Capítulo 35

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De vuelta a la realidad nos tocaba regresar después de unos días de relajación. A veces pensaba que vivía más en el hospital que en mi propia casa, luego me acordaba de por qué escogí estudiar medicina y me animaba a seguir.

El tiempo es oro y no perdona a nadie. Las siguientes semanas sucedieron rápidamente, sobre todo entre las fiestas de navidad y año nuevo en donde la mayoría solo estaba preocupado de con qué cosas va a sorprender a sus más cercanos.

Después de las fiestas me involucré de lleno en dos cosas a parte del trabajo, primero comencé a estudiar a full para mi último examen, y segundo preparé las clases que le daría a los 6 alumnos novatos que me dejaron a cargo en el hospital, los datos habían cambiado, no era un solo día con ellos sino tres meses, así que debía hacerlo bien y que adquirieran experiencia en su primera cercanía con pacientes, lo bueno de tener alumnos a cargo es que se convierten en tus ayudantes también, juntos esperaba que el trabajo se nos hiciera más llevadero y tolerable. A demás, comenzaría poco a poco a sentirme como si fuera mi propio equipo y en cierta forma practicar y entender qué significaba estar a cargo de un equipo médico.

Pareciera que el lunes en la mañana circulaba más gente por la cafetería del hospital, el hecho de incentivar al cuerpo con un poco de cafeína logrando que esta suprimiera el efecto de sueño y causándonos una cuota de energía para comenzar el grandioso y poco deseado primer día de la semana.

Aquí estaba yo, a la espera de mi cuota de cafeína, pedí dos cappuccino y dos croissants, luego con la bandeja me dirigí a la oficina de Chris. Aún tenía poco más de media hora antes de que llegaran mis alumnos y eso me tenía nerviosa.

Entré sigilosamente a la oficina de Chris, me encantaba observarlo cuando estaba concentrado trabajando, sumergido en una gran cantidad de papeles y murmurando en silencio sobre posibles soluciones. Pensé que mi entrada había pasado desapercibida pero mientras él observaba sus papeles una esquina de sus labios se elevó al darse cuenta de que yo estaba allí.

Sonreí también pero no quise hablarle hasta que él terminara las ideas en su cabeza y así no desconcentrarlo. Me senté frente a él dejando la bandeja en una esquina de su escritorio, un pequeño espacio que se salvaba de todos los papeles y libros. Finalmente levantó su cabeza recostando su espalda en su gran silla acolchada, soltó un soplido.

—¿Mucho trabajo? —le dije ofreciéndole café y un croissant.

—Gracias amor. —Le dio una probada a su café—. Hay demasiado trabajo, hoy vienen a comprobar si la ampliación del hospital que se construyó está apta antes de inaugurarla, a parte me harán una entrevista porque últimamente ha tenido una alta recepción el hospital.

—Es verdad, se ha avanzado rápido con la construcción y eso que falta todavía, pero ¿vas bien con todo? —Le di una mordida a mi croissant untando mis labios con azúcar.

—Si, al menos hoy adelantaré bastante y ya la próxima semana estará lista la sala de terapia, una vez listo todo vamos a inaugurar la novedad.

—Ojala me encontrara con Amanda, sería una forma de agradecerle por la gran ayuda que nos dio.

—¿Y no has hablado con ella?

—La llamé por el número que me dejó en la carta, pero no entra la llamada, así que cuando estén listas las invitaciones le enviaré una por correo, a ver si puedo comunicarme con ella.

—Seria genial, ¿y tus alumnos llegaban hoy? —decía deleitándose con el dulzor de su croissant.

—Si señorito, en aproximadamente media hora, decir que estoy de los nervios es poco —me reí.

—Los nervios son buenos, te ayudan a no tener una confianza excesiva.

—Buen punto, entonces me alegra estar nerviosa.

Dos Amores Un Solo CorazónWhere stories live. Discover now