Capítulo 15

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A medida que los días pasaban, el otoño finalmente acaecía comenzando a fines de septiembre. Se podía notar que los días hacían decrecer el sol, y el calor cada vez era menos, era tiempo de hacer cambios de ropa.

Imagino las tardes al lado de la chimenea, con una taza de chocolate caliente, leyendo un libro mientras escucho cómo la lluvia golpea sutilmente la ventana, una tarde perfecta para mí.

Esa semana estuve con mucho trabajo y exámenes en la universidad, pero finalmente el periodo de rendir pruebas acabó, por eso mi mente se había dejado llevar por una tarde de tranquilidad.

El lunes comenzaba la residencia, pero Harry me contó que Christian necesitaba reunirse con nosotros para hablar lo del proyecto, no sabíamos si nos escogió o no. Y como estábamos muy cerca del lunes, ya que era viernes, nos llamó a la fundación.

Sentía nervios, y no eran pocos, aunque no podría definir si el motivo era por el resultado del proyecto o porque vería a Bradley. Desde ese día que me invitó a comer en la universidad no lo había visto, y después de ese suceso reflexioné en que no debería haber reaccionado así.

«Muy bien Nicole, como siempre», pensé sarcástica.

Cuando llegamos al hospital, el paisaje no pasaba desapercibido para mí y creo que para nadie. En la entrada tenía un hermoso jardín, alrededor destacaban árboles con ese tono anaranjado y amarillento. En el camino, arbustos y variedades de flores como farolillos chinos, que si los abrías tenían un fruto. Girasoles que daban vida al lugar y flores de gardenia, mucho más pequeñas que entregaban un aroma único.

Simplemente maravilloso.

No habría pensado que el lugar se vería tan vívido, pero luego recalqué en que todo es un complemento, especialmente cuando vienen distintos tipos de personas en busca de alguna solución a su enfermedad, el aroma y la vista motivaban.

Adentro el hospital no perdía su encanto, solo era la entrada y se veía inmenso. Me detuve en una esquina a leer un cartel posado en un pedestal, donde especificaba todas las áreas de medicina que se trabajaban allí, y sentí que Susan me llamaba para avisarme que debíamos ir a la oficina de Christian.

Caminamos hacia el mesón de la recepción y una de las secretarias nos mostró por dónde ir. Seguimos el camino hacia un pasillo, fascinantemente luminoso, ya que sus ventanales ocupaban gran parte de las paredes. Se apreciaba todo el jardín de la entrada y por el otro lado un parque de juegos para niños. Ese pasillo nos llevaba a una sala de conferencias. Al entrar observé que tenía un mesón amplio en el centro y sillas alrededor. Christian estaba de pie mirando a través de la ventana, pensativo. Aún no se había percatado de que nosotros llegamos, escuchó los murmullos de los chicos y se dio vuelta.

—Doctor Bradley, los jóvenes ya llegaron —le dijo la secretaria.

—Gracias —le respondió a ella antes de que se fuera de la sala—. Buenas tardes —nos dijo, reaccionando al vernos—. Adelante, pueden sentarse, los estaba esperando.

Señaló con su mano hacia los asientos. Él se sentó en la cabecera de la mesa, y nosotros en los siguientes; preferí que Harry se sentara al lado de Christian.

—Supongo que estarán ansiosos por saber los resultados de su proyecto —dijo Bradley, medio sonriendo con misterio.

—Vinimos a eso ¿no? —dije, curiosa. Él se rio.

—Seño... Señorita Rowein, como siempre tan inquieta. —Miró a los demás con una leve sonrisa.

¿Perdón, que yo qué? Sin quitar el hecho de que casi me dice señora, miré para otro lado porque no pude evitar voltear los ojos. Era mi tic, que debía eliminar por completo.

Dos Amores Un Solo CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora