Capitulo 7

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No sabía si reírme o molestarme con la cara de Ann en ese preciso momento, aunque creo que más tenía cara de zombi adormecida, quitando el hecho de que los zombis no duermen.

—¡No me digas! ¿Es el profesor Bradley? —dijo Ann, exageradamente y gritando a las 5 am, apuntando hacia la puerta.

—¿Puedes bajar la voz, por favor? —le dije.

—Es que, explíquenme —insistió, y su dedo aleteaba de arriba hacia abajo, sin dejar de señalar la puerta.

—Bueno, sí. Ann, resulta que el vecino nuevo es el mismo profesor que esperábamos —le dijo Harry—. No sé si será una ventaja tenerlo cerca.

—No jodas, ¿en serio? Claro que no, Harry, es un fastidio tremendo porque siento que nos va a vigilar —dije.

—¿El buenote ese? Nah —dijo Ann, y se rio—. Nico, tienes el puesto en su equipo asegurado.

—Ann, yo no sé qué está pensando tú cabeza ahora mismo y tampoco me interesa saberlo.

—Sí, estoy pensando en que tú deberías ir ahora mismo a la casa de él, pero no uses esa ropa interior infantil y hazte la sens...

—Ya cállate —le interrumpí riéndome, porque sabía que bromeaba—. Te pasas. ¿Por qué no vas tú?

—Yo no voy a ir —dijo Harry.

—Claro que no —le dijo Ann, dándole un almohadazo—. Me decía a mí, menso, pero yo no gano nada.

—Sí, me refería a Ann —me reí—. Pero si quieres ir no hay problema.

—Soy Hetero, ¿ok? —se rio.

—Pero todo por pertenecer a su equipo, Harry... piénsalo —le bromeé y me dio ataque de risa, porque mi mente volaba rápido y me lo imaginé.

—Están realmente locas, pobres almas perdidas —nos dijo.

—¡Guerra de almohadas! —grité.

Antes de que Harry, por ser obviamente más fuerte, agarrara todas las almohadas, le lancé dos a Ann y entre ella y yo le dimos almohadazos a él, que se estaba haciendo bolita en el sofá y gritando como si lo estuviéramos maltratando sin compasión.

—Ya, silencio, Harry, vamos a despertar al vecino y Nico tendrá que ir a hacerlo dormir. —Me levantó las cejas.

—¡Hey! —le di con la almohada en el trasero y salí corriendo con ella atrás de mí, pero de repente se apagó la luz—. ¡Ya! A dormir —nos dijo Harry.

—Pero qué aguafiestas eres, abuelo —le dije.

—Maduren.

—Eso me dolió —le dijo Ann—. Vamos, quiero oír más de cómo es el profesor. —Volvió a encender la luz.

—Ann, si quieres conocerlo ve tú y habla con él, en serio. Ya es mejor que vayamos a dormir —dije.

El que habláramos demasiado de esa persona, en este preciso momento, no era el mejor pasatiempo que yo podía tener.

Los dos me quedaron mirando, parece que soné muy pesada.

—¿Todo bien? —me dijo Harry.

—Sí, Harry, solo que ahora ya es tarde y mañana hay cosas que hacer. —Hice una mueca de desagrado por todo lo que se nos venía.

—Bueno, sí, descansa, Nico —me dijo Ann.

—Tú también, sueña con el de enfrente —le dije a Ann sin poder evitarlo y antes de que ella me molestara a mí, me reí entrando a mi habitación—. ¡Descansa, Harry! —Cerré la puerta.

Dos Amores Un Solo CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora