera del fin de semana para disfrutar de un pequeño descanso.

La buena noticia era que a Harry le volvió la voz, siguió al pie de la letra la receta con sus desinflamatorios, y gracias a eso pudimos ensayar una canción.

Por lo demás, entre la universidad y el trabajo llegaba agotada pero satisfecha, ya que amaba lo que hacía. Cuando disfrutaba esa satisfacción podía estar muy agotada, pero con el corazón rebosante de alegría.

Con todo eso, aún no teníamos el tiempo de formular ideas para el proyecto, tampoco habíamos visto a Christian Bradley, lo más probable es que estuviera trabajando en la fundación. Se veía trabajólico, pero bueno no lo juzgaba, ya que yo no paraba en el día.

A la hora de almuerzo en la universidad, nos reunimos Harry, Min Ho, Susan y yo, para ver si lográbamos ponernos de acuerdo en algo. Cada uno pidió una bandeja con comida contundente, ya que la tarde era larga y, en consecuencia, la jornada muchas veces no nos permitía comer hasta la cena.

Nos sentamos en una mesa para cuatro, y nos miramos dudosos, esperando si por arte de magia a uno se le ocurría la bendita idea.

—Sinceramente, no me he sentado a pensar en ideas —expresé casi, avergonzada.

—Yo las ideas que pensé creo que son muy repetidas —dijo Min Ho, moviendo el tenedor con el pedazo de pollo. Luego se lo introdujo en su boca.

—Y el problema es que si hacemos algo repetido el doctor Bradley no nos tomará en cuenta —agregó Harry a nuestra preocupación.

—A ver... primera opción, formular ciertas teorías, nuevos procesos efectivos que nos ayuden al tratamiento de un paciente.

—Pero Susan, sabes que la oncología abarca muchas ramas sobre el cáncer, para eso deberíamos centrarnos solo en un tipo de cáncer —dije—, en un tipo de tratamiento, por ejemplo, para un cáncer ginecológico no se puede utilizar el mismo procedimiento que para un cáncer óseo.

—Sí, cielos... no sé... —dudó Harry—. Creo que no tengo nada para pensar ahora, la clase estuvo demasiado intensa. —Se rascó la cabeza.

Suspiramos los cuatro. Yo pensaba que eso sería algo difícil, pero se nos estaba poniendo mucho más que eso. Bradley había dicho que no era necesario que nos quemáramos las neuronas pensando en algo único que tal vez de tan «único» llegara a ser imposible. Debíamos ser realistas, claro, podríamos plantear muchas ideas pero que en el fondo sería solo una utopía. Una idea simple, al alcance de nuestra mano, metas claras, era lo que tenía en mente.

Finalmente, la hora del almuerzo terminó y tuvimos que despedirnos, nos pusimos de acuerdo para el domingo juntarnos y, sí o sí, realizar la investigación y escribir el proyecto, ni un día más, ni un día menos.

Por la tarde, estuve de turno en la consulta médica, algo más relajado en comparación a atender pacientes en urgencia, en donde todo suele ser un caos, cosa que me encanta aunque se oiga una completa locura; como me gusta estar en constante movimiento, sentía que podía con ello. En la consulta solo veía temas como pacientes con resfríos, amigdalitis, faringitis, otitis, todo lo terminado en itis, en resumen, atendía a pacientes que venían por control o enfermedades que no necesitaran urgencia rápida.

Fui a mi baño personal, me lavé las manos, me quité la bata y la colgué en mi brazo, luego salí de allí con mi bolso dejando la oficina y la puerta con seguro. Cuando me di la vuelta venía una enfermera corriendo y me dijo con un tono de voz acelerado:

Dos Amores Un Solo CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora