Capítulo 40

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¿Qué hace esa mujer aquí? A esta hora y ¿cómo la dejó pasar el conserje? Fue lo que pensé.

Arrugué el entrecejo sin comprender que estaba sucediendo.

—Buenas noches... creo que me equivoqué de apartamento —dijo en tono de disculpa.

—Depende a quién busques —respondí, aunque sabía perfectamente a quién buscaba.

—¿Christian vive aquí?

—¿Quién es cariño? —elevó su voz Chris desde la sala, miré a la mujer y medio sonrió al escucharlo.

Ni siquiera tenía el derecho de sonreír por escuchar la voz de mi novio, detestaba que mis pensamientos se volvieran tan celosos de repente, pero ella ya perdió su oportunidad.

—Tienes visita. —Abrí más la puerta y la dejé entrar, entonces Chris la miró y casi se le desfiguró la cara, una forma dramática de decir que no le gustaba para nada con quien se estaba cruzando.

—Rebecca ¿Qué haces aquí? —le dijo Chris fríamente y atónito.

—Necesito hablar contigo.

Apreté un poco mi mandíbula. Esa frase «necesito hablar contigo», no me gustaba para nada. Mi dilema era si me iba y los dejaba solos, o me quedaba como sombra aparentando no existir, porque principalmente esa mujer no me daba ninguna confianza, menos con su embarazo como se le observaba, ya que podría ocuparlo como excusa.

—¿Sobre qué?

Ella se volteó a verme y no nos quitamos la mirada por unos segundos, pero al volver a mirar a Chris no le dijo nada. Mi presencia le incomodaba porque no esperaba encontrarse conmigo.

—¿Sabes qué? Mejor me voy, parece que tienen cosas de que hablar —dije, sintiéndome inquieta.

—No, tú no te vas —me dijo Chris, sonando a una advertencia más que a suplica, luego agregó en un tono suave—. Nico, espérame en la habitación, por favor.

Solté un suspiro, y solo acepté porque me lo estaba pidiendo casi como auxilio, me fui a la habitación de Chris y junté la puerta lo suficiente para oír todo, me senté en la cama, Bowie se me acercó y se recostó para que lo acariciara. Nunca había sentido inseguridad como en este momento, la incertidumbre me invadía por tratar de entender qué hacia ella aquí.

—¿Quién es ella? —fue lo primero que le escuché decir a pesar de lo bajo que puso su voz.

—Nicole es mi novia. Pero aun no entiendo que haces aquí y cómo supiste dónde vivía.

—Necesito tú ayuda, Chris.

Hubo una pausa, pensé que murmuraron algo pero el silencio fue imperioso, hubiese estado cerca podría asegurar que la respiración de Chris resaltaba en esos segundos acallados.

—¿Y Alan? ¿No estaba tan contento porque van a tener un hijo? No tienes nada que hacer aquí Rebecca.

—Yo no sé qué te haya dicho Alan, supe que estuviste en Canadá.

—Lo que me haya dicho fue lo suficiente para terminar de darme cuenta qué clase de persona eran ustedes, suficiente para reaccionar ante relación toxica que teníamos tú y yo.

—No digas eso Chris... yo... aún te amo.

Se me escapó en tono bajo una carcajada irónica meneando la cabeza con tal incredulidad. Tremenda hipocresía utilizar esas palabras tan fuertes como decir te amo, ¿para qué? ¿para conseguir algo a cambio?

—¿Tú qué sabes del amor Rebecca? A caso si quiera te preocupaste por mi alguna vez ¿no es lo que provoca el amor que uno siente por el otro?

—Pero vine desde Canadá por ti, porque me di cuenta de que no puedo vivir sin ti, fui una estúpida, cometí un error y vamos, soy humana.

Dos Amores Un Solo CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora