Capitulo 21

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Quería abrir los ojos e intentar levantar las cejas para aliviar la presión de los párpados y así poder despertar completamente, en ese proceso estaba.

Sentí unas risitas y murmullos. Se callaban y se volvían a reír bajito. Fue cuando me acordé de que me quedé en el hospital durmiendo y eso me incentivó a despertar más rápido. Abrí los ojos y me encontré con los cuatro niños sentados en la cama de Rosie, mirándome con una sonrisa de oreja a oreja. Se veían muy tiernos y no pude evitar sonreír también, hasta que sentí el sonido de alguien carraspear la garganta más allá, y todos miramos hacia el lado izquierdo.

—Christian —dije, abriendo más los ojos y sentándome lo más rápido que pude, debido a que mi estado adormecido era evidente.

—Buenos días, doctora Rowein, parece que su descanso estuvo muy acompañado esta noche —dijo, presionando sus labios para no dejar escapar una sonrisa.

Me puse algo nerviosa al verlo ahí, sentado en el sofá. ¿Desde qué hora estaría ahí, mirando cómo dormía?

—Nico ¡el doctor Chris vino a vernos! —dijo Rosie, más entusiasmada que nunca.

—Sí, pequeña —le dije, mirándola, y acaricié su manito—. Te dije que vendría a verte, ¿ves? —Le guiñé el ojo y luego miré a Chris para preguntarle—: ¿Estás de hace mucho rato?

—Hmm, media hora.

—Eso es mucho. —Lo miré achicando mis ojos—. No sé qué hora es, cielos... seguro me quedé dormida.

—Tranquila, van a ser las 8:30, aunque no entiendo por qué te quedaste aquí y no fuiste a casa, si hay tres enfermeras de turno para cuidar a los niños. —Se levantó del sofá y se quedó cerca de mí.

—Porque yo quise. —Me encogí de hombros y me levanté de la cama, ordenándome un poco el delantal. Busqué mi estetoscopio en el mueble al lado de la cama para revisar a los niños.

—¿Así de simple? —Negó con la cabeza—. Los niños ya los revisé cuando llegué, ahora les traerán el desayuno.

—Oh, bueno, por lo visto me ganaste y ¿cometí alguna infracción, jefe?

Intenté no reírme y llevamos a los niños a sus camas para que esperaran el desayuno.

—Eres una especialista en romper infracciones, doctora Rowein, te vas ganando una buena sanción.

—¿Ya empezamos con las amenazas, doctor Bradley?

Me iba a responder cuando entró una enfermera un tanto mayor, empujando un carrito con el desayuno de los niños.

—Ya comenzó el horario de la visita para los pacientes —me dijo Chris—. Voy a hablar con los padres para informarles, ¿me ayudas?

—Sí, claro —asentí—. ¿No estoy muy desgreñada? —Me reí.

—Eres hermosa, Nico, como sea, hasta cuando chupas limón —me dijo, y se volteó para salir de la habitación soltando unas risitas.

Pestañeé rápido.

Ay, Dios, ¿cómo me decía eso? Y enfrente de la enfermera. La miré para ver si había escuchado y, por su expresión, descubrí que sí.

—Nos vemos luego, niños. ¡Cómanse todo el desayuno! —les dije despidiéndome, y ellos me dijeron adiós con sus manitos. Ahora los veía más contentos y eso me dejaba con una sensación de tranquilidad.

Me llevé las observaciones que anoté de los pacientes, para hablar con los padres de Rosie y de otro niño. Chris ya estaba hablando con otros familiares.

Dos Amores Un Solo CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora